Capítulo 18

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Sarah

     Mi relación con Antonio está yendo viento en popa. Llevamos un mes saliendo y todo ha sido de ensueño, me busca en la empresa y al restaurante. En los días que descanso, salimos a cenar o a dar un paseo como dos adolescentes enamorados. También me he dado cuenta, en los últimos días, lo lindo que es con la pequeña Isabel cuando la he tenido que cuidar.

     Para mí, como había dicho anteriormente, es de ensueño, es mi primera relación y es increíble, es tan caballeroso, amable, romántico, me regala tantas preciosidades como ramo de flores, chocolates, peluches. Si nos vieran les daría un coma diabético de tanta dulzura.

     Por otro lado; en casa, las cosas han estado un poco extrañas, a veces no quisiera llegar al departamento, ya que desde tres semanas atrás a acá el novio de Margori se ha estado quedando en casa. ¿Incómodo? Para mí, sí que lo es.

     Es el novio de Margori, de mi mejor amiga y tanto ella como yo tiene todo el derecho de llevar a quien quiera a casa, la cuestión es que él no me da buena espina, me ha hecho recordar varias veces mi pasado, tenía la misma mirada que tenía él, una mirada de odio, repudio y hasta asco. Una mirada roja, como la tenía él, y eso me asustó tanto que termine llorando como cada vez que los recuerdos aparecen.

     También tuvo un acercamiento que me hizo volver a llorar desconsolada, pues acababa de llegar a casa y resulta que él estaba, pero Margori no y me pareció raro, aunque sé que él está viviendo con nosotras. Pues se me quedó viendo cuando cerré la puerta tras de mí y como siempre que lo encontraba tenía la mirada inyectada en sangre, pero esta vez no se quedó sentado, solo viéndome en el sofá con la mirada perdida, no. Para nada, él se levantó y puso su cara tan cerca de mí que sentí como el corazón se me detenía y como su aliento a cervezas se metía por mis fosas nasales, produciendo en mí escalofríos.

     Mi cuerpo comenzó con fuertes temblores que juro, pensé que me iba a dar un infarto allí mismo, pero gracias a Dios, se escuchó el sonido de unas llaves y él se apartó de mí, de inmediato apenas se abrió la puerta y entro mi amiga.

     Desde allí, me cuesta ir a casa, porque evito por todos los medios encontrarme a Jack y no me van a creer, pero en parte, le doy gracias al señor Evans.

     ¿Y por qué gracias al señor Evans?, Pues me hace trabajar hasta los sábados desde aquella primera vez que me arruinó mi "sábado con Antonio", era mi primera semana trabajando en la empresa y no me lo esperaba. Pero es el jefe, qué carajos voy a hacer yo, pues nada; acatar órdenes de diestra a siniestra, porque el muy cretino me tiene hasta la coronilla de tanto trabajo. Además, es muy cruel de su parte porque somos los únicos aparte de los guardias de seguridad en el edificio, trabajando como si no hubiera un mañana.

     Pero bueno, dejo de pensar lo que ha pasado este mes y continuo haciendo mi trabajo, y cómo todas las mañanas me la he pasado tecleando en el computador como loca antes de que el señor Evans me regañe nuevamente por no llevarle el papeleo rápido y al segundo que él los pide, es una suerte, llegué más temprano para que eso no pasará y ganarle aunque sea una sola vez a mi jefecito.

     Escucho pasos un rato después de haber impreso todos los informes que tengo que entregar hoy, además de organizar la agenda del día, esta debo dársela a conocer a él rápidamente.

     No sé qué le pasa, pero ni los buenos días ni una mirada de esas que te dejan petrificada en el asiento, me da el señor Evans, al momento de llegar y solo pienso que es un mal educado, parece que le tuviera odio a la vida y a todo ser del planeta, es tan odioso que solo me produce jaquecas, bueno; no solo eso.

Inocencia Perdida [En Proceso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora