Capítulo 17

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Sarah


   
     — Sarah, se acabó tu turno – me informa Peter detrás de mí.


   — ¿Ya es la hora? – pregunto tontamente.

     — Si, ya puedes irte, es muy tarde para ti – me dice, respiro aliviada.

     Agotada. Eso es lo que estoy. Dejo caer mis hombros por el cansancio, me apoyo en la pared y me dejo deslizar por ella hasta caer en el suelo, mis ojos amenazan con cerrarse, tengo mucho sueño, ha sido un día muy, pero muy largo, en realidad toda la semana ha sido agotadora.

     Lo más raro del día es que traté de ocultarme del señor Evans, todo por el miedo a una situación absurda, porque la mayoría de las personas tienen trabajo doble, lo tonto es tener miedo a que me despidan de la empresa, es algo estúpido, pero solamente espero que eso no suceda porque en definitiva sería un choque contra mi mala suerte.

     Después que me estrellé contra él, y qué mínimo debo de haber hecho la del payaso, quedándome como una tonta petrificada, por la mala broma que me jugó el destino, él pidió que lo atendiera yo y no Randy.

     Fue extraño e intimidante, es una persona tan demandante que da un poco de pavor, equivocarte, tengo que controlar mis nervios, si no; terminaré en un ataque de pánico.

     Respiré un poco aliviada cuando Robert; mi jefe, me dijo que ya tenía que cambiar e ir a la cocina, ayudar a limpiar; como lo hago siempre, luego incómodo cuando poso su mano sobre mi cintura con mucha confianza y al final lo bueno de todo es que ya dejaría de atender al señor Evans. 

    Sigo desparramada en el suelo, descansando un poco. Escucho mi teléfono sonar y la llegada de un WhatsApp entrante de Antonio, me hace sonreír. Me avisa, que ya viene en camino a recogerme y acercarme a casa con su moto de rockero, me da gracia.

     Él está siendo tan lindo conmigo. Toda la semana, ya que no podemos salir como tal por mis trabajos, solo el día libre de esta semana que tengo en el restaurante es que me llevó a cenar y el resto se ha dedicado acercarme a casa para que no deambule a tan altas horas de la noche por las calles de Nueva York, es tan romántico, que me encanta.

     Así que me levanto de un brinco, para ir a cambiarme el uniforme y salir a la calle, a esperarlo, en eso busco primero mi bolso en el casillero, camino rápidamente al baño y como hice cuando llegue me cambio súper rápido.

     Unos minutos después me encuentro en la acera, a la espera de Antonio, pero en eso escucho un carraspeo detrás de mí, poniéndome tensa al momento, me volteo y me encuentro con ese gigante que tengo por jefe. El hermoso rostro de pómulos marcados y mandíbula cuadrada que define al señor Evans está a pocos pasos de mí.

     — Señorita Hudson – me nombra –, ¿no cree que es muy tarde? La podría acercar a casa, si gusta – se ofrece amablemente.

     — Este... No... – tartamudeo y me golpeó mentalmente por ser tan tonta, carraspeo aclarando mi garganta antes de continuar – No sé preocupé señor Evans, ya vienen por mí – le digo con cierto nerviosismo.

     — Para mí no es problema llevarla – insiste amablemente.

     Siento mis manos temblorosas, como cada vez que estoy cerca de él, serán sus ojos azules y mirada intensa que siempre me dedica, pero ahora me está dedicando una mirada amable y llena de algo más que no comprendo.

     De la nada siento como una mano me rodea mi cintura fuertemente, dándome cuenta de que es Antonio que ha llegado y deposita en mis labios un beso un tanto brusco.

Inocencia Perdida [En Proceso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora