Capítulo 25

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Erick


     Cuando salí de la oficina, esa tensión que lleva semanas rondando entre la señorita Hudson y yo, nos envolvió por completo; eso hasta que su celular sonó y con ello se esfumó, la observé y pude notar como contestó muy nerviosa.

     Ya había llegado frente a su escritorio cuando tomó la llamada y no sé si fue el hecho de perder su atención o el grito que retumbó por el parlante de su celular, pero mi paz y tranquilidad se esfumó en un parpadeo. Mi cerebro me aclaraba que no debía interceder y así lo hice, pero no sé, necesita ni una neurona para entender quien era la persona que había llamado.

     Mi sangre se calentó al punto de apretar mis puños por la ira contenida, desde mi punto y mientras esperaba recuperar su atención; pude escuchar a la perfección como le reclamaba. La señorita Hudson se puso pálida y de inmediato empezó a dar explicaciones como si estar en mi empresa trabajando fuera un delito. Rápidamente, lo despachó, aceptando sumisamente algo que me removió adentro.

     Ella no merece ser tratada de esa manera, mucho menos que le arranquen el rubor de su rostro de semejante manera. Me prometo poner punto final a todo, pero rápidamente recupero la cordura, ella no es mía y aunque me moleste es otro a quien ella le rinde cuentas.

     Con eso cortó la llamada y se apresuró a recoger todas sus cosas, levantándose y dirigiéndose al ascensor con una prisa abismal, no dejé que bajara en el de los empleados, así que la tome de la mano girando y jalando para qué se adentrará en mi ascensor privado. Necesitaba eso, tenerla cerca, aspirar su aroma, poder tenerla al alcance de mis manos, aunque supiera que no la puedo tocar como deseo. O al menos esas eran mis intenciones.

     Solo que no aguanté mucho y esa corriente que sube por mis brazos, hasta instalarse en mi estómago, me dominó. Perdí el control. La besé de una manera en que jamás lo he hecho, con delicadeza, como si se fuera a romper. Ella, por su parte, abrió su boca en medio de un jadeo que me supo a victoria, correspondiendo, dándome el permiso que necesitaba para adentrarme en su cavidad y tomar esos dulces labios que me estaban volviendo loco, la saboree, sabiendo que más adelante me pasaría por no poder hacerlo como en este momento.

     Se dio por finalizado demasiado pronto, cuando la voz robótica anunció la llegada al piso, tardó en reaccionar, pero cuando lo hizo se apartó bruscamente, esperé una bofetada o cualquier otra reacción, sin embargo, ella pareció consumida al igual que yo, quien victorioso solo pude medio sonreír al verla sonrojada, con los labios rojos y la respiración acelerada.

     Al momento en que reaccionó y pidió una explicación, yo ya iba muchos pasos adelante, no me iba a retractar o disculpar cuando lo único que deseo es volver a besarla y tomar de ella tanto como me sea posible, el triunfo por la manera en que reaccionó me llena, no le soy indiferente y eso me da la oportunidad de acercarme más.

     Llegamos a la calle y allí estaba su novio, que la veía con furia, dejándome a mí con ganas de agarrarlo por el pescuezo y darle unos cuantos puñetazos, pero ni siquiera pude quedarme allí cuando este se le acercaba, di media vuelta y fui por mi auto.

     Y ahora estoy aquí en el club INFERNUS, porque tengo que sacar esto que me carcome, las ganas que tengo de volver a besar sus labios, de arrancarle la ropa y hacer la mía, mi perdición ha sido y serán esos dulces labios que de lejos son los mejores que he probado. Mejores que los de Ava.

    Al llegar aspiro tras pasar mi Black-Card, el olor a sexo y perversiones, que me cala hondo en los huesos, mi cuerpo se activa y la vibra dominante emerge.

     Camino directo a la barra y pido un whisky doble, estoy lleno de rabia al recordar que al salir de la empresa, luego de haber podido besar a mi dulce Sarah, me hubiese encontrado con el idiota que tiene por novio, esperándola.

Inocencia Perdida [En Proceso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora