🎙️|C A P Í T U L O 1

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MALAIKA

Ocho años antes...

Mi pulso tiembla y siento como mi pecho lucha para que mis pulmones funcionen correctamente. Quiero llorar, quiero hacerlo hasta morir.

Estoy sola...

Estoy sola en este maldito lugar.

Miro a mi alrededor y solo veo adolescentes cargados de dolor, crueles, resentidos con la vida. Este lugar es tan oscuro que no puedo ni siquiera observarlo.

-Chloe Ferro-grita una voz desabrida.

Levanto mi mirada y noto que todos tienen su vista en mí, mis manos no dejan de temblar sin importar lo mucho que intente pararlas.
Respiro hondo y me pongo de pie intentando verme fuerte, sé que en este lugar no es recomendable ser débil. Ya muchas chicas me están viendo como si fuera una carnada y no me está gustando nada.

Camino hasta la puerta, allí está una mujer de pelo negro y con cara de pocos amigos.

No puedo evitar no escuchar los susurros detrás mío.

"Ella es la tonta que se quedó huérfana porque su hermano y su mamá murieron en un robo"

"Ni siquiera sabe quién es su padre"

"Se va a quedar aquí, como todos nosotros"

"Con esas pintas de niña rica no va a durar mucho"

Mi rabia comienza a crecer dentro de mí, siento un ardor en el pecho que no me deja tranquila. Lo peor de todo es que sus murmuros duelen tanto que aumentan el martirio por el que estoy pasando.

-Te quedarás definitivamente en esta habitación, ya sabes las reglas y a qué hora son las comidas-habla la aterradora mujer frente a mí-. Hazte amigas, no querrás que estas chicas te vean como la enemiga.

Dicho eso, se da media vuelta y se va sin decir más.

Suspiro y camino nuevamente hacia mi cama pero en el camino alguien me pone la traba y caigo al piso. Me levanto rápidamente pero alguien vuelve a tirarme.

-¿Qué mierda haces?-espeto mirando a la chica que tiene un pie en mi espalda con intención de aplastarme.

Sonríe de forma malvada y agarra mi cabello con fuerza para obligarme a mirarla.

-Aquí mando yo y tendrás que adaptarte a mis reglas-dice autoritaria-. De regalo de bienvenida nos darás toda esa ropa cara que tienes allí.

Intento salirme pero hace más presión, las demás jóvenes solo le festejan y hacen un bullido fuerte. La rabia crece dentro de mí y quiero levantarme para golpearla pero sé que solo terminará peor y la afectada seré yo.

Debo aguantar.

Debo buscar la manera de sobrevivir en este lugar.

Cuando tenga diciocho voy a poder irme, solo quedan unos cuatro años. Encontraré la manera...

Cuando por fin me dejan ir, voy a mi cama y les doy toda la ropa que he traído. Estoy harta de todo, aquí dentro no soy nadie y me importa una mierda esa ropa. Tal vez estás niñas la necesiten más que yo, se nota que nunca han tenido nada.

Llega la hora de la cena y no voy, no tengo apetito. Por suerte nadie me ve y puedo acurrucarme tranquila en la incómoda y precaria cama que ahora será mía. Al cerrar los ojos sólo se me vienen recuerdos de mi madre junto a mi hermano, momentos felices en donde solo éramos los tres y estábamos bien con eso.

Eterna condena Donde viven las historias. Descúbrelo ahora