• Veinticinco •

518 57 19
                                    


Una semana más y aún ningún avance, mis esperanzas siguen, pero aunque nadie lo sepa por que no lo digo, se van acabando poco a poco.

La veo ahí, sobre la cama y nada cambia. Mi hija aun estaba en observación, no tenía nada de que preocuparse, pero aun era pequeña.

Ví a mi hermano mayor caminar hasta a mi, estaba viendo a mi hija a través del vidrio de la ventana.

— Sabía que aquí estarías — dice cuando se para al lado mío.

— Solo aquí logró sentir algo de paz — digo sin dejar de ver a mi bebé que duerme plácidamente.

— Te entiendo hermano, aunque es en distintas situaciones, cuando estoy con Salomé todo pasa a segundo plano — dice el con una sonrisa.

— Por cierto, ¿ mi sobrina como está? — le preguntó y el suspira

— Cada vez más grande, más traviesa y gracias a Dios, muy sana. Aunque la extraño, la veo cada fin de semana pero, no es suficiente —

Hago una mueca por lo que dice, hace no mucho el estaba casado con Pau, su novia desde hace unos años atrás.

Sin embargo algo sucedió con ellos, entonces se divorciaron. No fue en malos términos, pero Pau se alejó de todos nosotros.

— Ahora que tengo una hija, se lo que intentas decirme. Cada noche que tengo que alejarme de Miranda, no quiero, siento una presión en el pecho cuando tengo que hacerlo — le explico.

— Uno no entiende las cosas hasta que las vive, ¿ recuerdas que nos decían nuestros padres? — me dice y asiento con una sonrisa.

— Que los hijos siempre son lo más querido, lo más importante. Y si, no lo sabemos hasta que lo vivimos, ahora se a que se refería mamá con el amor de padres.

— Ni que lo digas, pero bueno, lamentablemente tengo que cambiar el tema a uno más serio — dice y entonces volteo a verlo.

— ¿ paso algo con Jade? — pregunto alterado, el niega rápidamente con la cabeza y eso me hace quedarme quieto.

— Se trata sobre Lydia, la han encontrado — dice y lo miro a los ojos.

— ¿ ya está siendo procesada?, dime que si, solo así estaré al fin tranquilo. No es fácil pensar que puede regresar y terminar con lo que empezó — le digo con rencor

— No.. Hubiera sido lo mejor pero, no, no está siendo procesada — dice mi hermano y lo veo con el ceño fruncido.

— Mauro, por favor, se claro si.

— Diego, a Lydia la encontraron en una habitación de hotel. Lamentablemente ella se suicidó, al menos eso indica todo ya que tenía las venas cortadas — me dice con pena.

Yo me quedo pensando en lo triste que debe ser su vida, digo, para hacer todas esas monstruosidades que hizo.

Me arrancó la oportunidad de ver nacer a mi hija, de que Jade la viera nacer, de que la cargará cuando nuestra hija apenas iba naciendo.

Le arrancó más a Jade que a mi, pero lo sufro como si fuera ella.

Dejó a mi hija sin el cariño de su madre, mi pequeña princesa no puede ser alimentada por su madre.

Debería estar pagando todo lo que hizo, sin embargo fue cobarde y atento contra su vida.

Lo logró, maldita sea.

Error Perfecto • Diego Lainez || Donde viven las historias. Descúbrelo ahora