dos.

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— Hija — era la voz de mi madre que provenía de la sala — Ven, que te quiero presentar a alguien... — me dijo caminando al living. Me tomó de la mano y me guío hasta la sala.

— Él es Mitsuya — me presentó a un chico que mirándolo bien, no estaba nada mal. Así que yo misma me autoricé examinarlo por completo. Su cabello era de un color lila claro, corto y naturalmente peinado, su piel era blanca, sus ojos eran de un color lavanda sumamente hermoso, tenía un pendiente algo peculiar en una de sus orejas, pero lo que más me sorprendió fue la hermosa y deslumbrante sonrisa que tenía. Vestía unos jeans negros, que no le quedaban absolutamente nada mal, una playera blanca y sobre esta traía una chaqueta negra de piel, arremangada hasta los codos. Simplemente perfecto para el crimen.

— Él es hijo de Jeremy Mitsuya, el socio de tu padre, y él es el que se encargará de ti el tiempo que estemos fuera.

— Bien... Olvidemos el crimen — mi mirada de admiración se transformo a una de desprecio, que claramente parecía no afectarle ya que seguía con esa sonrisa.

Mi padre interrumpió el incómodo momento, mientras bajaba por las escaleras con las maletas.

— Le ayudo... — se ofreció mi "niñero".

— Idiota — pensé.

El auto del aeropuerto llegó a la casa, el chofer bajo y les ayudó a subir las maletas.

— Por favor ______, no quiero problemas, sigue las indicaciones de Mitsuya... — me dijo mi padre.

— Esta bien... Cero problemas... — tal vez no era del todo cierto.

— Bien... — me dio un beso en la frente y subió al auto donde mi madre y Ana ya le esperaban.

Vi como el auto cada vez se alejaba más y más hasta que no pude verlo. Giré sobre mis talones para entrar a la casa pero ahí estaba "Mitsuya". Miraba perdidamente hacía la calle, con ambas manos en los bolsillos de su pantalón, me miró y me sonrió.

— Hola. — me saludó con su melodiosa y suave voz.

Sin contestarle nada caminé y le saqué la vuelta para poder entrar a la casa.

— ¿Y esas maletas? — pregunté cuando vi dos maletas grandes al pie de las escaleras.

— Son mías. — me contestó caminando detrás de mí — Viviré aquí. Así que será mejor que nos llevemos bien — Lo fulminé con la mirada, y volví a subir las escaleras.

𝑨𝒍 𝒅𝒊́𝒂 𝒔𝒊𝒈𝒖𝒊𝒆𝒏𝒕𝒆.

Me desperté cuando escuché tres fuertes golpes en la puerta, pero simplemente los ignoré, y volví a dormir.

— ¡Levántate ya o llegarás tarde! — tomé el cobertor y me tapé hasta la cabeza, ya que había encendido la luz.

— No pasa nada si llego tarde... — mentí.

— Ajá... Asegurémonos de que no pasará nada... Levántate. — sentí que tomaba el cobertor, por lo que me aferre más a este para que no pudiera quitármelo, pero obviamente su fuerza fue mayor que la mía y logró quitármela.

— Ahh... — bufe molesta poniéndome de pie.

— De nada te sirven los berrinches, así que cámbiate... — lanzó el cobertor a la cama y salió cerrando la puerta.

— ¡Y este quién demonios se cree! — grité internamente.

Aún ahogada en rabia, me dirigí a la ducha, y le di paso a la lluvia artificial, espere a que esta se templará para ahora si comenzar a deshacerme de mis prendas, entre dejando que las gotas tibias de agua cayeran sobre mi piel llevándose todo el enojo. Nada... pero absolutamente nada era tan relajante para mí como un baño con agua caliente.

Salí de la ducha después de envolverme en una de las toallas blancas que las encargadas de limpieza dejaban ahí todos los días.

Me dirigí al closet y me vestí con una falda blanca y una camisa rosa pastel. Tomé mi bolso y las llaves del auto, para después salir de la habitación.

— No tienes otra cosa qué ponerte... — soltó una carcajada.

— Qué te importa. — lo miré despectivamente, solo lo hacía para hacerme enojar.

— Aquí a las tres de la tarde. — me dijo antes de que abriera la puerta.

— Idiota... — susurré.

— ¡Te escuche! — me gritó desde la cocina.

— ¡No me importa! — cerré la puerta de un golpe para luego caminar a mi auto y partir hacía el instituto.

(...)

— ¿Y qué tal te fue? — me preguntó Emma sentándose frente a mí en la cafetería del instituto.

— ¡Ja! ¡Horrible! — le dije mientras tapaba mi rostro con ambas manos.

— ¿Cómo es él? ¡Cuéntame! — me dijo emocionada — ¿Viejo? ¿Nerd? ¿Enojón? — me preguntó desesperada.

— No... no... y aún no lo sé — respondí sus preguntas en orden.

— ¿Entonces?

— Para empezar, el tipo... es muy lindo — confesé — ¡EMMA, SI LO VIERAS! — dije mordiendo mi labio inferior.

— ¿Y entonces cuál es el problema? — abrió sus ojos como platos.

— Es un idiota... — susurré mientras le daba un trago a mi botella de agua.

— ¿Por qué? ¿Qué te hizo? ¿O qué? ¡________! ¡Cuéntame bien! — reí por su desesperación.

— Nada, no me hizo nada... Solo que no me agrada, es un engreído.

— ¿Y entonces que harás? — me preguntó riendo malvadamente.

— Umh, se tendrá que ir... — reí junto con ella.

El Niñero | Mitsuyᥲ TᥲkᥲshiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora