veintidós.

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— Mitsuya — dije justo cuando paso frente a mí, pero siguio caminando sin siquiera voltear a verme.

Abrí mis ojos como platos. O padecía sordera o me ignoro por completo. No había nada que pensar, la segunda opción era más que obvia. Aún sorprendida por su bipolaridad, camine hacia donde había caminado él, que seguramente era hacia la cocina.

Entre a la cocina y efectivamente ahí estaba, se encontraba bajando un vaso de la alacena. Me pare a un lado de la barra. Ya que tenía el vaso de cristal entre sus manos, se dio la media vuelta y me miro, pero sin hacer un solo gesto quito su mirada para dirigirse al refrigerador y sacar una jarra llena con jugo de naranja. Puso el vaso en la barra para comenzar a verter el líquido en el. Yo me limitaba a verlo con detenimiento.

— Mitsuya... ¿podemos hablar? — le pregunté cuando termino de servir el jugo pero volvio a ignorarme, tomando la jarra para volver a guardarla en el refrigerador.

Tomo el vaso ahora lleno y mientras bebía, caminaba para salir de la cocina.

— ¿¡Pero quién demonios lo entiende!? — grite en mi interior, reteniendo las intensas ganas de gritárselo en la cara. Primero me besa, tiene novia, me besa teniendo novia, me besa después de terminar con su novia, me dice que le gusto y ahora parece que no existo, simplemente era inútil tratar de comprenderlo.

Me senté en una de las sillas y recargue mis brazos en la mesa, para después ocultar mi rostro. Luego de darle a mi estómago lo que necesitaba, salí de la cocina, estas dos semanas si que se pasarían lentamente, sin instituto, castigada y Mitsuya no me habla.

Decidí leer un libro, no es algo que me agrade mucho, pero ya que no hay nada más que hacer, fui al despacho de mi padre y del gran estante, tome el libro que más llamo mi atención.

El tiempo pasaba lento, Mitsuya llevaba una semana completa sin hablarme, por mas de que trataba hacerlo enojar o reír, o cualquier cosa para que me hablara era inútil.

Flashback.

Tomé el teléfono, ya que seguramente me regañaría o me diría que lo dejará ahí, marque el número de la casa de Emma, ya tenía más de una semana de no hablar con ella.

— ¡Emma! — dije alegre cuando contesto mi amiga.

— ¡______! — contesto igual.

— Tenemos tanto que platicar...

— Lo sé... — rio — ¿Y cómo va tu castigo? — voltee y vi que Mitsuya se acercaba.

— Me aburro como no tienes una idea — le dije riendo — Ey, ¿qué haces..? — le reclame a Mitsuya cuando tomo el teléfono — ¡No! — desconecto los cables y se llevo el teléfono dejándome sola — ¡Ahhh! — bufe furiosa.

Fin Flashback.

— Sabes que ______, ya no le voy a insistir. Si no me quiere hablar que no lo haga, en realidad no me interesa — me hable a mí misma mientras bajaba las escaleras.

Llegue al último escalón y me encontré con él. Como ya era de costumbre, me miro con su engreída, prepotente y despectiva mirada.

Estaba por seguir caminando, pero por mi orgullo, que algunos días atrás había doblado para tratar de que me hablara, decidí enfrentarlo.

— Mitsuya — le dije ya bastante fastidiada — Si me hablas o no es algo que me viene y me va — lo apunte con mi dedo índice amenazantemente — Pero tus caras me tienen hasta acá — dije señalando mi cuello mientras mi tono aumentaba — Así que tú, tus caras y tu obvia inmadurez pueden irse mucho a la...

— Inmadurez... — me interrumpio y solto una carcajada — ¿Qué? ¿Me hablo? — pregunte en mi interior sorprendida.

— Sí — le conteste aún alterada — Ignorarme y hacerme caras. Eres un idiota.

— Discúlpame, señorita "soy la más delicada y sensible del mundo" — me dijo con una mezcla de burla y enojo — ¿Qué quieres? ¿Que te siga hablando como si nada? — subía su tono — Te dije lo que sentía, y lo que había hecho por ti... ¿Y tú qué haces? — ya era bastante notable su enojo. —... ¡Te fuiste! Y me dejaste como estúpido ahí parado — señalo justamente donde estábamos esa ocasión.

— ¡Ja! — dije sarcásticamente — ¿Y qué esperabas? — le pregunte obvia — "Ay, si Mitsuya, qué bueno que la dejaste, ¿vamos a mi habitación?" — le dije haciendo otro tono de voz —Discúlpame, pero yo no soy igual de fácil, como las demás chicas a las que estás acostumbrado.

— ¡Eso no era lo que quería que me contestarás! ¡Pudiste decirme que no! — reclamo — Pero igual que la otra vez, ¡te fuiste! — ahora se refería a lo que había sucedido en la cocina.

— ¡Y tenías novia! — le grite — Creo que no pude haber hecho nada mejor que irme.

— Ni siquiera sabes... — se acerco a mí — Cuando te bese no tenía novia, ¡sino tenlo por seguro que no lo hubiera hecho! — ambos nos mirábamos fulminantemente.

— Entonces, ¿esa tipa? — le pregunte levantando una de mis cejas.

— Ya salía con ella hace tiempo, tres meses antes que viniera aquí terminamos — lo miraba sin entender — Al día siguiente de que te bese, que como ya es de costumbre, te fuiste. Me encontré con Alice, me dijo que quería que regresáramos, así que acepte. Tú no querías nada conmigo, era mejor que estuviera con Alice y no ilusionarme contigo.

— Yo... — trate de contestarle pero me había dejado sin palabras, yo lo había hecho volver con esa estúpida, porque pensó que lo había rechazado.

— No digas nada — rio — Si quieres te puedes ir corriendo, tonta — solto una carcajada antes de darse la media vuelta.

El Niñero | Mitsuyᥲ TᥲkᥲshiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora