catorce.

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— Creo que explotar... será poco, de como se pondrá Mitsuya — pensé.

— ¿A quién buscas? — una voz masculina me sacó de mis pensamientos.

— Eh... yo... — dije cuando volteé — A Emma — le contesté mientras que seguía buscándola entre la gente.

— _______, déjame decirte que te van a matar — me dijo riendo.

— Cállate Draken, y ayúdame a buscar a Emma — le dije ignorando su comentario.

— Solo digo. Pero bueno, la buscaré afuera — me dijo para después darme la espalda y caminar con dirección a la puerta.

Caminé hacia el comedor y la encontré, platicaba con un grupo de chicas y chicos.

— ¡Emma! — la llamé, volteó y me sonrió para después caminar hacia mí.

— No creí que tantas personas vinieran — le dije con una mezcla de emoción y terror.

— Si quieres podemos correrlos... — me dijo acelerada.

— No, no, no — le dije sonriente — Esto esta más que perfecto — sonreí perversamente.

— ¡Bien! — sonrió.

— ¿Sabes? Ya llegó Draken — le dije mirándola pícaramente.

— ¿Ah, si? No me importa — dijo fingiendo que nada pasaba.

— ¡Hey! ¡Ya la encontré! — era la voz de Draken.

— Sí... y yo también — le dije riendo.

— Hola — la saludó Draken, esta le sonrió tímidamente.

— Bueno, iré por algo de tomar — les dije excusándome para dejarlos solos.

— ¡No te quiero ebria, ________! — me gritó Draken bromeando, ya que sabía que yo no tomaba.

— Draken... — alargue riendo.

— Sí, ya lo sé — me dijo riendo — Pero que ni se te pase por la mente hacerlo — me sonrió.

La fiesta estaba increíble, todos parecían divertirse, ya que el piso de la sala, se convirtió en una pista de baile. Mire el reloj de mi celular, eran las doce de la noche, y yo ya estaba rendida de tanto bailar.

Caminé hacia el bar de la sala y me senté en una de las sillas de la barra.

— ¿Y tú quién eres? — le pregunté al chico que estaba detrás del bar agitando un vaso metálico.

— Soy el barman — me dijo sonriente.

— Sí, ya me di cuenta — reí — ¿Pero quién te trajo o cómo? — le pregunté sin entender.

— Me invitaron a la fiesta — rio — Así que espero que no te moleste que este aquí — me dijo mirándome.

— Si, no hay problema — le dije sonriente — A menos que quieras que te pague, eso si sería un problema — se unió a mis risas.

— No te preocupes, solo lo hago porque me gusta.

Volteé a mi derecha para tomar mi vaso, que contenía nada mas y nada menos que jugo de manzana. Pero la barra estaba llena de vasos, así que tomé el que creí que era mi vaso.

— Ese no es... — escuché que me dijo el chico, pero fue demasiado tarde, el líquido ya había pasado por mi garganta.

— Me lo dices algo tarde — le dije — ¿Oye... pero qué es esto? — le pregunté, soltó una pequeña risa.

— A ver, dámelo... — me dijo tendiendo su mano esperando el vaso, así que se lo entregue.

— Es una piña colada — me dijo después de oler el vaso.

— ¿Y tiene alcohol? — le pregunté.

— ¿Tú no bebes, cierto? — me preguntó riendo.

— Noup — le contesté risueña.

— Si, si contiene alcohol — me dijo entre risas.

—  A ver... ¿me das una? — le dije haciendo un puchero.

— Esta bien... — me dijo para después de unos segundos entregarme un vaso con la deliciosa bebida.

— Ahora quiero otro diferente... — le dije — Pero que igual sepa bien.

— ¿Segura? — me dijo dudoso.

— Sí, por favor — le dije mirándolo tiernamente.

— Último, eh... — me dijo riendo.

— ¡Apúrate! — le dije sonriente, la verdad no tenía ni la menor idea de cuántos llevaba, ni siquiera estaba segura de lo que estaba haciendo. Me lo entregó, y yo feliz lo recibí.

— Ya vengo — me dijo mientras sacaba su celular de uno de los bolsillos de su pantalón — ¿Si? — respondió a este.

Tenía entre mis manos el pequeño vaso, le di un trago y este se vacío. Automáticamente en mi rostro se formo un puchero, curvando mi labio inferior hacia afuera. Volteé hacia ambos lados, todos bailaban, otros estaban tirados en los sillones besándose, lograba ver la misma situación en la escalera.

— Si ya me gane el castigo, que valga la pena — pensé mientras me ponía de pie, pero todo comenzó a moverse, tomé mi cabeza entre mis manos para estabilizarme. Reí tontamente cuando logré controlarme, fui atrás del bar y tomé dos botellas, aunque desconocía el contenido, eran demasiadas las botellas que había, así que las elegí por los lindos colores, una era rosa pastel y la otra amarilla igualmente pastel.

Narra Mitsuya.

— Ya me tengo que ir... — les dije a mis dos hermanas.

Había pasado toda la tarde con Alice, y de su casa me fui a la mía, quería platicar con ella y además quería tomar algo de ropa de mi casa. Era la una de la madrugada, así que tenía que regresar a casa con _______, que tendría que levantarse en unas horas para ir a detención. Reí por lo bajo. — ¡Esa mujer me va a volver loco! — pensé mientras tomaba mi chaqueta para salir de la casa.

Me despedí y salí para subir a mi auto. Traía un par de playeras y jeans, así que los puse en el lado del copiloto y partí hacia la casa. Di vuelta para entrar a la calle pero estaba llena de autos, había varios sobre la vereda y en los costados de la calle. Logre ver la casa desde lejos, todas las luces estaban encendidas. — ¿Qué hace despierta a la una de la madrugada? — pensé cuando vi la casa, conforme me acercaba, se escuchaba música — ¡Que no sea lo que estoy pensando! — rogué hablando solo.

— Que no sea, que no sea, que no sea... — esa idea seguía vagando en mi mente conforme me acercaba a la casa, era perturbante hacerlo con tal lentitud, pero no podía conducir más rápido debido a la gran cantidad de autos estacionados.

Después de una eternidad llegué a la casa, estacioné el auto. Mi mente ya estaba consciente de lo que sucedía dentro de la casa, pero yo mismo quería hacerme el que no quería ver.

Caminé hacia la puerta y ya la intensidad de la música me avisaba que había una fiesta dentro. Suspiré profundamente y entré — ¡Date por muerta _______! — grité en mi interior, al ver la casa llena... o mas bien ¡inundada de gente! Había por todas partes, las escaleras estaban abarrotadas por chicos y chicas, haciendo cosas que de preferencia deberían hacer en privado, o simplemente no hacerlo, entre empujones llegue a la sala, la cual igualmente estaba a reventar.

 — ¡Es que no puede ser cierto! — aún no lograba creer lo que mis ojos estaban viendo, seguí caminando y llegue al comedor, donde me encontre con una escena sorprendente.
______ estaba sobre la mesa del comedor bailando provocativamente, junto con otra chica, la mesa estaba rodeada de tipos y una que otra chica.

El Niñero | Mitsuyᥲ TᥲkᥲshiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora