seis.

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Salí aliviada de la oficina, por un momento creí que me expulsaría, pero esas son las ventajas de llevarse bien con el director.

Después de pasar el descanso en detención, seguido de cuatro clases más. Finalmente toco el timbre de salida.

— ¿Y qué te dijo? — me preguntó Emma refiriéndose al director.

— Dijo que si volvía a tener problemas llamaría a mis padres... — reí — Aunque no creo que los encuentre — la risa de Emma se unió a la mía.

— Pero alguien más puede venir... — me dijo mientras que con sus cejas me indicaba que volteara para atrás.

Sin que se viera obvio volteé, y me encontré a Mitsuya recargado sensualmente en el auto, tenía sus brazos cruzados, me miró con una malvada sonrisa.

A pesar de eso no pude evitar mirarlo, portaba una playera color blanco, que le quedaba magnífica con su color de piel, pero lo que mejor le lucía, eran esos jeans negros ajustados perfectamente a sus bien torneadas piernas.

Después de analizarlo por completo, regrese a mi conversación con Emma.

— Lo siento, Emma... — reí — Ahora iremos caminando — le dije y ella me miró sin entender — Ni loca me voy con él — le expliqué y soltó una carcajada recordando lo que le había platicado, sobre mi lucha de en la mañana.

— _______, creo que deberías doblar un poco tu orgullo — rió — Después de todo, pasarás mucho tiempo con él... — levantó sus cejas.

— ¡Ja! Eso lo veremos — le dije mientras comenzábamos a caminar de nuevo — No... Emma... ¡vámonos por allá! — le dije, ya que no quería pasar por donde estaba Mitsuya.

— ¡Pero caminaremos el doble! — se quejó.

— ¡Emma! — alargué en tono de suplica.

— ¿Tienes miedo de que te cargue? — soltó una carcajada.

— Emma... — la fulminé con la mirada — Claro que no le tengo miedo y no es eso... — me defendí.

— ¿Entonces? — me conocía bien, me estaba retando, sabía que si lo hacia por mi orgullo no podría evitar hacerlo.

— Olvídalo... — le dije mientras comenzaba a caminar hacia donde estaba Mitsuya.

Pase con Emma al lado mío, y solo escuche un chiflido suyo — Idiota — pensé, aunque las ganas de gritárselo en la cara eran infinitas.

— Hey, hey, hey... ¿A dónde vas? — escuché su voz.

— A la casa... — le dije cuando volteé a verlo.

— Sube al auto... — me indicó haciendo un movimiento con su cabeza.

— No... — le dije fría y volví a caminar.

— Entonces no quieres tu auto de vuelta, entiendo — escuché como agitaba las llaves, Emma solo me miraba divertida tratando de no reírse. Mitsuya rodeó el auto y abrió la puerta del copiloto y seguía agitando las llaves.

La oferta del auto era demasiado tentadora — Ven, Emma — le dije caminando hacia él.

Sonrió victoriosamente cuando llegué a su lado, tendí mi mano para que me entregará mis llaves, las puso en mi mano, pero cuando estaba por tomarlas, las quitó.

—No tan rápido... — rió — Sube al auto.

— Emma... — le dije para que también subiera.

— No, yo me iré caminando — me dijo sonriente.

— Sube, no es problema, nosotros te llevamos — le dijo Mitsuya, esta sonrió pero se volvió a negar.

— Emma, sube... — le dije mirándola con suplica.

Finalmente aceptó y subió en la parte trasera del auto.

— ¿Y tú eres? — le preguntó Emma— ¡Cómo te adoro! — pensé feliz al escuchar a mi amiga preguntarle eso.

— ¿________ no te ha hablado de mí? — le preguntó mirándome, yo solo solté una carcajada.

— Ni que fueras quien para que yo hable de ti... — le dije sin voltear a verlo.

— Soy Mitsuya Takashi, y soy el niñero... — rió — ... de esta malcriada niña — la risa de Emma se unió a la de él.

— Da vuelta aquí — le indique para que entrará a la calle donde vivía Emma.

— ¡Gracias! — dijo Emma mientras bajaba del auto.

— No es nada — le contestó Mitsuya.

— Nos vemos mañana — me despedí, entró a su casa y el auto se puso de nuevo en movimiento.

— ¿A dónde vamos? — le pregunté cuando vi que no conducía hacia la casa.

— Te invitaré a comer — me dijo mirándome.

— ¿Y quién te dijo que quiero ir? — le pregunté fría.

— De hecho no lo pregunte, y la verdad no me interesa — sonrió y regreso la mirada al camino — Llegamos — me dijo mientras aparcaba el auto en un restaurant de comida rápida.

— Wow... Pero qué espléndido — le dije sarcásticamente.

— Lo siento —rió mientras bajaba del auto — Pero no te has ganado algo mejor — me dijo cuando llegue a su lado — Además, seguramente te hubieras quejado, como lo haces con todo — me dijo mientras caminábamos.

— Ya te dije que nada me molesta, solo tu existencia en mi vida — entré al establecimiento, escuché su risa detrás de mí.

— ¿Quieres algo? — me preguntó mientras caminaba al mostrador para ordenar.

— No tengo hambre — le dije y caminé a una mesa, me deje caer en el acolchado sillón.

Observaba con detenimiento la silueta de Mitsuya alejarse.

— Si lo hubiera conocido en otro lugar, nunca lo habría tratado mal... — pensé divertida, ya que si fueran otras las circunstancias, habría hecho hasta lo imposible para conquistarlo.

— ¿Qué tanto me ves? — salí de mis pensamientos al escuchar eso.

— ¡Ja! ¡Ja! ¿Yo? ¿A ti? — reí sarcásticamente — Ni en tus sueños, Mitsuya — le dije.

— Acéptalo, te vuelvo loca — me guiñó un ojo, y dejó el pequeño cartel con el número de su orden, se recargó en el sillón y cruzó sus brazos.

— ¡Quisieras! — le dije riendo.

— Entonces, dime que tanto me veías — se recargó en la mesa — ¿O en qué pensabas? — levantó pícaramente una de sus cejas.

— Pensaba en cómo es posible que en tan poco tiempo, se puede llegar a detestar TANTO a una persona — mentí, claramente no pensaba en eso.

— Sabes... — me dijo pensativo.

El Niñero | Mitsuyᥲ TᥲkᥲshiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora