Tras la explosión de sinceridad que ambos tuvimos anoche, Ángel y yo, hemos decidido que nuestra relación sea monógama. Su ataque de honestidad me ha hecho estar toda la noche en vela. Sé que él también ha estado dándole vueltas a todo el tema de que no estoy enamorado de él. Siento que eso le ha chafado sus planes y qué la conversación de anoche la había planeado de otra manera, ha estado toda la noche dando vueltas en la cama. Soy consciente de que está cambiando su forma de ver la vida, únicamente, porque yo soy un egoísta y no soy capaz de entender las cosas.
Tumbado en la cama, miro a mi derecha y le veo dormir. Observo como, mientras duerme, coloca los labios como si fuera un niño pequeño. A veces le miro y no logro entender como está conmigo tras todas las trabas que le pongo. Sin hacer ruido abro un par de cajones de la mesilla color gris que tengo a mi lado para coger unos calzoncillos y una camiseta para poder darme una ducha. Notar como el agua cae sobre mi cuerpo siempre me hace reflexionar, pero no quiero seguir dando vueltas al mismo tema después de haberlo zanjado anoche.
¿Quizá lo nuestro tiene fecha de caducidad porque él no quiere hacer esto?
¿Debería tener manga ancha y acceder a que pueda ver a otras personas?
¿Debo decirle "te quiero" también aunque no lo sienta?
Cuando la sesión de rayadas acaba, me visto y salgo del cuarto para ir hacia la cocina. Al llegar veo que no hay nadie, miro el reloj que cuelga encima de la campana extractora y me doy cuenta de que es temprano. Como Rosa no está, decido marcarme un momentazo y prepararle el desayuno a Ángel. Abro la nevera y saco unos huevos y leche. Comienzo a rebuscar por los armarios de la cocina y encuentro el resto de ingredientes que me hacen falta para preparar unas tortitas.
¿Le gustarán las tortitas?
¿A quién no le gustan las tortitas?
Como si de una prueba de MasterChef se tratase, empiezo a preparar la masa de las tortitas y a calentar la sartén para hacerlas. A su vez, hago una cafetera de café. Mientras se calienta busco en los cajones un mantel para ponerlo sobre la mesa de cocina y lo coloco. Realmente, no sé si esto es un mantel, pero es eso o un trapo de cocina gigante. Como soy un completo desastre, intento no poner la cocina patas arriba y voy limpiando a la vez que voy cocinando. Una vez que las tortitas ya están hechas, termino de colocar la mesa y caigo en la conclusión de qué falta algo.
Pero, ¿el qué?
Repaso todo lo que hay en la mesa varias veces hasta qué me doy cuenta de que no hay sirope. Rápido, abro todos los cajones y armarios para buscar alguno para poder acompañar las tortitas, pero no hay nada. En último lugar abro la nevera y saco una tableta de chocolate con leche, agarro un bol, troceo la tableta y lo introduzco en el microondas.
Oigo como unos pasos se acercan y echo un vistazo a la cocina.
Vamos a ver, si he estado limpiando mientras cocinaba... ¿en qué momento todo está manga por hombro?
Saco el bol con el chocolate derretido y lo coloco encima de la mesa. Los pasos suenan cada vez más cerca hasta que Ángel asoma su cabeza. Durante unos segundos se queda mirando el desastre de cocina que tengo hasta que se percata de la mesa que he preparado.
Sonríe, me mira, se acerca hacia mí y me da un tierno beso.
–Y, ¿esto?
–Me apetecía darte una sorpresa. –digo.
–Rosa nos va a matar... –susurra mientras mira la encimera.
–Desayunemos antes, entonces. –contesto. Ambos nos sentamos en la mesa y comenzamos a desayunar mientras hablamos y reímos. Por un momento, me fijo en la escena que estoy viendo. Ángel y yo desayunando en su casa riendo, sin problemas, sin rayadas, sin preocupaciones... ¿Es real?
ESTÁS LEYENDO
SOY TODO TUYO - parte 1
RomanceRober está convencido de que su vida es perfecta tal y como es: tranquila y repetitiva. Cada mañana se despierta para ir al bufete de abogados en el que trabaja y realiza las mismas cosas para no salirse de su rutina hasta que su jefe anuncia que se...