Capítulo XIV.

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Capítulo XIV.

«Oh, sí... El pasado puede doler, pero tal como yo lo veo puedes huir de él o aprender».

-El Rey León, 1996.


Desconocido:
Kang JaeYoon.


-Matame, haz lo que quieras -dijo a pesar de haberle disparado a un costado de su cabeza con la intención de mostrarle que no dudaría ni un segundo en asesinarla si no dejaba de gritar-. Ya estoy cansada.

-Ya lo creo -me burlé y le pase la punta del arma por sus mejillas húmedas, quitando algunas lágrimas que caían y quemándola de por medio. Ella no hizo ni una sola mueca-. Solo quiero divertirme un rato contigo -Sonreí. Fue entonces que vi el miedo en su rostro, cuando pronuncie esas palabras tan simples para mí-. Si sigues viva es por esa mísera razón porque quiero saber qué demonios es lo que hizo que el idiota de abajo terminará muerto de amor por ti.

La vi dudar en si responder o no, pero terminó bajando la cabeza y callando. Sí había una palabra que podría describirla sería «débil», y la simple palabra ya me era asquerosa y decepcionante. Pero quería saber, ¿qué genia ella que las demás no? ¿Qué tenía ella que yo no tuviera? ¿Senos? ¿Importan?

Agarré su cabello entre mis manos y comencé a tirarla hasta mi habitación. Ella ya no gritaba, y eso me hizo enojar porque amaba escucharla gritar. Supongo que después de tanto terminó rindiéndose, muriendo en vida. Creí que se le pasaría al cabo de unos días, pero siguió cabizbaja, sollozando y esperando dar su último respiro.

P;Jm

Tres noches y cuatro días. Ya no sabía dónde estaba, solo tenía en cuenta que me moría de frío y cada vez que volvíamos al pueblo en busca de abrigo, comida y techo, sentía mis esperanzas en el suelo; me estaba perdiendo, y eso no era lo peor, sino que también los estaba perdiendo.

-Debería ir solo yo ahora -dijo Jungkook viéndome con lástima. Últimamente al estar expuesto a los climas de Ggweing había enfermado con rapidez. Al mirarme en el espejo solo podía ver un rostro pálido que necesitaba calor, pero que cuando lo encontraba, se sofocaba por el mismo.

-Te acompaño -logré decir mientras me ponía de pie, pero fue en vano, terminé cayendo en el suelo de aquel supermercado en el que habíamos entrado para pasar la noche. El bosque ya no era el mismo que conocíamos, era más grande, más salvaje, más peligroso y engañoso-. Quédate aquí, prometo regresar.

-Estoy seguro que si vas solo no lo harás.

-No soy Min YoonGi, volveré.

Pero volví a ponerme de pie. No sabía de dónde sacaba tanta fuerza para hacerlo, o quizás sí; lo veía, en todas partes, lo veía, con su sonrisa tan tierna, sus ojos que se cerraban cuando sonreía y esas mejillas tan llenas de amor, estaba ahí, viéndome, sonriéndome, alentandome, pidiendo que sea fuerte por él como él lo fue por mi tantas veces. Cada vez que me buscaba en el instituto tomaba mi mano frente a los demás. Cada vez que me intento abrazar después de la supuesta muerte de mi hermana. Cada vez que estuvo viéndome a la distancia, protegiéndome. Cada vez que me miraba.

Nunca creí amarlo tanto después de odiarlo, pero lo hago y no puedo evitarlo. Lo hago porque una parte de mi puede ver a través de él y encontrar al mismo chico del que me enamoré. Sigue ahí.

-Quiero ir... por favor...

Jungkook me miraba asombrado, como si buscara respuestas a mi fuerza de voluntad por seguir saliendo día a día tras alguien que juró odiar. Pero sonrió, y aún herido, se acercó a mí, rodeo mi cintura con su brazo e hizo fuerza para mantenerme de pie y avanzar conmigo, ni siquiera me di tiempo de pensar que soy una carga, no necesitaba eso. Así como una, puede tirarme en cualquier momento, pero yo quería seguir avanzando mientras dábamos los últimos pasos que nos quedaban.

Bittersweet Dream | YoonMin #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora