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Temática: Prendas con aroma
Pareja: Blindshipping (Atem x Yugi Mutou)/ Makoto Sunakawa x Yugi Mutou.
Continuación de "Celos"

Su nariz aspiraba con fuerza la sudadera que tenía en sus manos, percibiendo el olor, casi inexistente por el tiempo, a chocolate recién hecho

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Su nariz aspiraba con fuerza la sudadera que tenía en sus manos, percibiendo el olor, casi inexistente por el tiempo, a chocolate recién hecho.

- Suna - Le llamó su amigo, un gruñido salió de sus labios cuando esté le intento quitar la sudadera.

- Sólo déjame solo, Takeo - Pidió, sus manos se aferraban a aquella prenda como si su vida dependiera de ello.

- Sunakawa-san, esto solo le hace daño ... Yugi-san no va a volver - Musitó la beta.

Yamato soltó un chillido de dolor cuando fue agarrada del cuello por el rubio, Takeo apenas logro quitárselo de encima antes de que intentará hacer algún daño a la beta.

- ¡¿Qué sucede contigo, Suna?!, no te desquites con Yamato, has sido tu quien apartó a Yugi-san, no nosotros - Las palabras del moreno calaron en el rubio, quien bajo la mirada - Vendremos cuando te hayas calmado.

El alfa se dejó caer en su cama apenas escucho el "clic" de su puerta siendo cerrada.

Volvió a ver la sudadera azul con tristeza, aquella prenda era de las pocas que todavía tenía impregnado el olor del omega, las demás lo habían perdido con el paso de los meses que, en ocasiones, olvidaba que alguna vez tuvieran ese olor tan característico en él.

Yugi.

Dolía tanto escuchar su nombre, imaginar su silueta, sus ojos grandes y brillantes o su olor tan dulce que le tranquilizaba.

Lo más doloroso no era su partida, sino la razón por la que se había ido; el omega no había sido el causante de su ruptura, mucho menos el alfa de olor nauseabundo que siempre se pegaba a él como chicle, no, había sido su culpa.

Sólo su culpa.

Yugi era la mejor pareja de todas, demasiado honesto y transparente en sus acciones, jamás le había mentido y siempre le demostró la fidelidad que le tenía; sin embargo, aquello no mermaba sus celos hacia el alfa llamado Atem, el verlo hablar con este, sonreírle y reír por sus malos chistes le hizo sentir celos y, cuando le dijo que el alfa podía comer con ellos, todo empeoró.

Verle pegado a su pareja, impregnandole de su olor nauseabundo y, peor aún, ver como luego iban juntos a su hogar cuando él debía de quedarse, lo hizo cegarse de los celos.

Le dijo palabras que no deseo decir.

Hizo cosas que no quiso hacer.

Y Yugi simplemente salió de su casa con lágrimas en sus ojos violetas, llevándose consigo aquél olor que tanto le había hecho feliz.

Se fue para no volver jamás.

Por su culpa.

Sólo su culpa.

- Yugi, ¿sucede algo? - Preguntó el alfa, al ver cómo este olfateaba el lugar

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- Yugi, ¿sucede algo? - Preguntó el alfa, al ver cómo este olfateaba el lugar.

El omega apretó su agarre y entendió lo que sucedía cuando vio a la lejanía al alfa rubio y sus dos amigos, gruño al verlos, tan tranquilos como si no hubiera ocurrido nada.

Los odiaba, pero debía ser fuerte por el omega.

- Tranquilo, estoy aquí.

Soltó sus feromonas haciendo que esté se calmara antes de que siguieran su camino al aula donde tenían clases.

Atem quiso ir y golpearlo hasta el hartazgo, pero sabía que el tricolor no se lo permitiría porque aún sentía algo por ese sujeto.

No podía hacer nada contra su destinado.

Si, eran destinados, lo supo desde el momento en que el omega se acercó sonriéndole en su primer día, ignorando el olor que alejaba al resto de las personas; aún así, había guardado aquello en su ser, porque sabía que Yugi amaba a alguien más y que no era él.

Dio lo mejor de si para no causarle problemas con su pareja, intentando no demostrar el amor que sentía hacia su destinado, porque si, había empezado a amarlo y, aunque no fuera su destinado, lo hubiera amado sin duda alguna.

Lamentablemente no importo cuanto hizo para que sólo fuera una amistad como la que tenía con sus primos en Egipto, no cuando lo encontró en el parque, esa noche de lluvia, llorando con el corazón destrozado.

Su mejilla y su muñeca derecha tenían la marca de una mano, además de que sus ojos se habían opacado.

No necesito explicaciones, sabía quién era el responsable de aquella escena y, aunque cualquier persona se hubiera aprovechado de la situación, él sólo se sentó y lo consoló, sin importarle que terminaría resfriado después.

Porque era más importante Yugi que una pequeña enfermedad que se iría días después.

De aquél suceso habían transcurrido seis meses y, aunque Yugi fingía que seguía adelante, él sabía que el dolor seguía ahí; lo sabía cuándo tenía que contestar las llamadas a las dos de la mañana porque el omega despertaba de una pesadilla, lo sabía porque más de una vez salió de su hogar para consolar al tricolor hasta que las lágrimas dejaban de caer.

Lo sabía porque, a través de ese lazo que los unía como destinados, podía sentir el dolor en cada fibra de su ser, un dolor que le lastimaba, porque alguien como Yugi no merecía sufrirlo.

Todo por ese maldito alfa de cabellos rubios.

- Deberíamos ir por hamburguesas después de las clases, yo invito - Propuso, oliendo las feromonas de felicidad que emanaba este de forma involuntaria; desde esa ruptura, a Yugi se le hacia imposible controlar sus feromonas, haciéndole más transparente que cuando le conoció por primera vez.

Aquello había causado que se propusiera el evitar que ese alfa de cuarta y cualquier otra persona en el mundo le hiciera daño al omega.

Que no se volviera a acercar a menos de cinco metros de su destinado o terminaría con la garganta desgarrada.

- Me encantaría ir, Atem.

Y también se había propuesto volver a hacerlo sonreír como antes, a escuchar nuevamente su dulce risa.

Porque amaba esa sonrisa.

Porque lo amaba a él.

Porque lo amaba a él

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Omegacember (Yugi x all)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora