Capítulo 1

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Erick


Salgo de mi despacho, lleno de frustración y repudio hacia las personas que se encuentran alrededor. Son personas mediocres que no se esmeran en hacer un buen trabajo, y sinceramente ni sé para qué les pago un buen sueldo.

Hasta las personas de servicio cuentan con un sueldo resuelto para tener una mejor vida en una ciudad como lo es Nueva York.

Últimamente, no sé qué sucede en la empresa, cada día se presentan más problemas que soluciones y esto me vuelve más irritable e insufrible (como dicen por ahí), que nunca.

Necesito quitarme todo este estrés y no hay nada que un par de copas y sexo del bueno no sea capaz de remediar. Así que me dirijo al parking y busco mi Porsche Taycan, lo abordo y lo pongo en marcha, hacia uno de los clubes más costosos de Manhattan; el Grey Garden.

Mientras recorro las concurridas calles de Nueva York, pienso en mi madre. La única persona que me importa más que hasta mi propia vida, pero la que la vida quiere quitarme, aunque ella es una guerrera y sé que vencerá esta enfermedad tan arrebatadora con la que lucha a diario, como lo es el cáncer.

Pocos minutos después me encuentro adentrándome en el ambiente del exclusivo lugar, las luces rojas parpadeando, dándole un toque exótico y sensual.

Un guardia de seguridad asiente levemente en cuanto me ve a modo de saludo, paso de largo ignorando su gesto.

- Bienvenido señor Evans, es un gusto tenerlo nuevamente por aquí - escucho una voz detrás de mí.

Al girar en dirección a la voz me encuentro con una de las camareras, del cual ni recuerdo su nombre a pesar de las incontrolables veces que he venido aquí, ella me dedica una sonrisa coqueta, yo solo asiento en respuesta y sigo caminando hacia la barra.

A pesar del volumen de la música, escucho sus pasos a mi espalda, llegó a mi sitio y me siento.

Sin durar, se acerca y comienza a quitarme el saco con una lentitud sensual mientras muerde el lóbulo de mi oreja, la dejo, ya que se siente bien tener sus manos sobre mí.

- ¿Le gustaría la mesa de siempre, señor Evans? - pregunta mientras muerde el mentón y desliza sus manos por mi pecho.

La permito deleitarse con mi presencia y tocarme libremente hasta que sus manos descienden por mi pecho hasta detenerse en el bulto creciente que se remarca en el pantalón.

- Quiero la mesa de siempre - respondo con autoridad deteniendo el rumbo de sus intrépidas manos.

- Si, señor Evans, como guste - se va contoneando las caderas de manera descarada como lo es todo ella.

La observo con media sonrisa mientras se aleja, pido un whisky Glenfiddich. Mi mirada se pierde en su cuerpo, la curva que remarca la fina tela transparente que cubre su culo me deja con ganas de ver más.

Me levanto para dirigirme a mi mesa, mientras observo a varias chicas bailar encima de ella sin pudor alguno.

Los tragos siguen llegando, uno tras otro, pero no me importa si eso es capaz de quitarme todo el estrés que recorre mi cuerpo. Las mujeres que bailan en la mesa bajan de ella y se restriegan en mi miembro, haciendo que lo tenga duro y listo para embestir a cualquier de las chicas.

Inocencia Perdida [En Proceso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora