«No hay una visión más triste que la de un joven pesimista» -Mark Twain.
Capítulo I
Tres semanas más tarde era primero de Febrero y yo aún estaba un poco atento a las sombras a mi alrededor, pensaba que podrían ser YoonGi. Una parte de mi lo ansiaba, mientras que la otra estaba detestando esa idea y jamás creí que podría sentir ambas emociones en un día a día, era estresante.
-Si sigues pensando en él más difícil se te hará olvidarlo -me dijo JeonSoo mientras tomaba un sorbo de su jugo de naranja.
-No puedo evitarlo -caí rendido en la mesa en la que estábamos-. Algo me dice: «buscalo», pero cuando comienzo a hacerlo es como si me convirtiera en dos personas diferentes y uno lo siguiera amando mientras que la otra cada vez lo odia más. Es molesto.
Ella suspiró, se apoyó en la mesa de la misma forma en la yo estaba pero del lado contrario para poder vernos las caras. Se veía radiante, genuina y feliz, y yo estaba contento por ello.
A pesar de que aquella noche no fui el único que tuvo un reencuentro con el pasado, JeonSoo se tomó bien su visita, como si de alguna u otra forma la necesitara, pero hace días que sentía que algo me estaba ocultando y desde esa noche esa sensación se ha intensificado. No obstante, no podía presionarla a que me dijera, no mientras aún se encuentra dando pequeños pasos en esto de vivir la vida felizmente.
-¿Quieres ir al estudio? -preguntó sabiendo que utilizó la pintura no sólo para plasmar lo que me hace feliz, sino todo lo que siento- No has ido desde ese día y quizás eso es lo que te haga falta.
Sonreí ante su idea, aunque ya lo había pensado antes, pero me negaba a hacerlo. Eso significa plasmar a YoonGi. -Quiero, pero siento que si termino yendo pensaré más en él.
Lo comprendió y no insistió más. Hay momentos en los que un amigo debe dejar de insistir y este era uno.
Durante las siguientes horas me mantuve en casa ignorando a todos y dedicándome a leer el libro aunque fuese en vano pues no entendía nada de lo que leía, debía repetir como dos veces la lectura en cada página que se me presentaba y eso hacía de la situación una más estresante. Deje el libro de lado y tome mi celular e intenté buscar en mis fotos algún recuerdo lindo que pudiese borrarme estos pensamientos tan desesperantes que llevaban por nombre el de ese chico que no he visto, pero que sí he sentido pisando mi sombra. Fue estupido, la primera foto que se me presentó fue la de él sonriéndole a la cámara y me cuestioné de forma inmediata que había sido de ese chico.
«Quizás nunca existió y como Taehyung solo fingía».
En ese momento alguien tocó a la puerta y la abrió sin esperar una respuesta de mi parte. -Iremos por un trago, ¿quieres venir? -preguntó SooRim con una sonrisa, pero al verme su semblante cambió drásticamente- ¿está todo en orden?
Asentí de inmediato y me levanté para decirle que todo estaba bien, que no tenía de qué preocuparse. La verdad era que presentía que SooRim aún estaba lidiando con sus propios problemas y no quería presionarla con los míos, por lo que decidí no decirle sobre aquel encuentro con YoonGi en la librería.
-No quiero emborracharme hoy, pero eso no significa que ustedes no lo hagan -dije acompañándola a la puerta y viendo cómo todos los demás ya se encontraban afuera, mirando curiosos la nueva escena.
A penas cumplimos la mayoría de edad y nos fuimos directo a un bar. Es curioso cómo hemos pasado por tantas cosas cuando recién estamos entrando en los veintiún años. Unos más mayores que otros, pero SooRim y yo recién estábamos entrando en la supuesta adultez de la que tanto hablan. El alcohol ayuda a sobrellevar las cosas, sin embargo después de la última vez que me emborrache prefiero mantenerlo lejos. Acabé sin una camisa y llorando porque mi mejor amiga había pasado una vida muy difícil, eso había pasado cuando llegamos a Daegu, sí, primer día. El día de hoy si llegara a tomar quizás mis problemas saldrían como palabras hasta por los codos y es lo que menos necesito.
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Bittersweet Dream | YoonMin #3
FanfictionMuchas veces soñamos con personas que conocemos, que pudimos conocer e incluso que tuvimos que alejar. Algunos se convierten en dulces sueños, otros en pesadillas y, en el peor de los casos, en sueños agridulces; aquellos que amamos tanto como odiam...