[La casa de muñecas]

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Katsuki Bakugo no era especialmente el "príncipe encantador" que todo el mundo desearía que fuera.

Desde que era muy pequeño había dado indicios de su comportamiento rebelde y poco digno de "la realeza", metiéndose en peleas a corta edad y utilizando un vocabulario vulgar, que un niño realmente no debería conocer. De todas formas, su estilo de crianza y sus incesantes lecciones de etiqueta lo habían terminado por convertir en un joven de modales, que si bien, sabía comportarse dependiendo de la situación, tenía la paciencia del tamaño de un maní.

Sin embargo, el asombro provocado por la personalidad y carácter del joven príncipe, quedaba totalmente justificado una vez que conocías a la reina; una mujer excéntrica, de carácter fuerte, inquebrantable e imponente. Había educado al hijo de la misma forma.

El palacio usualmente estaba colmado de gente; pero todos aquellos que no pertenecían a la familia real, eran netamente servidumbre. Guardias, cocineros, mucamas, lavanderas, soldados, cuidadores, vasallos e incluso monjes y maestros, iban y venían por los pasillos en función de las necesidades de la familia, como títeres.

El príncipe, cumplidos sus 23 años, tuvo por primera vez en las cocinas, un encuentro con alguien que estuvo dispuesta a levantarle la voz sin temor. Alguien que lo puso en su lugar, e incluso, alimentó a los cerdos con la comida que se suponía, era para él, ya que "no le había gustado".

Tsuyu Asui era una joven campesina que había sido contratada como cocinera a sus 19 años en el palacio, y en la actualidad, tenía 21. Durante sus dos años de estadía allí, jamás había cruzado su camino con el príncipe, hasta ese día en que él bajó personalmente a la cocina para quejarse de la comida.

Y desde entonces, sus visitas se habían vuelto bastante frecuentes.

Bakugo se divertía molestándola, pues no había otra persona en aquel enorme palacio, que se atreviera a desafiarlo como ella lo hacía.

Todo el mundo solía dejarle ganar, elogiarlo e incluso, darle la razón cuando él mismo sabía que no la tenía. Era como vivir en una casa de muñecas, cuyas sonrisas estaban dibujadas y siempre dispuestas a hacerle sentir que "todo estaba bien".

Tsuyu, por su lado, no podía evitar disfrutar de poner al "príncipe malcriado" en su lugar, de vez en cuando. La verdad es que le resultaba muy agradable.

Y desde luego, a nadie le extrañó, cuando aproximadamente seis meses después, la peliverde fue repentinamente promovida de las cocinas, a desempeñarse como mucama personal de la familia.

La primera vez que se puso el uniforme, que era bastante diferente al que usaba en las cocinas, le pareció casi ridículo. ¿Quién necesitaba un vestido de falda tan abultada y cintura tan estrecha, para asear las habitaciones de la familia?

De cualquier modo, un par de meses después, acabó por descubrir que el vestido de mucama era sorprendentemente más fácil de quitar que el uniforme de cocina, sobre todo, con la ayuda voluntaria del príncipe...

~*Fin*~

Bueno... la verdad es que esta temática también me llama la atención XD

Quizás algún día...

Primero lo primero jajaja ¿Qué les pareció?

Me encanta leer sus opiniones :3 de verdad es muy alentador🥰

Espero que les gustara ^^ Nos leemos en la siguiente 💞

Katsuyu / Bakutsuyu Drabbles!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora