Malaika
Mi celular no deja de sonar y me doy cuenta de que es Viggo así que decido ignorarlo, bloqueo la pantalla para luego dejarlo boca abajo.
No puedo pasar un segundo en que no la observe a Verónica y vea a mi mamá a través de ella. Supongo que todos estos años he estado ignorando el hecho de que ella está muerta y nunca la dejaré de extrañar sin importar cuánto tiempo pase.
—Malaika cariño, ¿Qué hay de tu familia?—pregunta de repente la mujer frente a mí.
Hemos venido a un restaurante muy elegante y costoso, Artemis ha estado todo el tiempo con su celular pero al oír aquella pregunta lo deja a un lado y apoya sus codos sobre la mesa para luego clavar su mirada en mí. Ambos están esperando una respuesta y mi pulso está a mil.
Trago grueso y la miro a los ojos seguridad.
—Vivo con mi padre Viggo—pronuncio en un tono duro—. Mi madre falleció y soy hija única.
Ninguno pronuncia ni una palabra, mi mirada amenazante se posa sobre Verónica y sin decir nada le estoy advirtiendo que no podrá conmigo. Sé que ella puede ser la mejor persona del mundo contigo si le agradas pero si no, puede hacer de tu vida un infierno.
Es irónico que esté frente a la niña que vio crecer catorce años y no lo sepa, en cambio está tratando de conocerme como si fuera una completa extraña cuando yo la conozco más que sus propios hijos.
—Se está tardando bastante la comida—interrumpe Artemis cortando toda la tensión del silencio.
Lo miro y aunque no me está mirando me quedo viendo su perfecto perfil. Mi mirada es profunda y difícil de disimular, me quedo tildada por unos largos segundos hasta que el mozo llega para servirnos la comida que ordenamos hace rato.
No puedo manejar mis malditas emociones cuando se trata de la familia Caniglia, sé que debería ser más precavida pero es un impulso que no puedo controlar y que podría delatarme en cualquier momento.No creí que sería tan difícil...
Ellos eran mi segunda familia y ahora son todo lo que detesto.
Me siento una idiota por aún a pesar de todo seguir deseando que todo fuera como hace ocho años, sentirme completa y feliz con mi familia. Quiero seguir siendo esa niña que disfrutaba de la vida sin saber qué tan dura era, quiero seguir soñando como lo hacía antes sin que mis propios pensamientos me maten las ilusiones.
Porque esta vida es más agradable cuando no conoces es peso de ella.
—Gracias—le digo al mesero.
Observo mi plato de pastas con salsa roja.
No tengo mucho apetito y los nervios no ayudan pero intento darle un bocado a mi comida, ella comienza a comer muy delicadamente pero se dedica más a analizarnos con la mirada que lo que come. Artemis corta su carne asada en varios trozos para luego pincharla junto a sus papas.
—¿Cómo te ha tratado mi hijo?—pregunta con cierta diversión.
La miro y sonrío con sarcasmo.
—Bueno a penas lo conozco pero ha sido bastante amable—le digo y miro a Artemis con una sonrisa pícara —. Lo que sí puedo decirle que amo a su perrito, ¿Se llama Henry verdad?—pronuncio aquella pregunta que logra crear toda la tensión.
Artemis deja de comer para limpiarse la boca y asentir de una manera nerviosa.
Su madre tiene una expresión de pocos amigos, observo cada detalle de su expresión facial al escuchar el nombre de mi hermano y no le ha gustado para nada que lo nombre.

ESTÁS LEYENDO
Eterna condena
ChickLitUn joven productor exitoso y una bella cantante. El pasado los une y la música los reencuentra. La venganza viene de la mano de una endulzante y pasional melodía. Malaika tiene el corazón roto y Artemis Caniglia lo sabrá de la peor manera. ¿El ca...