45✧*|MR

549 48 1
                                    


CAPÍTULO 45= MR

—De rodillas.

—Ahora en cuatro.

—Abre la boca.

—Lame más.

—Dime cuánto te gusta.

Eran esas órdenes y muchas más las que tuve que obedecer mientras Sanden me entrenaba. El Daddy y yo dedicamos los dos días que nos quedaban antes de la prueba para entrenarme y convertirme en la mejor babygirl y a él el mejor Daddy.

Una babygirl es rebelde, pero juguetona y cariñosa, también traviesa y por eso necesita un Daddy de mano dura que la cuide, proteja y la castigue, pero yo no soy obediente y Sanden tiene algunos problemas para hacerme obedecer, así que durante esos dos días tomamos el rol como parte de nuestro día a día.

Tuve que convencer a Alonso y a Reygi de cuidar de los monstruitos y de Heyden mientras Sanden y yo entrenábamos en el lado pervertido de la casa.

El Daddy y yo asumimos nuestros roles y nos separamos, por las noches él dormía en una habitación contigua a la mía y yo lo hacía en la habitación rosa que ahora sí tenía una bebé dentro, yo. Fue incómodo, me había acostumbrado a dormir sobre su pecho, pero era necesario y al menos de eso no me quejé.

Durante el día jugábamos, yo misma había probado todos los juguetes así que nos salteamos esa parte y pusimos en práctica la obediencia y el respeto.

Daddy me ató con una soga los muslos impidiendo que me levante y forzandome de esa forma a gatear, ví el dolor en sus ojos cuando las ajustó, él no quería hacerme daño, pero si no quería terminar en las calles debía ser fuerte incluso si eso significaba azotarme.

No fue fácil, yo desobedecía cada dos minutos, estaba en mi naturaleza ser rebelde y eso solo hizo que cuando me azotara el culo, mi aprendizaje fuera real y finalmente terminé sometiéndome y aceptando que él era el Daddy y sabía lo que era mejor para mí.

Eso nos llevó a la confianza, Daddy me liberó de las sogas que ataban mis muslos y me recostó suavemente sobre las sábanas rosas de la cama, colocó un peluche, el más suave de todos, debajo de mi espalda baja y se colocó sobre mí.

Mi entrepierna estaba empapada, mi respiración agitada y quería frotarme los muslos o acariciarme para obtener satisfacción, pero él no me dejó.

—Quieta, Daddy está aquí— dejó un beso en mi nariz y se retiró lo suficiente para hacerme gritar en protesta. —¿Aún queda algo de esa babygirl rebelde?

Sí— dijo la parte libertina de mi cabeza, esa parte que se escabullía y siempre se salía con la suya. —Por favor, Daddy— me removí sobre mi espalda dándome cuenta que sí me parecía a una bebé. —Te necesito— supliqué haciéndole pucheros y caritas suplicantes.

Él exhaló un suspiro, tomó su pollito con una mano y lo acercó a mi entrepierna colocando la punta en mi resbaladiza entrada.

—No usaré condón ¿Confías en mí?

El miedo se apoderó de mi razón y dejó atrás los avances que había hecho para la prueba.

Sanden no podía hablar en serio, habíamos tenido sexo sin condón, pero yo estaba tomando la pastilla y confiaba en mí, no en él. Nunca le dejaría a nadie que no fuera yo encargarse de mi ciclo.

—No, no me pidas eso... Daddy no— estaba apunto de entrar en pánico. Una parte de mí sabía que él me daría una pastilla luego, pero la otra parte, oscura y siempre desconfiada recordaba con claridad que Sanden quería un bebé.

Sanden: Una noche olvidable.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora