Capítulo 16

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Erick


     Viernes.

     Cómo de costumbre llego a uno de mis restaurantes, justamente el mismo donde vi por primera vez a la señorita Hudson. Lo visito para supervisar que todo vaya bien y poder platicar un poco con el gerente, aunque también, no lo voy a negar, se está volviendo una excusa barata de parte de mí, porque el motivo que me hace venir casi todos los días, es esa chica, con la que he tenido toda la semana trabajando.

     Como cada vez, el maitre está al pendiente de mi llegada, para llevarme a mi reservación a la zona privada, pero capto un movimiento por el rabillo del ojo, así que disimuladamente dirijo mi mirada al lugar.

     Me encuentro a la señorita Hudson, petrificada, observándome mientras soy guiado a mi mesa, me parece cómico verla con sus ojos como platos, allí sin moverse, mientras yo me desplazo con mi mayor seguridad, como siempre. Supongo que le ha sorprendido verme aquí, ya que no se acuerda que fue a mí, a quién tropezó y el que amenazo con acabar con su empleo si no estaba al pendiente de lo que hacía, hace unas semanas.

     Tenerla toda la semana a unos tres o cuatro metros de mí, me ha mantenido confuso, sin saber qué es eso que me atrae de ella, mantengo unas ganas incontrolables de tocarla, mis pensamientos se han ido lejos de una situación laboral. La he imaginado debajo de mí, sometiéndola, haciéndola gemir, torturando cada rincón de su cuerpo mientras la hago venir algunas veces, con lo sumisa que siempre se muestra, hace que mi imaginación vuele sin límites, llevándome a planear tantos escenarios como nunca antes.

     Sacudo la cabeza para apartar esos pensamientos y centrarme, no es momento de pensar en eso, porque mi polla reacciona a cada imagen que aparezca en mi cabeza de ella. Siguiendo con mi camino, me ubico rápidamente en la mesa que siempre ocupo cuando vengo, la que tiene vista al muelle.

     La zona privada como de costumbre se encuentra ocupada con pocos comensales, pero aun así puedo notar que no hay suficientes meseros, me comunico rápidamente con el encargado Robert, quien se disculpa y de inmediato me confirma que traerá cuánto menos un mesero en apoyo a los otros. Llegará el momento en que ocupe un mesero para cada mesa que esté reservada en esta área, no me he hecho de una fortuna magnánima prestando un servicio con deficiencias y ahora no será el caso.

     Pocos minutos después, nuevamente por el rabillo del ojo, veo a la señorita Hudson entrar en la zona privada con ese nerviosismo que siempre la acompaña y la caracteriza. Noto como me busca con la mirada; sin embargo, finjo estar concentrado viendo el panorama, rápidamente la observo acercarse a una mesa en donde se encuentra una mujer madura, de unos cuarenta y cinco años más o menos.

     Está impaciente, se nota como si estuviera ocultándose de algo o alguien y eso llama mi atención. Ella me tiene miedo, es algo que se ve a simple vista y sé que debe de estar nerviosa porque me vio llegar hace poco. Lo noté cuando la vi petrificada, como si hubiera visto un fantasma.

     Decido levantarme y acercarme para saludarla o asustarla un poco, con lo tímida e inocente que es, que seguro dará un brinco, me da un poco de satisfacción, intimidarla y ponerla nerviosa, hace que las cosas se pongan más interesantes.

     Es una forma inocente de jugar al gato y al ratón, me llena de ímpetu saber que la afecto con mi sola presencia.

     Estoy a solo pasos de ella, veo como está tomando nota de la orden que la señora pide. Me irrita con solo escuchar como le habla con un tono despectivo, pero por como actúa la señorita Hudson, parece no molestarle la actitud de la señora, puesto que sigue atendiéndola con una hermosa sonrisa en sus labios, una que me gusta.

Inocencia Perdida [En Proceso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora