Capítulo 12

184 10 4
                                    

El sonido de un zumbido hace que abra el ojo derecho, pero lo vuelvo a cerrar. De nuevo, el molesto sonido hace que vuelva a abrir el ojo y, sin fuerzas, estiro el brazo hacia la mesilla para ver quien llama. 

Lorena...

Miro la hora en la pantalla del teléfono y es temprano, demasiado pronto para un sábado y demasiado tarde para un día laborable.  Me levanto de la cama y me arrastro hasta la cocina para buscar algo que desayunar. Como de costumbre, he decidido un bol de cereales de chocolate con leche fría. Camino hasta el sofá, haciendo malabares para que no se vierta la leche, y me siento. Mientras saboreo el desayuno caigo en la conclusión de que no sé nada de Ángel desde la misma noche del partido de waterpolo, tampoco hemos hablado sobre la tal Ariadna o sobre esa repentina decisión de decir que somos pareja. 

No hemos hablado porque se ha marchado de viaje al norte. Al contarme que se iba el fin de semana por temas de trabajo, algo dentro de mi sospechó que no me estaba contando la verdad sobre el viaje, pero decidí tragarme la bola de palabras que se me estaba formando en la garganta y callarme.  Él sabe que tenemos que hablar sobre varias cosas porque, al finalizar el partido, le conté lo ocurrido y, aunque no me diera mucha explicación sobre la chica, sabe que quiero hablar de ello.

El zumbido me saca de la pompa mental en la que me estaba metiendo y atiendo la llamada.

- ¿Sí?

-¡Al fin!  –contesta.

- ¿Qué pasa?

-Nada, nada. Simplemente me apetecía llamarte. –contesta y comenzamos a hablar durante un buen rato de mil temas. En algún momento de la llamada decido que es buena idea contarle lo ocurrido en el partido de waterpolo:

- ¿Le has pedido alguna explicación sobre la chica? –pregunta al finalizar mi relato.

-No, ahora mismo está en un viaje de trabajo.

-Pues cuando vuelva tienes que hablar con él, Rober. Si hicisteis un trato, lo lógico es que si eso ha cambiado tengas que saber por dónde ir y, sobretodo, por qué.  –dice.

-Lo sé, pero tampoco quiero agobiarle con estos temas. Además es algo que quiero hablar cuando estemos los dos solos y... con calma.

-¿Con calma? –repite.

-Sí. 

-¿Pero que calma? ¿Acaso le tienes que dar una noticia que le va a doler? ¡No! Le tienes que preguntar por algo que también te influye a ti. –dice, algo crispada.

-Lo sé, lo sé. En cuanto vuelva, hablaré con él.

-¿Quieres que pase como te pasó con Ivo? -suelta, de pronto.

Y ya salió el tema de Ivo...

Haré un resumen sobre Ivo:

Ivo fue mi primer amor, así en estéreo. Hace algunos años, durante las fiestas grandes de mi pueblo, conocí al típico chico que siempre ves por el pueblo, pero que jamás habías hablado con él. Lorena si lo conocía porque su abuela y la abuela de Ivo tenían no sé cual parentesco familiar. Durante esas fiestas, nos sentamos en el la M-40 y coincidimos con el grupo de Ivo. Por motivos políticamente correctos, Lorena se levantó para saludarlo y él se presentó de manera general, pero a mi me estrechó la mano y me dedicó una sonrisa. Al final, ambos grupos nos juntamos y estuvimos toda la noche en el bar, entre risas y buen rollo.  Al día siguiente de aquello, Lorena me contó que Ivo le había pedido mi número. Ella se lo dio y él comenzó a hablarme y, automáticamente, todo se volvió como en una película romántica con su banda sonora y todo. 

Ivo y yo vivimos un una historia intensa, perfecta y real. Dábamos largos paseos en su moto, salíamos a pasear por la montaña, íbamos a jugar al billar, nos colamos en la piscina municipal para darnos un baño nocturno y perdí mi virginidad con él, pero lo mejor de todo aquello fue que pude ser yo mismo sin ningún tipo de reparo. Hablábamos de todo, nos entendíamos a la perfección y se convirtió en mi mejor amigo. Mi padre tenía muy buena relación con él e, incluso, estuvo cenando en casa de mis abuelos un par de veces. Todo aquello llevó a que me enamorara de Ivo de una manera inocente y pura. 

SOY TODO TUYO - parte 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora