• Veintiuno •

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𝔻𝕚𝕖𝕘𝕠 ; ☆

     Seis meses






Felicidad.

Es todo lo que puedo sentir, en verdad que desde hace seis meses mi vida cambio para bien.

El saber que ahora seré padre, que prácticamente tengo una familia formada, hace que quiera ser mejor persona día a día.

Jade a dejado de trabajar a diario, yo no se lo pedi. Ella sabe que yo jamás le prohibiría nada, ella es muy libre de hacer y deshacer con su vida laboral.

Yo mejor que nadie se lo que significa trabajar desde cero, por lo que yo jamás influi en su decisión.

En cambio fue ella quien decidió cuidar de su embarazo, mi mamá nos dijo que siempre los embarazos primerizos eran algo riesgosos.

Ambos sabemos que no lo dijo por asustarnos o algo así, si no para prevenir y tomar nuestras precauciones.

Así que aquí está ella, terminando de arreglarse para ir al centro comercial. Laura y Paulina nos acompañaran, así que es de imaginarse que seré quien cargue con las bolsas de aquí para allá.

No importa, solo quiero ver a mi chica ser feliz en está etapa de embarazo.


— ¿ listo? — me pregunta tomando su bolso.

— por supuesto, vámonos amor.

Ella sonrie y ambos salimos de la habitación, ella baja las escaleras con cuidado mientras sostiene su pancita de embarazo

Cuando salimos de casa, nos subimos a mi auto y nos vamos directo al centro comercial. Durante el camino vamos discutiendo sobre el nombre de nuestra bebé, yo quiero que se llame como mi mamá y a la vez no, Jade solo se ríe.

— Diego en verdad aún tenemos tiempo, no tienes por que estresarte más.

— lo se amor, pero en verdad, quiero comenzar a llamarle por su nombre. Amo decirle que es mi princesa, pero siento que desde antes de nacer hay que llamarles por su nombre. — le explicó y ella sonrie.

— Está muy bien, más que bien, ¿ que opinas de Miranda? —

Sonrió y la veo acusadoramente, pues su sonrisa traviesa me confirma que ya tenía planeado ese nombre. Ella parece darse cuenta de lo que pienso, así que se acomoda en su lugar y me ve.

— Cuando yo iba a la preparatoria tuve una amiga, mi mejor amiga, se llamaba Miranda. — dice ella haciendo una mueca. — Ella salió embarazada al poco tiempo de Andrés, nuestro compañero, algo sucedió con su embarazo y ella falleció cuando dio a luz — me explicó y mi corazón latio con fuerza.

Por suerte estamos en medio del tráfico, así que tomó su mano y la beso.

— Entonces Miranda será, me doy cuenta de que eso fue un suceso muy grave y fuerte en tu vida. Si te sientes feliz con que así se llame, yo también amor.

— Gracias por esto, eres el mejor amor, te amo.

Jade se acerca a besar mis labios Cortarmente, pues el claxon del auto detrás del mío nos hace separarnos.

Ambos reímos al darnos cuenta de que la fila delante de mi había avanzado, entonces arrancó el auto de nuevo.

Unos minutos más tarde hemos llegado al estacionamiento del centro comercial, nos bajamos una vez que tenemos el auto estacionado perfectamente.

Tomados de la mano entramos al enorme lugar, a lo lejos podemos divisar a nuestras amigas hacernos de señas para ir a donde ellas.

Cuando llegamos las saludamos con un beso en la mejilla, como dije, las chicas están aquí por que quieren comprar las cosas que falta para la bebé.

Ya tenemos su habitación decorada, la cuna, su ropita y hasta algunos peluches. Estamos aquí para comprar algunas cositas más, ropa por que se sabe que los bebés ensucian la ropa con leche o vómito.

Finalmente nos vamos a las tiendas departamentales, la sección de ropa para ser exactos.

Las horas se nos van volando mientras elegimos ropa para nuestra pequeña, Miranda, mi pequeña hija.

Cuando ya tenemos lo necesario, salimos de la tienda y nos vamos a una heladería. Las chicas hablan emocionadas del baby shower que es el mes que entra, así que aquí va el único hombre que las acompaña a pedir los helados.

Cuando llegó a recepción es evidente que la chica me coquetea, yo me limitó a pedir seriamente los helados de mi novia y amigas.

Pago lo que es por el pedido, la chica en cada momento me ve con una mirada que demonios, más que parecer de coqueteo parece acoso.

Finalmente voy a la mesa donde están las chicas, le entregó su helado a cada una y me siento al lado de mi novia. No hay que ser adivinos para ver que aquella chica aún me observa, además es de esas miradas pesadas que puedes sentir.

— Alguien está levantando pasiones — murmura Laura con una sonrisa burlona

— No digas mamadas Meriyein — le digo de broma y eso causa la risa de Paulina y Laura, excepto la de mi novia.

— Y también levanta los celos de alguien — dice Paulina.

— No tiene por que, ni topo a la chica — digo más para Jade que para mis amigas.

Es evidente que mi novia no estará tranquila, ahora con el embarazo sus celos son mucho más frecuentes.

— oye — la tomó del mentón para que me vea — Yo te amo, ¿ tu me amas? — le preguntó cómo si fuera un niño pequeño.

Una pequeña sonrisa se asoma en sus labios y no puedo evitar acercarme a besar sus labios.

— se me antoja tu helado — dice cuando nos separamos y yo suelto una risa negando.

— Es todo tuyo.

Ella sonrie y toma mi helado, por la forma en la que comienza a comer el helado me doy cuenta de que en verdad es un antojo.

La chica de hace un rato me sigue observando, aunque ahora sus ojos también viajan al vientre de mi novia.

No pierdo la oportunidad de acercarme y besar la pancita de mi chica, ella acaricia mi cabello con una sonrisa.

— ustedes dos son tan melosos — dice Paulina

— me da diabetes — le sigue Laura

— ay bueno ya déjennos, estamos enamorados — dice mi novia y yo asiento.

— más que nunca.


Finalmente terminamos nuestro helado y dejamos la basura en su lugar, seguidamente salimos del local.

Es hora de irnos y despedirnos de nuestras amigas, ellas se van a su auto y nosotros al mío.

No queda más que agradecer por lo feliz que soy con mi novia, no queda duda de que al fin he encontrado la felicidad.





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Error Perfecto • Diego Lainez || Donde viven las historias. Descúbrelo ahora