MALAIKA
Seducir a Artemis es algo fácil, toda su vida ha sido un mujeriego sin remedio y conozco sus puntos débiles. Sé perfectamente que no darle lo que quiere es lo que más le excita, en este momento soy su objetivo pero en cuanto pase lo más mínimo entre nosotros dejaré de serlo porque así es él.
Nuestras respiraciones se chocan y el calor comienza a ser un poco agobiante para ambos, me lamo los labios de una manera provocativa para luego alejarme por completo de él.
—Creo que tengo la canción perfecta para la presentación —hablo cortando todo tipo de tensión.
Artemis tarda unos segundos en reaccionar, aclara su garganta y vuelve a fingir como si nada hubiera ocurrido hace unos segundos.
—Tiene que ser un verdadero Hit y que muestre todo tu potencial, necesito que llames la atención de todos—explica serio.
Sonrío y asiento con la cabeza.
Está distante y su rostro expresa seriedad.
—Lo tengo en claro—respondo.
Su mirada celeste me repasa de pies a cabeza para luego caminar hacia mí, me quedó quieta hasta que lo veo pasar por mi lado dejando todo su aroma en mi espacio personal. Respiro hondo y volteo mientras lo observo inclinarse para checar algo en su laptop muy concentrado, se tarda unos largos segundos hasta que la cierra y me da una mirada rápida.
—Vamos al estudio—pronuncia.
Sin decir nada lo sigo, se frena un segundo y me deja pasar por delante de él y al hacerlo no puedo evitar soltar una risa silenciosa.
Sé perfectamente por qué lo hizo.
En L'Olympe hay artistas muy buenos y mucho personal trabajando, aunque quiero causar una buena impresión estoy consciente que en cada paso que doy aquí dentro muchos me miran de mala manera. Camino con la frente en alto y una expresión amable pero amenazante para muchos.
Entramos y de repente siento el ambiente demasiado chico para nosotros dos solos, la energía que manejamos ambos es bastante densa en cualquier lugar. Artemis sigue serio y formal cumpliendo su rol de productor musical y me pide que me adentre en la pecera.
Me coloco los audífonos mientras acomodo el micro a mi altura.
Él me mira desde el otro lado del vidrio, lo veo inclinarse y apoyar su brazo sobre la mesa, al flexionarlo sus músculos se tensan y la cadena que lleva en su cuello queda colgando en el aire. Por alguna maldita razón esa posición y la imagen que estoy teniendo de él frente a mis ojos me provoca un poco de nervios.
—Te voy a poner la pista de la canción que cantaste el día de mi cumpleaños —pronuncia a través del micrófono.
Asiento con la cabeza.
Ser cantante es un sueño que siempre he tenido, no es que surgió de un día para otro, es como si siempre hubiera sido parte de mí. Incluso cuando tenía seis años estaba convencida de que seria una verdadera reina en la música. Nunca supe cómo ni cuando, simplemente lo sentía dentro de mí. Pero supongo que no importa con cuánta intensidad lo soñaba, la vida tenía otros planes para mí.
En este momento de mi vida la única debilidad que tengo es la música, es un punto débil que me toca muy profundo. Tengo tanta pasión por esto que estar aquí en un estudio de grabación aún cuando mi productor es mi peor enemigo me hace olvidar todo.
Pero lo que más me duele es obligarme a no hacerme ilusiones.
Vine aquí para un solo objetivo y mi carrera musical no es parte de ello.
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Eterna condena
Literatura FemininaUn joven productor exitoso y una bella cantante. El pasado los une y la música los reencuentra. La venganza viene de la mano de una endulzante y pasional melodía. Malaika tiene el corazón roto y Artemis Caniglia lo sabrá de la peor manera. ¿El ca...