Capítulo X.

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«Las personas que creen que tienen la facultad de ejercer cierto grado de control sobre sus vidas son más saludables, más eficaz y más éxito que aquellos que no tienen fe en su capacidad para llevar a cabo cambios en sus vidas». -Albert Bandura.

Capítulo X

M;JS

Tiempo.

Algo que todos conocen, pero desconocen a la vez.

-¡NamJoon! -grité su nombre entre toda la neblina de la tarde que nos había atrapado en el bosque después de aquel encuentro feroz, salvaje- ¡Nam!

Su nombre salía de mis labios como un desesperado pedido de ayuda pues había perdido el arma cuando caí; mi cuerpo estaba atrapado entre hojas húmedas y tierra mojada se un hoyo provocado por la misma naturaleza. No podía salir y solo lograba ver las ramas de los árboles que ahora se encontraban sobre mí.

No tuvimos noción del tiempo a pesar de habernos visto los relojes en las muñecas; se nos escapó de las manos y terminamos corriendo por nuestras vidas a pocas horas de que la noche empezará. Mi reloj, ahora inútil, se congeló y yo no sabía cuánto tiempo me quedaba antes de que la fría noche llegará a mí.

Se sintió como aquella noche en la que todo a mi alrededor me gritaba «huye». Aquella noche fría y caliente a la vez, pues la noche y sus vientos congelaba mis huesos, pero las llamas de lo que creía mi hogar hacían que en mi rostro se encontraban gotas de sudor; la muerte de mi abusador desató mi miedo, así como mis ganas de esconderme debajo de cada piedra en el camino. Necesitaba hacerlo. Busque muerte y paz a la vez. Seguridad y amenaza también; algo que me hiciera sentir y a la vez, morir.

-Mamá -hacía mucho que no suplicaba en su nombre pues su voz y rostro ya no eran recordados-. Tengo miedo.

Lo tenía. Había salido de la cabaña con la valentía escrita en mi cabeza, pero al primer sonido del disparo, muchos recuerdos llegaron a mí cabeza y terminé corriendo hasta caer en este hoyo; perdí a NamJoon y lo siento mucho.

«Alguien nos persigue». Fue lo último coherente que escuche salir de sus labios antes de un quejido ronco al sentir la bala rozar su hombro, pude ver la herida y la sangre derramarse lentamente por su brazo, así también observé cómo él levantaba el arma con dolor y disparaba a la nada, porque eso había, nada. Yo solo corrí en mi nombre, en el de Jimin y SooRim; no quería terminar como una vez ellos por culpa de otros terminaron. Me había encariñado de la vida y ahora ya no soy alguien que busque estar al borde de ella para sentir todo y nada a la vez. No quiero morir.

Unas pisadas me alertaron y pensé que por fin aquel chico me había escuchado, NamJoon había llegado a mi y estaba completamente a salvo.

Pero no fue así.

Una máscara se asomó desde arriba, una máscara oscura; un hombre sin rostro, pero que tenía ojos y me observaba atento, con un arma en sus manos. Sentía que sonreía al verme y ese sentir hizo que mis costillas comenzarán a aprisionar mis pulmones apretando todo en aquella zona, todo, incluyendo el corazón que no dejaba de latir desenfrenado.

En ese momento solo pensaba una cosa: debí haberle hecho caso a JungKook.


P:Jm


-¿Dónde estamos? -pregunté al abrir la puerta de la habitación donde me había indicado YoonGi que abriera, la noche estaba cayendo y aún seguíamos en el centro del pueblo. Caminar a estas horas por el bosque era una amenaza- ¿YoonGi?

Bittersweet Dream | YoonMin #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora