Llevo varios días sin saber nada de Moratti. Parece que se lo ha tragado la tierra. No lo entiendo, al fin accedo a lo que él quiere y va y desaparece... no hay quién lo entienda.
Quizá se haya arrepentido de haber llegado a un trato conmigo, si es así pues a otra cosa porque si se cree que voy a estar aquí esperando hasta que le apetezca dar señales de vida...
¡Lo lleva clarinete!
Ramón ya se encuentra mucho mejor, pero sigue ingresado en el hospital y eso conlleva a que Marga no venga a trabajar, lo cual quiere decir que... ¡tengo demasiado trabajo!
La ristra de papeles empieza a comerme y por mucha prisa que me esté dando para finiquitarlos, es totalmente imposible. Lo único bueno de todo este trabajo es que no tengo mucho tiempo para ponerme a pensar en Ángel.
Cuando digo que llevo varios días sin saber nada de él, lo digo en serio. No aparece ni por la oficina, me tengo que ocupar también de su trabajo. ¿Qué estará haciendo?
Digo yo que al menos podría llamarme y decirme que no va a venir o que está enfermo o qué se le está muriendo su tía del pueblo...
¡Yo que sé!
Me levanto de mi silla y camino hacia el despacho de Moratti. Esta vez sin auriculares, por si las moscas.
Me siento en la silla de Ángel y comienzo a revisar su agenda con detenimiento por si acaso se me ha pasado algo. Como es de esperar, efectivamente se me ha pasado un pequeño Post-It que hay pegado en el lado izquierdo de la agenda.
"Patricia 21:30 –Peronne"
¿Enserio?
Ese restaurante fue donde me llevó Ángel la primera vez.
Tengo atravesá a la Patricia ésta...
Como por inercia, saco mi móvil del bolsillo y busco en Google "Restaurante Peronne". Veo que debajo de la dirección aparece un número de teléfono, lo pulso y comienza a dar tono.
-Restaurante Peronne, dígame. –Contesta una chica al otro lado del teléfono.
¿Qué coño estoy haciendo?
-Buenas tardes. Llamaba para confirmar la reserva del señor Ángel Moratti, esta noche a las nueve y media.
-Sí, un momento...
¿Pero me he vuelto loco?
Parezco un novio celoso de estos que al final acaban encerrados al lado de Hannibal Lecter y haciendo los mismos ruiditos que él.
- ¿Hola? –Dice de pronto la voz del otro lado del teléfono.
-Sí.
-Efectivamente, el señor Moratti tiene una reserva para dos a las nueve y media.
-Perfecto. Muchas gracias. Adiós. –Me despido y cuelgo.
Todo esto tiene una fácil explicación:
Patricia + Ángel + Cena = Sexo.
¿Lleva a todo el mundo al mismo restaurante y juega a los mismos juegos? Supongo que sí, es su...forma de ver todo esto.
Estoy cabreado, pero me lo voy a tomar todo con una buena Filosofía...a partir de ahora, quiero decir.
Mi acelerada cabeza sigue sin entender muchas cosas, pero cuando se pone en marcha prefiero pensar en otras cosas y no hacer mucho caso a mis inseguridades...
¿Inseguridades? ¿Ahora soy inseguro?
Cuando termino mi trabajo, recojo todas mis cosas y abro la puerta del maldito despacho.
¡Ayyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyy!
Mi nariz ha chocado con algo o alguien y me duele a rabiar. Estoy viendo miles de estrellitas de colorines y noto como los ojos se me llenan de lágrimas de dolor. La otra persona me agarra del brazo y hace que camine uno cuantos pasos hacia atrás.
Sobra decir que es Ángel.
- ¿Te has hecho daño? –Pregunta preocupado mientras me siento en el sofá. Cuando soy capaz de abrir los ojos, le veo en cuclillas delante de mí.
-Si... -Respondo como puedo.
-Déjame ver. –Despacio me quito las manos de la nariz y él examina un poco la zona.
Ahora juega a Anatomía de Grey...
-Estás bien, sólo ha sido el golpe. –Afirma.
Le miro con cara de "dios sabe qué" y me observa con cara de circunstancia.
- ¿Qué? –Pregunto.
- ¿Qué te pasa?
-Nada. –Respondo seco.
Ángel se pone de pie y me mira. El calor sube dentro de mí y siento mil ganas de decirle todo lo que pienso, pero me contengo.
No vale la pena.
-Si tienes que decirme algo, hazlo ahora. –Insiste.
- ¿Patricia? ¿En el Peronne?
Me mira perplejo.
-Es una cena de negocios. –Me dice con tono agotador.
-Vale. –Respondo tras escuchar el tono de sus palabras.
- ¿Vale?
-Sí.
Me observa y algo en mi mente se acciona. Decido creer lo que me está diciendo en este momento. ¿Quién soy yo para discutir algo que puede ser cierto?
Me levanto del sofá y camino hacia la puerta.
-Rober...
- ¿Sí? –Respondo desde el umbral.
- ¿Comes conmigo?
-Claro. ¿A las dos en la cafetería? –Su gesto se tuerce.
-Fuera de oficina, Rober. –Dice.
-Tengo una hora para comer, no me da tiempo ir a ninguna parte. –Esa contestación le hace sonreír.
-Soy tu jefe, creo que puedes llegar un poco más tarde.
-Vale, como quieras. Te veo en la entrada principal a esa hora y vamos en mi coche.
-No, vamos en mi coche. –Dice y sonrío.
-Tú eliges el sitio y yo te llevo. –Contesto mientras camino hacia la puerta de cristal, abro y salgo por ella.
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SOY TODO TUYO - parte 1
RomanceRober está convencido de que su vida es perfecta tal y como es: tranquila y repetitiva. Cada mañana se despierta para ir al bufete de abogados en el que trabaja y realiza las mismas cosas para no salirse de su rutina hasta que su jefe anuncia que se...