Capítulo 8

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Eva

Las gotas de lluvias golpeaban y empañaban el gran ventanal que había en mi cuarto, estaba haciendo un frío infernal y yo estaba con calcetas, sudadera y varias cobijas de lana, gardenia tenía un clima horrible cuando de lluvia se trataba y ahora lo estaba experimentando.

Me acomodé un poco en la cama cerrando los ojos porque estaba demasiado cansada, mi día había estado un poco atareado y ahora me estaba pasando factura, quería dormir y despertar temprano para ir a trabajar, pero el estruendo de algo en primer piso me hizo alertar. Mi cuerpo dejó la cama enseguida y corrí por las escaleras abriendo la puerta encontrándome con varios hombres armados junto con mis escoltas.

—¿Que está pasando? —Pregunté dirigiéndome hacia Hardy, mi escolta de confianza.

—Vuelva adentro, señorita. Nosotros nos encargamos—Trató de hacerme entrar al apartamento, pero retrocedí.

Los sollozos de una chica estaban en el pasillo, pero no pude ver de quién se trataba.

—¿Que está pasando, Hardy?

—Señorita...

Las palabras de Hardy quedaron en el aire cuando un hombre alto muy apuesto caminó directo hacia mi.

—Las niñas deben estar dormidas a esta hora—Susurró el tipo con una voz profunda que me hizo erizar, pero en ningún momento flaquear.

Mi padre me había enseñado defensa personal, y en cualquier momento estaba lista para lanzarle una patada a su amiguito allá abajo.

—No quiero dormir porque su maldito ruido no me deja—Crucé mis brazos fijandome en el tipo en todo momento.

Tenía unos treinta y algo, su presencia era demasiado intimidante y la dominación en sus ojos era notable.

—Siento si te desperté, dulzura. Pero mi chica es un poco histérica, no volverá a pasar—Me dió una sonrisa sombría.

Trató de acercar su mano a mi rostro y mis escoltas alzaron sus armas apuntándole en todo momento.

—Ni siquiera lo pienses—Gruñí en una advertencia.

—Eres una chica ruda.

—Si, en cualquier momento puedo darte un puñetazo y noquearte, así que yo te aconsejo que me dejes en paz y no intentes poner tus asquerosas manos en mi.

Me dió una última sonrisa y bajó las escaleras escoltado por varios hombres de negro, Hardy le dió órdenes a los chicos de que bajaran sus armas y así fue.

Este enfrentamiento me dejó un mal sabor de boca y los sollozos de la chica aún estaban en mis oídos. Volteé mi vista hacia el apartamento y me encontré con una chica un poco más pequeña que yo, con los ojos llorosos.

Mi cabeza pensó en acercarse, pero mi parte razonable decía que tal vez no quería hablar conmigo.

Dejé mis pensamientos atrás y caminé hacia su puerta con una sonrisa amigable, ella me observó de arriba abajo y tapó su cuerpo con la camiseta de hombre que tenía puesta.

—¿Estás bien?

Dudó unos segundos para hablar y volvió a llorar tapándose la boca.

—Soy Eva, soy nueva aquí.

—Me llamo Sienna, siento todo el alboroto no volverá a suceder.

—¿Pero si estás bien?—Volví a preguntar.

Sus ojos se cristalizaron de nuevo y volvió a llorar limpiando las lágrimas.

—Lo siento, yo...no estoy en mis mejores días.

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