cuatro.

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—Mira, te explico por si no te quedo claro. Tus padres me dejaron a cargo, así que si te digo que a las tres... tú llegas a las tres.

— ¿Y si no quiero qué..? — le desafié mientras ambos nos eliminábamos con la mirada.

— Muy fácil... — subió otro escalón para quedar en el mismo que yo, comenzó a acercarse mientras que yo retrocedía, hasta que el barandal de las escaleras me lo evito, su cercanía era demasiada, tanto que nuestras respiraciones se mezclaban.

Su cercanía me ponía demasiado nerviosa, más aun así no se lo demostraría, se acercaba más y más, pero cambio el rumbo, ahora se dirigía a mi cuello, ahora sentía que la húmeda respiración acariciaba mi cuello, subió hasta mi oído con esa agobiante lentitud. Me dejé llevar por el momento y cerré los ojos.

— Te quedas sin auto... — me susurró sensualmente.

Abrí rápidamente mis ojos, para guardar las llaves que aún traía en mis manos, pero actuó mucho más rápido y me las quitó de las manos.

— ¡Eres un imbécil! — le grité molesta.

— Pórtate bien y tal vez te lleve — levantó una de sus cejas, y sonrió victorioso.

— Me las vas a pagar, Mitsuya... — le dije más que molesta mientras seguía subiendo escalones.

—Ay, sí, qué miedo. — dijo sarcásticamente para luego atacarse de la risa.

Entré en mi habitación.

 — ¡No lo soporto! — grité en mi interior. Después de un rato me tranquilicé, y decidí llamar a Emma.

— ¡Es que, Emma! ¡No entiendo cómo lo escogieron a él! — le dije desesperada.

— Es simple, ______ — me dijo obvia, mas yo no lograba comprender — Si contrataban a alguien serio y tranquilo, ¡no aguantaría nada de lo que le hicieras o le dijeras! — me explicó — Pero a lo que tú me cuentas, el carácter de él es muy parecido al tuyo — Podría ser que tuviera razón, pero aún así no me daría por vencida.

(...)

Nuevamente me levanté por los insistentes golpes de Mitsuya en la puerta.

— ¿Esto va a tener que ser todos los días? — me cuestionó retóricamente.

Simplemente lo ignoré, me puse de pie y como todos los días hice mi rutina, lavar mis dientes, entrar a la ducha, y alistarme para el instituto.

Deje mi cabello suelto, permitiendo que se formarán húmedas ondas en él. Tomé mi bolso y bajé las escaleras.

— Dame mis llaves... — le dije cuando lo vi sentado en un lado de la barra de la cocina.

— Soltó una risa sarcásticamente — ¿Por qué tengo que hacer lo que tú dices, si tú no me obedeces? —

—Solo dámelas, ¿si? — le contesté.

— Nop... — me dijo sonriente.

— Entonces no voy... — levanté una de mis cejas y caminé de regreso a las escaleras.

— Claro que si irás... — escuche sus pasos detrás de mí — Yo te llevo.

— No, gracias — le dije sin voltear a verlo.

— ¡Eres una niña! — me dijo molesto, al escucharlo me di media vuelta para verlo de frente y reí.

— Una niña que no se irá sin su auto... — me senté en un escalón.

— Soltó una carcajada — ¿De verdad crees eso? — me dijo risueño. Mientras que yo solo me limitaba a tratar de averiguar lo que planeaba.

Se acerco rápidamente a mí, en cuestión de segundos me llevaba en su hombro derecho.

— ¡¿Qué te pasa?! — le grité histérica — ¡Bájame ahora! — le ordené mientras pataleaba y golpeaba con mis manos su espalda. Aunque no podía verlo a la cara, sabía que se estaba riendo.

— Si sigues golpeándome ambos caeremos... — me dijo tratando de controlar su risa.

— ¡No! ¡Tú vas a caer cuando me sueltes! — le amenacé.

— Entonces no te soltaré... — me dijo cuando llegamos a su auto.

— No te lo vuelvo a decir, suéltame de una vez — le dije demasiado molesta.

— Ya te dije que no — soltó una carcajada — Y luego si me haces algo... — dijo fingiendo temor.

— Esta bien... Al fin y al cabo te cansarás — deje de moverme, pero Mitsuya volvió a caminar, trataba de ver qué estaba haciendo pero no lo lograba, escuché que abría la puerta del auto, comencé a patalear de nuevo.

— ¡Te dije que no voy a ningún lado contigo! — seguía golpeándolo por la espalda.

— Y yo ya te dije que irás a tus clases, y no tendrás tu auto.

No tengo ni la menor idea de cómo lo logró pero me metió en el auto, en el asiento del copiloto. Se metió para abrocharme el cinturón y que no pudiera escapar tan fácil, pero antes de que se quitara, mordí fuertemente su brazo.

— ¡Ahh! — gritó mientras se tocaba la zona mordida, me miró molesto y antes de cerrar la puerta, le puso el seguro de niños para que así no se pudiera abrir.

Puse mi mano en el cinturón de seguridad mientras él se dirigía a su asiento, lo desabroché para poder cruzarme al lado del piloto y poder bajar, apenas abrí la puerta y ya estaba ahí. Resignada regrese al lugar del copiloto...

El Niñero | Mitsuyᥲ TᥲkᥲshiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora