DANGEROUS (V.H, P.M, J.R, J.H)

20| Está Viva

—Rachel, ¿cómo te encuentras en las clases? —preguntó la señora Lucía, al lado de mi padre. 

Aquella sonrisa que se dibujó en su rostro, fue... fue tan estúpido. Necesitaba matarla, para detener esto.

—Me encuentro bien, Lucía. —ella me dijo que podía llamarla por su nombre. Estoy haciendo todo lo posible para que no sospeche.

—Tu padre me contó que fuiste de viaje con los Hossler, ¿cómo fue? —siguió preguntando, como si esto fuera una maldita entrevista.

—Bien. Fue divertido estar en la playa.

Mentí.

Payton manipuló a mi padre. Entró a su mente y obtuvo un “sí”. Creó escenas buenas entre una falsa amistad de él con los Hossler. Lo odié.

Nos quedamos callados, y decidimos cenar. El restaurante es conocido en el pueblo, un poco costoso, por ende no hay muchas personas, solo las mejores vestidas venían.

Esta vez fue mi primera vez que vengo.

Lucía y mi padre no terminaban de charlar y reír. Ella agarraba la mano de mi padre y él se sonrojaba. Evité no leerle las mentes porque eran muy sucias, y eso claramente me incomodaba.

—Iré al baño. —avisó, parándose y dejando a un lado la servilleta, Lucía.

—¿Es agradable? —preguntó mi padre, metiéndose una pedazo de pizza a su boca.

—Debo conocerla mejor.

Lucía regresó del baño.

Terminamos de cenar. Dejamos a Lucía a su casa. De simple vista, su casa era normal, igual que las otras solo hacía la diferencia por el color rosado pastel.

—Adiós, cariño —se despidió de mi padre, besando su mejilla. —. Adiós, Rachel. —se acercó a los asientos de atrás, yo no me moví.

—Adiós.

Ella bajó del coche. Nos quedamos hasta que entre a su vivienda, sin antes se despidió una vez más moviendo su mano izquierda.

—Debiste darle un beso. —comentó mi padre, dejando de sonreír.

Puse mis ojos en blanco.

—Dijiste que te era agradable Lucía. —agregó.

Dije, que debía conocerla mejor.

—Lo es.

—No parece. —terminó.

Llegamos a la casa. Besó mi cabeza deseandome buenas noches, luego subió a su dormitorio.

Bryce

—¿Cómo estás? —le pregunté a Anthony. Él se encontraba echado en el colchón.

Tenía una herida profunda en lado derecho de su cadera. Una tela tapaba aquella herida.

—Mejor que ayer. —intentó sonreír. Estaba pálido, su rostro sudado, y sus manos también con heridas.

No estaba mejor que ayer y parecía que estaba muriendo.

No quería romperme delante de él.

—Bryce, —levanté mi mirada. —estoy bien. Es un largo proceso.

—Eres un lobo. Debes de sanar más rápido, más rápido que un humano, Anthony. —hablé.

—Sí, pero un alfa me golpeó, Bryce, no es un beta.

Los lobos sanan más veloz que un humano, pues al ser un lobo se crea millones de anticuerpos, curando más veloz la herida. Al parecer, eso no funciona con Anthony. Desde que él se ha convertido en un lobo, su organismo no ha estado funcionando bien. Dicen que su cuerpo necesita algo más fuerte, algo que no sea sangre.