MALAIKA
El timbre suena y suena cientos de veces sin parar, me despierto a penas con fuerzas para abrir los ojos y suelto un suspiro antes de levantarme de la cama. Cuando Artemis me trajo a mi apartamento me acosté y luego de pensar muchas cosas me caí rendida en un sueño profundo...
Hasta ahora.
Busco el reloj y miro la hora, me quejo al darme cuenta que ya es mediodía. El timbre sigue sonando y eso me irrita más.
¿Quién carajos es?
Acomodo un poco mi cabello y camino lo más rápido que puedo hacia la puerta, la abro y mis ojos se abren al verlo a Viggo frente a mis ojos. Está desesperado y se adentra sin previo aviso, observa el departamento por todas partes y luego vuelve a mí.
—¿Qué haces aquí?—inquiero con la voz ronca.
Está furioso.
—¡¿Qué hago aquí?!—repite—. No has contestado mis llamadas, tampoco mis mensajes. Ni siquiera te has molestado en darme una señal de vida Malaika—espeta.
Un nudo se instala en mi estómago y me da un poco de miedo, hace mucho tiempo que Viggo no se enojaba de esta manera conmigo.
Antes de que pueda responderle me toma del brazo y de un tirón me obliga a sentarme en el sofá, llevo la camisa de Artemis como pijama y eso es lo que él observa con tanto detenimiento.
—¿Piensas darme una explicación?—dice alterado.
Quiero responderle pero es como si estuviera muda, ni siquiera soy capaz de moverme. Lo miro a los ojos y veo la furia que hay en él, las venas de su cuello se marcan mientras que las mangas cortas de su camisa me dejan ver la contracción que hacen sus brazos cuando aprieta su puño con fuerza.
—Salí con Barby como te lo había dicho y el celular estaba guardado, llegué tarde a cada y yo...—intento darle una justificación con la voz agrietada.
Resopla y los músculos de su enorme cuerpo están muy tensos.
Me toma el mentón de mala manera y conecta su mirada con la mía como si quisiera analizarme, luego pasa su mirada posesiva por mi cuerpo y me incorporo en el lugar. Mi respiración está agitada y su silencio me aterra.
Suelto un pequeño grito cuando toma la camisa que llevo puesta con su mano y de un tirón fuerte me la quita, rompiendo todos sus botones y alguna costura. Me quedo en ropa interior y solo lo observo.
—Esa camisa no es mía—brama.
Trago grueso.
—Lo sé Viggo, pero tú sabes que yo estoy aquí con un objetivo.
Su mandíbula se tensa en cuanto escucha mis palabras.
Su mirada autoritaria se clava en mí.
—¡¿Cogertelo el primer día?!—reclama a los gritos.
Subo las piernas al sofá y las abrazo como si quisiera cubrirme de él o encerrarme en mi propio caparazón.
Que idiota soy.
—Yo.. no...—hablo pero ni siquiera tengo palabras.
Viggo no suele enfucerce de esta manera por nada, tiene que haber una razón.
—Cierra la maldita boca Chloe—espeta mirándome a los ojos amenazante.
Me quedo en silencio pero luego tomo valor y hablo.
—Mi nombre es Malaika—pronuncio segura.
Él sabe que nunca he querido que me llame de esa manera.
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Eterna condena
Literatura FemininaUn joven productor exitoso y una bella cantante. El pasado los une y la música los reencuentra. La venganza viene de la mano de una endulzante y pasional melodía. Malaika tiene el corazón roto y Artemis Caniglia lo sabrá de la peor manera. ¿El ca...