41✧*|Plan.

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CAPÍTULO 41=PLAN.


Antes de que se fueran a su casa, Alonso y Reygi me ayudaron a idear el plan de planes, el unicornio de los planes, el plan más perfecto en la historia de la cagadera y lo puse en marcha de inmediato.

Reygi de mala gana se quedó con los primos de Sanden mientras Alonso y yo íbamos a un spa, yo porque necesitaba un recorte allí abajo y Alonso porque dijo que él también lo necesitaba, así que nos fuimos.

Luego del spa y con los cuerpos más suaves que culo de bebé, pasamos por la casa de mamá.

Yo no entré para evitar que la doña me dijera que el Daddy o "Demonio" se me había vuelto a meter, lo cual era verdad, lo hizo bien profundo, así que Alonso entró y sin que ella se diera cuenta tomó mi tarjeta de donde mamá la había escondido y nos fuimos de compras.

Mi sonrisa se hizo inmensa al ver que tenía mucho saldo, cortesía del padre pervertido y de sus primas que habían pagado el alquiler.

Casi perdono el que me hayan robado mi maquillaje, casi.

Pero no compramos maquillaje, aunque Alonso era experto en eso. Él me había enseñado a maquillarme. En su lugar compramos bombachitas que no me gustaban porque cubrían todo y traían volados, pero que tenían palabras como "Te encanta esto" con una flecha señalando hacia abajo, que hicieron a la prenda menos desagradable y más sensual a pesar de sus tonos pastel.

Además Alonso insistía en que si no me lo compraba yo, se lo compraba él a Reygi y tuve que apiadarme de mi amigo, ya suficiente castigo tuvo cuando Alonso lo vio y le dijo "Hola, soy Alonso y me gustas ¿Quieres ser mi novio?" Y luego tuvo otra castigo cuando yo le dije "Hola, soy la hermana de Alonso ¿Quieres ser su novio?"

Pobre Reygi, encima cuando regresamos a la mansión, él estaba observando de reojo a los monstruitos mientras veían una película, pero de inmediato se puso en marcha y me dio su celular.

Era el turno de unir al Daddy con el resto del plan y así lo hicimos, ahora solo tocaba esperar que el Daddy aceptara sin que se diera cuenta de que éramos nosotros.

Cenamos entre risas y a las doce los monstruitos se fueron a dormir y Heyden los siguió, así que nos quedamos mis hermanos y yo en el comedor hasta que también se marcharon y yo aproveché para limpiar el desastre que habíamos hecho y para ver qué ropa me iba a poner al día siguiente.

Mis ojos se fueron a un vestido con más transparencias que un camisón, me lo probé y justo en ese momento llegó el Daddy que me nalgueó y tomándome por las caderas juntó nuestros cuerpos frente al espejo.

—Es demasiado— murmuró en mi oído, inclinándose para llegar y reí.

Como si no lo supiera, Daddy, pero me encanta que te inclines ante mí, sigue así.

—¿Mañana tienes que ir a trabajar?— le pregunté mientras me seguía mirando al espejo ignorando la ropa elegante con la que se vistió para alguien que no soy yo.

Esa camisa azul marino le queda del infarto.

—No, tuve una solicitud, pero no la voy a aceptar...— mierda.
—Aprovecharé el día para pasar tiempo contigo y mis primos— me rodeó con sus brazos y me deshice de ellos.

—Deberías ir, mañana yo no voy a estar y Heyden tiene una cita, le dije que si no llevaba a sus hermanos, no iba al cine— mentí y me saqué el vestido por la cabeza, tomé otro más recatado, pero a la vez tan sensual que me encantó y sé que a Alonso también y para ver si se adaptaba a las condiciones hice un mini perreo con mi trasero.
—¡Perfecto!— exclamé y cuando giré la cabeza Sanden me estaba viendo.

Sanden: Una noche olvidable.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora