veintiocho.

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Comenzaba a bajar la última prenda que cubría mi cuerpo. Pero en ese momento sentí como mi sentido común y cordura volvía a mí.

— ¡Mitsuya! — dije acelerada tomando sus manos, tratando de regular mi respiración. Volteo a verme algo extrañado — Y... yo no puedo... — tartamudeé.

— ¿No puedes qué? — estaba igual de agitado que yo, me miraba fijamente.

— Y...yo — los nervios me comían por dentro — Yo soy virgen — le dije cerrando mis ojos esperando su respuesta. Acomodo la prenda que estaba por sacar y se acosto a un lado de mí, poniendo su cabeza a mi altura. Un incómodo silencio invadio la habitación. Bueno, era incómodo para mí. Solo nuestras aceleradas respiraciones se escuchaban.

— ¿Y por qué esa cara de sufrimiento? — pregunto rompiendo el silencio, al mismo tiempo de que soltaba una carcajada y me abrazaba por la cintura.

— ¿No... no estás molesto? — le pregunte volteando a verlo.

— ¿Tendría que estarlo? — me pregunto sonriendo.

— Bueno... Creo que no, pero la mayoría... — dije insegura.

— Discúlpame, pero tú no tienes a uno de esos tipos... — se refería a que no era como "la mayoría" — En realidad, me gusta eso — me miro tiernamente — Me parece muy lindo que quieras esperar hasta el indicado — acaricio mi mejilla. Yo lo miraba asombrada, era hermoso lo que me estaba diciendo. — Y para serte sincero me encantaría ser el "indicado". Así que te esperaré todo el tiempo que sea necesario — beso mi frente y después oculto su rostro en mi cuello.

— Gracias, Mitsuya — le dije con una mano acariciando su cabello y con la otra su espalda. Hasta que así abrazados caímos en un profundo sueño.


(...) 

Abrí mis ojos, ya que me era imposible seguir durmiendo más. Inmediatamente busque a Mitsuya, pero no lo encontré. Pero el peso que se sentía en mi cintura me indicaba que me abrazaba por la espalda. Gire con mucho cuidado, ya que seguramente aún dormía y no quería despertarlo. Logre girarme y quede frente a Mitsuya, sus hermosos ojos estaban cerrados, sus músculos y facciones completamente relajadas. Y esos perfectos labios rosas los cuales se acoplan a los míos, como si estuvieran hechos para eso en específico. Era imposible describir lo que sentía al verlo. Sentía como si un hormigueo recorriera todo mi cuerpo, y al escucharlo hablarme todo lo demás desaparece.

— ¿Qué tanto me miras? — dijo divertido con voz ronca.

— Lo lindo que eres durmiendo — le dije riendo mientras acariciaba su mejilla — ... Pero ya despertaste, así que ya me puedo voltear... — comencé a darme la vuelta.

— Ey — dijo haciéndose el ofendido soltando una carcajada.

— ¡Es broma! — le dije besando sus labios.

Estuvimos acostados por un buen rato, platicando de cosas sin sentido. Estando con él, me divertía enormemente.

— ¿Qué vamos a hacer hoy? — me pregunto mientras daba cortos y rápidos besos en mi mejilla.

— Lo que tú quieras — le dije tomando su mano para entrelazar nuestros dedos.

— Sabes... — dijo pensativo — Quiero ir a un parque de diversiones.

— ¿Un parque de diversiones? — pregunte sorprendida.

— Sí — dijo levantando sus cejas rápidamente — Tengo mucho de que no voy a alguno — hizo un puchero con sus labios — A menos de que te de miedo.

— ¿Miedo? — solté una carcajada, las alturas y la velocidad no era lo mío, pero no era algo que me aterrara. — No lo creo — dije segura.

— Ya lo veremos... — dijo riendo mientras se ponía de pie.

Su perfectamente marcado cuerpo era cubierto solo por unos bóxers color negro, cosa que seguramente olvido ya que se dirigía a la puerta así.

— Mitsuya... — lo llame tratando de no reír y volteo a verme — ¿De verdad piensas salir así?— le pregunte ahora si riendo. A mí no me molestaría verlo así todos los días, pero si alguna de las de limpieza o cocina lo veía, creo que no nos guardarían más el secreto, y les dirían a mis padres.

— Ah... Sí, lo olvide... — dijo riendo mientras se regresaba a tomar su pantalón y playera que estaban en el piso. Se vistio rápidamente y después se acerco a mí, para besar fugazmente mis labios. — No tardes — me guiño un ojo para volver a dirigirse a la puerta.

Me puse de pie, envuelta en una de las sábanas. Comencé a recoger las prendas restantes del piso. Reí tontamente al recordar lo sucedido, había sido increíble. Pero me alegraba no haber cedido por completo. Quería mucho a Mitsuya, pero aún no sabía si lo nuestro era algo "serio" o si era solo para pasar el rato. Pero después de lo que me dijo ayer, mi manera de pensar cambio. Tal vez él si sentía algo más por mí.

Entre al baño y abrí la llave para darle paso al agua, y que la temperatura de esta se templará. En cuestión de segundos se comenzo a llenar de vapor, señal de que ya podía entrar. Después de una ducha rápida, me envolví en una de las toallas blancas y salí para buscar qué me pondría. Elegí una falda tableada de color blanco junto a una camisa con mangas anchas de color rosa muy pastel. Ahora no deje mi cabello suelto, hice una coleta en el. Me maquille lo más natural posible, un poco de rubor, delineador negro y brillo labial.

Solo tome mi celular y lo guarde en mi bolso. Me mire una vez más en el espejo y salí de mi habitación. Seguramente Mitsuya ya me estaría esperando. Baje brincando las escaleras hasta que llegue al último escalón, me quede parada en el. Ya que Mitsuya hablaba por celular, volteo a verme y sonrio.

— Sí, lo sé. Hablamos luego, pequeña — le dijo a la persona que se encontraba del otro lado de la línea y colgo.

— ¿Todo bien?

— Sí... Era una de mis hermanas — me contesto mientras se acercaba hacia mí — Nos esperan para la cena — me abrazo por la cintura, solo que yo estaba más alta ya que seguía en el primer escalón, pero él me cargo para luego bajarme al piso y ahora si quedar a nuestras alturas normales.

— ¿C... cómo? ¿N... nos esperan? — pregunte nerviosa.

El Niñero | Mitsuyᥲ TᥲkᥲshiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora