Capitulo V

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Capítulo 5

Me levanté y fui hacia mi habitación, necesitaba dormir un poco cuando el ruido de mi celular me sobresaltó al entrar y vi que la pantalla brillaba con el de "Nate", no sabía qué hacer, si contestar o dejar que sonara. Al final decidí contestar al 3 timbre.

- Nate?- dije en tono de sorpresa, necesitaba relajarme un poco cuando se trataba de este chico.

- Hola nena, necesito preguntarte algo- soltó con un poco de nerviosismo en su voz.
- Que pasa Nate, me estás preocupando- dije después de analizar todo lo que pasaba.
- Necesito verte, ven a mi casa si?- que que? Estaba escuchando mal al parecer, para que me quería en su casa, tal como pasó en el dichoso sueño, ya deja de pensar tanto Jane! Me grito mi subconsciente, escuche su voz preguntando de nuevo y volví a la realidad.

- si si aquí estoy- dije apresurada y tratando de sonreír.

- Vendrás entonces?- dijo un poco irritado

- Pásame tu dirección y estaré ahí en un momento- dije secamente y colgué.

En que me había metido? Si me quería ver era porque necesitaba decirme algo importante. Me levanté atónica y busque la ropa más apropiada para visitar a un chico, vaqueros y una camisa un poco ancha, nada de escotes, me coloqué unos zapatos cerrados y busque mi bolso.
Antes de salir de la casa llame a Miranda.

- Jane? -

- quien más - reí - tengo que contarte algo.

- voy a tu casa -

- no puedes, de eso te quería hablar - se me cortó la voz - me voy a ver con Nate - escuche un gritico a otro lado del móvil - en su casa - concluí.

- QUE QUE - dijo atónica - cuando paso todo esto?

- Jane... - dudó en decirme lo siguiente, - en su casa? No es muy rápido? -

- no se - fue lo único que logre decir.

- nena, ya sabes lo que pienso de la gente así, no te dejes - la amaba, siempre me cuidaba.

- obvio no - reí, pero al ver que ella no lo hacía me callé - voy tarde, te cuento cuando llegue, te quiero.

- Ok nena, yo también - y colgó

Salí de la casa a buscar un taxi, no sabía lo que me esperaba.

*Miranda*

Al instante que le colgué a Jane mi móvil sonó, "Sebastián Watson", contesté.

- ¿que pasó? - dije en tono brusco porque se suponía que no le hablaba por haberme dejado plantada la última vez.

- estoy afuera, abre -

Salí corriendo y me coloqué frente a la puerta, pero no la abrí y colgué la llamada.

-¿ por qué tendría que hacerlo?- dije a través de la puerta.

- Se que no me dejarías afuera -

- a que no? - dije desafiandolo.

- te tengo un regalo - dude en abrirle, pero quería ver que me había traído, si, era interesada, y bastante.

Abrí la puerta y Sebastián entró.

- ¿que me trajiste?-

- interesada - rodeo los ojos.

- dámelo - se acercó a mi.

- de verdad lo quieres? - estaba tan cerca de mi que podía sentir su respiración.

- obvio - volví y le rodé los ojos

- entonces toma -y me plantó un beso, al principio trate de rechazarme, pero me agarro la manos y me trajo hacia él.

Me agarro de la cintura y yo coloque mis manos sobre su cuello, caminamos hasta el sofá de mi casa y él se sentó, pero aún seguíamos besándonos, me senté en su regazo y el beso se intensificó. Cada vez se fue acostando más y más en el sofá y quede encima de él, había mucha pasión en aquel beso, me gusta, me desabrochó el primer botón de mi vestido y yo cedí, no sabía lo que estaba haciendo, pero me gustaba, otro botón y otro y otro más, le empecé a quitar la camisa y su cuerpo musculoso, quedo al descubierto, pase mis manos sobre sus marcados pectorales y me quitó todo el vestido.
Estaba en ropa interior encima de él, mi amigo de infancia y el chico de mis sueños, me tocaba la espalda y yo su cuerpo, nos seguíamos besando, le quite los jeans y quedamos los dos en ropa interior, me volteó y ahora él estaba encima de mi, me tocaba el cabello y mi no tan marcada figura, estaba apunto de desabrocharme el sostén cuando sonó un móvil, al principio no logre reconocer de quien era, Sebastián se separó y bufé, era de él, se sentó y yo lo imité.

Me quede mirándolo mientras hablaba con una persona con el ceño fruncido.

¿Qué había hecho? Estaba ahí semidesnuda con el chico que me había tratado mal y me había dejado plantada. Me levanté furiosa conmigo misma sentí la mirada de Sebastián en mi, subí corriendo las escaleras y cerré la puerta de un portazo.

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