50✧*|Duerme.

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CAPÍTULO 50=DUERME.

Salí a caminar por la noche con las olas como mi único sonido de fondo, me tomé unos segundos para recordar mis últimas vacaciones aquí y con eso atraje a la vieja Brittany, esa chica dulce y rosada que sonreía al ver los peces en el agua cristalina. Recordé jugar con mamá en las olas, entrando al agua cuando solo quedaba arena y corriendo fuera cuando las olas se acercaban intentando mojar nuestros pies.

Cerré mis ojos y sumergí los pies, pero no fue lo mismo, después de todo esa Brittany había muerto hacía años.

Me alejé de la orilla y continué caminando, los vecinos más cercanos estaban a un kilómetro y el bar más cercano a cinco calles de ellos y es ahí a dónde me dirigía.

Quería beber, desde aquel mal exámen o aquella cita con Sanden no lo hacía y a este punto tenía muchas cosas que apagar con la ayuda del alcohol.

Tardé unos minutos en llegar, no había muchas personas a pesar del buen clima. Según recordaba aquí solo venía gente adinerada y algunos turistas en la temporada alta, pero aún no estábamos en la temporada alta y las personas eran mucho más mayores que yo.

Jubilados multimillonarios y sus esposas mucho más jóvenes, reí de solo pensarlo. Sanden me lleva pocos años, pero ellos, vaya, es increíble que su ding dong aún funcione.

Algunas personas me vieron reírme sola, seguro parecía una loca, pero aún así les enseñé mi dedo corazón y cuando apartaron las caras con disgusto me senté en la barra y pedí lo que el daddy no me había dejado beber en nuestra cita.

Whisky.

—Deja la botella— le ordené al barman y revisé que mi teléfono tuviera carga, pedí el número de un taxi y cuando me lo dieron lo guardé entre mis contactos para marcarlo cuando ya estuviera tan ebria que ni siquiera podría caminar estás quince calles de regreso a la casa.

Me aburrí rápido, ví a algunos chicos, ellos también me miraban y se quedaban hipnotizados por la minifalda que traía puesta y el top de escote en V que dejaba a la vista hasta mis pecados.

El padre pervertido se me vino a la cabeza, bebí mi vaso para contener la carcajada e hice una mueca ahora entendiendo porqué el daddy no me había dejado.

Es demasiado fuerte.

Dudando en si beber otro o irme, me volví a servir. No estaba ni de cerca de emborracharme y eso debía cambiar.

Aunque la bebida me pareció de lo peor y hacia muecas cada vez que mi garganta se quemaba continué bebiendo hasta que el barman intentó quitarme la botella.

Saqué dinero y se lo di o quizás lo dejé caer sobre la barra, no lo sé, pero fue suficiente para que me dejara seguir bebiendo. Me acabé otro vaso antes de sentirme mareada e incapaz de caminar y sonreí pues aún recordaba mi plan.

Saqué el celular y llamé a la pequeña agencia de taxis en la isla.

—¿Brittany?

Me reí.

—¿Cómo sabe? — pregunté. Ahora todos eran adivinos, estás agencias de taxis son geniales.

—¿Estuviste bebiendo, babygirl?

—¡No me llames babygirl, taxista pervertido! — colgué y volví a marcar, pero la misma voz me respondió.

—Brittanny.

—¡No quiero hablar contigo, pásame a otro!¡Estoy segura de que hasta en la isla tienen al señor simpático que te cuenta la historia de su vida!

—Brittany no te entiendo ¿Cuánto bebiste?

Sanden: Una noche olvidable.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora