• Dieciocho •

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𝕁𝕒𝕕𝕖 ; ♡


Me deje caer sobre la cama a pensar en todo, desde que me entere de mi embarazo, parece que mi humor se oscureció. Sin embargo eso es falso, estoy contenta, pero impactada de saber que ahora mi vida dará un cambio drástico.

Estuve horas y horas así, acostada pensando en toda mi vida. Mi mamá seguro estaría feliz si le dijera que el bebé es de Fernando, pues hasta hace unos meses era mi esposo

Ahora no lo es, ¿ quien falló primero?, no lo se. El cometió un error al ser infiel con Luciana y yo con Diego, pero en lugar de buscar quien fallo primero, ahora es momento de buscar un tercer reacomodo para mi vida.

El timbre de la casa suena, veo el reloj del buro y me doy cuenta que son las siete y treinta de la noche. Me levanto de la cama y voy hacia la puerta, el timbre suena una vez más y me doy prisa.

Abro la puerta y me encuentro con Diego sosteniendo bolsas con lo que supongo, es comida. Le sonrió y lo dejó pasar, cada que el esta junto a mi e siento amada y segura. Diego es el hogar, no lo dudo.

— Traje algo de comida chatarra, por si quieres o algo más sano — comentó dejando las bolsas sobre la mesa.

— Prefiero la chatarra, se me antoja más.

Diego me ve con y en su mirada hay cierto brillo, su sonrisa es neutra, discreta pero radiante.

— ¿ por que me ves así? — cuestionó unos segundos después.

— Por que el decir que se te antoja, quiere decir que se le antoja al bebé. — Sonrió dándome cuenta de que probablemente tiene razón.

— Si, supongo, no estoy tan segura de eso pero creo que en definitiva el bebé influye en mi apetito y antojos.

— Me gusta que hablemos de nuestro bebé — murmura Diego acercándose a mi.

—  A mi también, ven, sentemonos.

Diego y yo tomamos asiento en las sillas del pequeño comedor en mi apartamento, el se coloca frente a mi y tomó sus manos entre las mías.

— Diego, yo se que al principio fue extraño para ambos. Entiendo que para ti es hermoso, maravilloso saber que serás padre y lo puedo entender. Me has hablado de tus amigos, Edson, Jorge y hasta de Mauro, el como se convierten en padres a temprana edad. No se si yo soy la loca que piensa eso o en verdad pasa, pero creo que es muy común entre los futbolistas el ser padres jovenes, obviamente te estas agregando a esa lista — Diego suelta una risa cuando término de hablar.

— Bueno si, es verdad que a muchos les gusta hacer su familia a una edad temprana. No se la razón, supongo que se da y bueno tu sabes que lo de nosotros simplemente se dio, pues no habíamos siquiera de tener un bebé a futuro.

— Eso es a lo que yo quería llegar, el que tengamos en cuenta que a mi me impacto por que, como lo acabas de decir, no habíamos hablado de un bebé. Un así, tu sabes que me siento contenta con saber que tendremos un hijo de nosotros dos. — acaricie sus manos con mis pulgares.

— Poco a poco iremos hablando de eso, por lo pronto creo que no sería mala idea que mañana vayamos con una ginecóloga.

— Claro, buscare el contacto de alguno.

— Alguna — me corrigió — ni de pedo dejaré que sea un hombre quien lleve tu embarazo.

Suelto una carcajada, se me olvidaba lo celoso que podía llegar a ser Diego Láinez. El me ve con los ojos entre cerrados y yo no puedo dejar de reír.

— ¿ que pasa si a la ginecóloga le van las mujeres? — pregunto.

Su cara se transforma y me deja entender que ni siquiera había pensado en esa posibilidad.

— Maldición — gruñe y aún riendo, me acercó a abrazarlo.

— Por eso siempre estarás presente, ahora mejor vayamos a comer que muero de hambre.

Diego asiente y me da gracia ver que se a quedado pensando en eso, Diego siendo Diego sin duda alguna.

Nos sentamos a cenar lo que había llevado, cuando el comenzó a comer sus papas fritas fue imposible no recordar una de nuestras noches de pasión en aquella suite de hotel.


Flashback




— " No entiendo por que las personas le dicen papas a la francesa, es decir, no estamos en Francia por lo tanto, son papas fritas " —

Diego estaba más que confundido viendo la papa en sus dedos, sonreí.

— " No lo se, ¿ tal vez por que las inventaron en Francia? — conteste yo







— Amor, todo bien? — Diego me observa divertido, sacudo mi cabeza dejando de lado aquellos recuerdos.

— Si, es solo que ahora que te ví comiendo papas, recordé que cuando hablamos tal cual por primera vez mencionaste algo. — murmure y el soltó una risa

—  ¿ Lo de que son papas fritas y no a la francesa? — pregunto y yo asenti con una sonrisa


— Pensé que no te acordabas — dije viéndolo divertida

— Recuerdo cada cosa que hemos hablado, todo — toma mi mano y la besa.



Diego es el mejor, no hay nada que no ame más que estar con el. La manera en la que me ama es algo que me hace sentir plena.


***



Las semanas han ido pasando y con eso el tiempo de embarazo, justo ahora tengo diez semanas, quien diría que me sentiría feliz, enojada y triste en un abrir y cerrar de ojos.

Hoy llegan nuevamente los padres de Diego a Sevilla, estas semanas me la he pasado en su casa. El muchas veces me a pedido ya que me mude con el, que vivamos juntos y que estemos a cada momento cerca para cualquier cosa de nuestro bebito.

Es increíble como poco a poco nuestra prioridad a sido el bebé, aun no sabemos si es un niño o una niña. Lo que si tenemos claro es que venga lo que venga, vamos a amarlo con todo nuestro corazón.

Me encuentro dando los últimos toques en la casa para dar la bienvenida a mis suegros, aun me causa gracia que Diego me haya pedido que les llamara así. Me doy cuenta que para Diego, es como si estuviéramos casados.

Claro que así era, yo también lo sentía así a pesar de no vivir juntos al cien por ciento. Un papel con nuestra firma no hará la diferencia, eso lo tenemos más que claro. Para nosotros lo único que importa es nuestro amor, que nos sintamos felices y plenos viviendo esta nueva etapa

Una de las sorpresas para los padres de Diego es darles la noticia, se supone que no deberíamos antes de los tres meses, pero sería imposible. Me han dado mareos, antojos y sobre todo ganas de vomitar, obviamente se darían cuenta de todo.

Término de colocar unos globos con ayuda de Laura y Paulina, que vinieron por petición de Diego. Le había dicho que yo podía colocar los globos en las partes altas de la pared de la Sala, pero Diego se negó diciendo que eran peligroso para una mujer embarazada.

Así que muy a mi pesar, Laura y Paulina se encargaron de los globos y yo de las botanas.

La puerta se abrió y se escucharon las voces de mi suegros, de Diego y algunas personas más que no supe descifrar.

Era hora de convivir en familia




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Error Perfecto • Diego Lainez || Donde viven las historias. Descúbrelo ahora