48✧*|Consumar

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CAPÍTULO 48= Consumar.

Esperé a que los invitados se fueran y cuando Sanden regresó de despedirlo caminé en silencio a la habitación. Reygi y Alonso se encargaron de acostar a los niños y de decirle a Heyden que no se durmiera tarde, ellos habían visto el rojo de mis ojos y el brillo causado por las lágrimas, pero no preguntaron, sabían que yo hablaría cuando llegara su momento y por eso fue fácil hacer que Sanden me siguiera por los pasillos hacia la parte pervertida de la casa.

Esta vez no elegí la habilitación de la bebé y en su lugar entré a una habitación cualquiera que seguramente fue utilizada una y otra vez por otras personas, aunque a decir verdad se veía bastante decente.

Los colores pastel decoraban desde el piso hasta el techo, había una cama rosa, como si estuviera hecha para este momento y para nosotros, que tenía un dosel y casi me infarto al pensar en él como un velo de novia. Rápidamente aparté la mirada arrepintiéndome de optar por esta puerta y no por otra, pero ese arrepentimiento se esfumó al ver la gigantesca bañarera para dos ubicada en el medio de la habitación junto a la chimenea.

Sentí a Sanden cerrar la puerta y un segundo después sus brazos me estaban rodeando.

—Esta era la habitación de mis padres de este lado de la casa— me explicó al oído y por segundos sentí la cagadera atacarme cuando sus manos acariciaron mi cintura y su labios besaron mi cabello. —¿Lo sabías?

No y ojalá no la hubiera elegido ¿Ahora piensa que lo hice apropósito? Pues no, fue un juego al azar y ganó esta puerta.

—No.— me liberé de sus manos y caminé hacia la cama, las sábanas rosas olían como si recientemente hubiesen sido perfumadas. —Quiero sexo— le dije, pero no le conté mis razones ni lo haría hasta que esto termine.

Lentamente me desnudé, no tenía la intención de ser sexy, pero estaba tan deprimida por dentro que mis manos tardaron más de lo normal en desnudarme. Cuando acabé Sanden volvió a rodearme con sus brazos. Pude sentir su camiseta contra mi espalda y su entrepierna empujando mi trasero.

—Desnudo— lo corregí y me liberó , pero no el tiempo suficiente como para sentirme aliviada, sino unos segundos hasta que volví a estar atada y no solo por sus brazos.

—¿Estás enojada? Te prometo que yo no lo planeé...— comenzó a explicar, pero sacudí la cabeza. Ya no quiero hablar del matrimonio, me aterra decir en voz alta lo que somos y odio como me siento. Es casi como ser débil, pero a la vez incapaz de hacer algo para ser fuerte y por si fuera poco, estar atada.

—Sexo, Sanden— lo corté y deslicé mi mano a mi espalda y hacia abajo donde tomé su pene. Lo masajeé y acaricié, movimientos lentos hasta que se lubricara y pudiera hacerlo más rápido.

—¿Lo hablaremos mañana? — preguntó y asentí con la cabeza, fue tan leve que hasta podría ser un movimiento involuntario lo cual tenía sentido pues no pienso estar aquí el día de mañana.

Sentí sus manos jugar, no fue nada diferente a las otras noches, pero se sintió extraño, desconocía las manos que me tocaban, ya no eran las de mi vecino o mi amante, ahora tenía un nombre más formal y ni si quiera era Sanden Maxwell sino...esposo. Y lo odiaba.

Su toque, su nombre, lo que eramos, todo, mañana ya se acabaría y volveríamos a ser lo que siempre fuimos, él un crush inposible y yo una desconocida. De cualquier modo ya no tendríamos relación, excepto por ese papel con nuestras firmas.

—Quiero hacer un video— susurré en cuanto sentí sus dedos separar mis labios y metiéndose en mi boca.

—¿Un qué? — preguntó y me volteó, mi mano soltó su pene y sus dedos se apartaron de mi boca. —¿Brittany,  estás bien?

Sanden: Una noche olvidable.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora