treinta.

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En unos minutos estábamos en frente de la casa. Mitsuya bajo y rápidamente abrio mi puerta.

— Mitsuya... ¿y qué debo usar? — le dije mientras subíamos las escaleras.

— Lo que tú quieras... — me dijo riendo — De todos modos te ves hermosa.

— ¿Seguro que no quieres que te espere aquí? — le dije haciendo mi cara de suplica lo más convencible posible.

— Me gustaría que fueras conmigo, pero si no quieres ir esta bien — me dijo acariciando mi mejilla. Después de esto que me había dicho me era imposible decirle que no.

— Me iré a cambiar — bese sus labios y entré a mi habitación.

Entré al baño para abrir la regadera y que el agua comenzara a templarse, mientras esto sucedía, fui a mi closet para buscar qué usar. No lograba decidirme hasta que encontré un precioso vestido blanco con mangas oxford que me encantaba. Lo deje sobre mi cama y regrese a la regadera. Saque toda mi ropa y entre, dejando que las tibias gotas de agua se llevaran lo que sobraba en mi cuerpo. Ya vestida comencé a maquillarme, como siempre. No muy cargado. Delineador, rubor y brillo labial. Mi cabello lo deje suelto para que en el se formarán las naturales ondas. Acomode algunos de mis mechones hacia un lado y ya estaba lista. Tome mi bolso y salí al pasillo. Me encontré con Mitsuya, quien volteo a verme sorprendido.

— Se te van a salir los ojos... — le dije riendo mientras caminaba hacia él.

— Tú eres la culpable — me dijo abrazándome por la cintura — Te ves hermosa — me dijo con una sensual voz, que todo en mi interior se estremecio. Seguro que se dio cuenta, ya que una victoriosa sonrisa se formo en sus labios y me apego aún más a su cuerpo, para unir nuestros labios. Con una lentitud rozaba mis labios, disfrutando mi brillo labial.

— ¿Vainilla? — me pregunto dudoso separándose de mis labios.

— Si no estás seguro prueba de nuevo — le dije pasando mis brazos por su cuello, sonrio y sin pensarlo dos veces volvio a besarme, nuevamente devoraba mis labios de esa forma tan especial que me hacia delirar. Ahora yo me separe de él y lo mire, pero seguía con los ojos cerrados.

— No lo sé... Aún no estoy seguro — dijo haciendo una mueca graciosa.

— Eres un mentiroso — le dije riendo, desde el primero sabía que era vainilla, solo lo decía para seguirme besando.

— Sabes... — me dijo sensualmente —Puedo hablar y avisarles que llegaremos tarde — levantaba rápidamente sus cejas.

— Mitsuya... — alargue riendo.

— Esta bien, vamos — dijo poniendo en blanco los ojos, mientras tomaba mi mano para caminar hacia las escaleras.

(...)

Llegamos a una hermosa y gran casa, color blanco y con un enorme jardín, iluminado por unos rústicos faroles de luz blanca.

— Es hermosa — le dije a Mitsuya mientras miraba con detenimiento la residencia, me dedico una sonrisa mientras se estacionaba.

— Yo te abro — me dijo antes de bajar del auto. Aún no me acostumbraba a que siempre me abriera la puerta. Pero esos detalles como abrirme la puerta, tomarme de la mano y dar pequeños besos en mi mejilla, me fascinaban.

— ¿Entonces? — le pregunte claramente sobre nuestra "relación".

— A mí no me molesta decir que estamos saliendo... — me dijo jugando con mi cabello — ¡No amigos! ¡No novios! ¡Saliendo! — Al fin aclaro mi más grande duda — Pero si te causa problemas con tus padres, lo mantenemos en secreto — me dijo sonriendo.

— Creo que es mejor la segunda opción... — le dije, ya que no quería que mis padres se enterarán, porque inmediatamente lo cambiarían. Tomo mi mano pero de inmediato me solto.

— Lo siento... — dijo riendo — No sé si pueda resistir, eh... — me advirtio entre risas.

— Claro que podrás — le dije abrazándolo.

— ¿Me das un beso? — me pregunto con una voz de niño pequeño.

— Solo uno... — le dije riendo y asintio con la cabeza.

Me acercaba lentamente a sus labios, en automático cerro sus ojos, dejando sus labios entreabiertos para poder acoplarlos perfectamente a los míos. Pero cambie el camino de mis labios hacia su mejilla. Lo miraba divertida, en su rostro se había formado un gesto de inconformidad aún con los ojos cerrados.

— Estás jugando conmigo.

— No lo sé, puede ser — le dije riendo.

Camino haciéndome retroceder, hasta que su auto nos impidio seguir retrocediendo, su anatomía y la mía se conjugaban perfectamente, tomo mis manos y me hizo pasarlas a su espalda formando un abrazo, para el tomar mi rostro entre sus manos y atraerme hasta sus labios. Me besaba con desesperación, con necesidad. No pude evitar seguirle el beso, simplemente sus labios me volvían loca. En pocas palabras, me había vuelto completamente adicta a sus besos. Completamente adicta a él.
La ausencia de oxígeno en mis pulmones comenzaba a hacerse presente, pero por nada detendría ese precioso beso. Al menos yo no. Pero Mitsuya bruscamente se separo de mí. Abrí mis ojos como platos y solo porque mi mandíbula esta unida a mi cráneo, no cayo hasta el piso, me miraba divertido. Se estaba vengando.

— ¡Te estás vengando! — le dije riendo.

— No lo sé, puede ser — me contesto tal y como yo lo había hecho anteriormente.

— Eres un tonto — riendo di un golpe en su marcado pecho.

— Tú empezaste — me abrazo por la espalda y beso mi mejilla.

— Vamos — le dije sacando sus brazos de mí, ya que si alguien nos veía, todo se arruinaría.

Llegamos a la puerta de la casa y Mitsuya toco el timbre, en unos minutos una mujer con cabello lacio abrio.

— ¡Takashi! — lo saludo claramente emocionada, acción que me decía que era su madre.

Además del gran parecido que tenían. Lo abrazo cariñosamente para luego dirigir su mirada hacia mí — ¡Tú debes ser la hija de Christina y James! — me dijo con una dulce sonrisa mientras me saludaba.

— ¡Así es! — le conteste igual regalándole una sonrisa.

— Pero pasa cariño... — me dijo amablemente.

El Niñero | Mitsuyᥲ TᥲkᥲshiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora