2✧*|Vecino

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CAPÍTULO 2= VECINO

Llegamos a la universidad y lo único en lo que podía pensar era en el tatuaje y en el desconocido con el que me acosté.

Estuve media hora escuchando lo que decía el profesor y mi mente no lograba procesar nada de lo que salía de su boca.

Ahora entiendo porqué tengo que ir a los exámenes finales, siempre hay algo más en mi cabeza ocupando el lugar que los estudios deberían ocupar.

La clase terminó en muy malos terminos y con una invitación a una estúpida clase de educación sexual a la que si no iba terminaría desaprobando. Y todo porque yo no estaba escuchando las idioteces que decía el profesor sobre su vida privada.

A veces me pregunto cuando fue la última vez que folló, el viejo necesita un polvo para desahogarse de todas y cada una de sus penas que día a día nos obliga a escuchar.

Me quedé parada a un metro de su escritorio mientras lo veía escribir cosas en un papel con una letra que dejaba mucho que desear. Guardó todo y me miró, eramos los únicos dos en el enorme aula.

Se acomodó delante del escritorio mirando en mi dirección y colocó una mano a cada lado del mismo inclinando su cabeza hacia mí que, seguía parada a un metro de él y observándolo de brazos cruzados

—¿Estás pasando por estrés, falta de sueño o algo?— negué.
—Siempre eres muy...-hizo una pausa para buscar la palabra correcta— ...Liberal, por eso no entiendo que es lo que le sucede, eres gritona, molesta, parlanchina pero estoy seguro que nunca te acostarías con un desconocido— genial, hasta el profesor me conoce más que yo misma.

Eso me pasa por hablar de más.

Alonzo y yo nos estábamos pasando papelitos en los que él me decía que debíamos buscar al extraño con el que me acosté. En una de esas él profesor me quitó el papel y lo leyó en voz alta frente a toda la clase y ahora nos encontramos hablando sobre mi vida privada

—No es su problema— hizo un asentimiento con la cabeza

—Lo sé, pero si lo es, si eso afecta el rendimiento de mis alumnos ¿Haz hablado de esto con alguien?— asentí.

—Con Alonso ¿Ya puedo irme?—negó.

—Me refiero con alguien
adulto— negué sin saber a donde quería llegar con este interrogatorio.

—No, estoy completamente segura de que usted no quiere, tanto como yo, hablar de esto. Así que si me disculpa nos vemos en los exámenes— me giré para irme.

—De un paso más y no la aprobaré— De reojo lo miré con odio y volví a acomodarme frente a él.

—No puede hacerme esto— hice gestos con mis manos expresando mi molestia.

—Si que puedo. Ten, doy un taller de educación sexual para adolescentes, hay muchas enfermedades y...— lo corté.

No tenía ganas de escuchar a un hombre darme tontos consejos sobre como poner el condón.

—Deme la maldita tarjeta y ya— suspiró cansado y me extendió la tarjeta.

—La espero todos los miércoles y sábados de tres a cuatro, allí está la dirección— tomó sus cosas y como si nada salió.

Media hora después decidí que ya era momento de irme, ya había maldecido todo lo que tenía que maldecír y me había odiado lo suficiente por haber abierto la boca en medio de toda la clase. Guardé mis cosas y salí del enorme aula que apenas es utilizada por unos pocos alumnos.

Sanden: Una noche olvidable.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora