veintiséis.

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— Vamos adentro — me dijo sonriente mientras me tomaba de la mano, estaba por caminar y olvide que estaba parada sobre el borde de la piscina, y de un momento a otro estaba dentro de ella.

— ¡MITSUYA! — le grite tratando de sonar molesta pero no lo logre, una fuerte carcajada se escapo de mis labios.

— ¡Yo no hice nada! — dijo riendo — Tú sola caíste.

— Ay, pero qué lindo... — ¿Amigo... novio? — ¿Qué eres, Mitsuya? — le dije sarcásticamente —Ayúdame, idiota — le dije mientras estiraba mis brazos para que me ayudará a salir.

— Me vas a querer tirar — dijo riendo desconfiado, lo mire seriamente.

— ¿No me vas a ayudar? — le pregunte retóricamente, me sonrio mientras se acercaba para tomarme de los brazos y ayudarme a salir.

Se sacudio las pequeñas gotas que le habían caído y me tomo de la mano, pero yo lo solté rápidamente.

— ¡Espera! — le dije mientras fingía que buscaba algo en la piscina.

— ¿Qué pasa? — me pregunto.

— Mi pulsera... — le dije mientras tomaba mi muñeca derecha.

— ¿Cómo era? — pregunto mientras se acercaba al borde de la piscina.

— Es... rosa con blanco... — le dije mientras seguía semejando que la buscaba.

— No logro verla... — seguía buscando.

— Tal vez desde adentro — le dije provocando que rápidamente volteara pero esta vez yo fui más rápida y lo empuje por la espalda para que cayera al agua. Lamentablemente no me moví rápidamente y me alcanzo a tomar de la muñeca, haciendo que ambos cayéramos.

— ¡Eres una tramposa! — me dijo riendo mientras agitaba su cabeza para sacar el exceso de agua.

— ¿Por qué tramposa? — pregunte ingenua — Solo te quería ayudar a despintarte los bigotes... — le dije acercándome a él.

— Por eso me gustas — tomo mi mano y me acerco a él. Lo abrace por el cuello, después de que me envolviera en sus brazos al mismo tiempo que me alzaba para quedar a la misma altura. Saque una de mis manos de su cuello y comencé a limpiar su rostro haciendo desaparecer cualquier rastro de marcador, mientras que él me miraba con detenimiento, como si guardara en su memoria cada centímetro cuadrado de mi rostro. Lo mire a los ojos, esa mirada que antes me producía enormes cantidades de enojo al simple instante que se conectaba con la mía, ahora me hacia desfallecer.

Poco a poco la distancia entre nosotros fue disminuyendo hasta que la eliminamos por completo al unir nuestros labios en un tierno beso.

— ¿Tienes frío? — me pregunto separándose de mí, ya que seguramente había sentido mi estremecer.

El Niñero | Mitsuyᥲ TᥲkᥲshiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora