Capitulo 11

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Me despierto en la inmensa habitación sólo. Miro el reloj de la mesilla y veo que son las diez menos cuarto de la mañana. Salgo de la cama, me doy una ducha rápida y me pongo la misma ropa del día anterior. Bajo las escaleras y no veo a nadie en el salón. Entro despacio en la cocina y veo a Ángel sentado en la mesa leyendo unos documentos mientras le da un sorbo a su taza de café.

-Buenos días. –dice cuando me ve. Rosa está fregando unos platos, me mira y sonríe. Parece que he sido el último en despertarme.

-Buenos días. –respondo.

Ángel no hace ningún indicio de levantarse a besarme, así que tomo las riendas y le doy un piquito que le hace sonreír.

- ¿Dormiste bien? –pregunta y afirmo con la cabeza, pero la verdad es que no he descansado mucho...

Unos segundos después, Rosa deja una taza de café con leche sobre la mesa junto a un plato con croissant y dos pequeños recipientes con lo que creo que son, mermelada y mantequilla. Cuando unto uno de ellos y lo saboreo, exclamo:

- ¡Qué rico, Rosa!

-Yo misma horneé los croissants. –responde la mujer, encantada. Segundos después desaparece de la cocina mientras que yo sigo desayunando. Ángel me mira, no habla, sólo me mira. Cuando me pongo un poco nervioso, lo miro y suelto:

- ¿Pasa algo? –Sin cambiar el gesto, cruza los brazos y se echa hacia adelante.

-Me gusta verte desayunar en mi casa, incluso con la cara de sueño que tienes. –me ruborizo y añade. -Por cierto, luego iremos a casa de mis padres.

El desayuno se me atraganta un poco y hago un sonido de tos, pero asiento.

-Y, si quieres, puedes venir a verme entrenar.

- ¿Entrenar? –pregunto tras darle un sorbo a la taza de café para pasar el trozo de croissant que se me había quedado atascado.

-Sí.

- ¿Entrenar qué...?

-Waterpolo.

- ¿En serio?

-Sí.

- ¿Con quién?

-Con mi equipo.

-No me habías contado que practicabas ese deporte.

Ángel esboza una pequeña sonrisa y dice:

-Tampoco me lo has preguntado nunca. Pero hoy estás aquí, en mi casa, y quiero que sepas cosas de mí. -concluye y al ver que no digo nada vuelve a agachar la cabeza para seguir con sus documentos, pero veo que sonríe un poco...

Cuando acabo de desayunar, me mira y me hace un gesto para que lo siga. Ambos subimos, de nuevo, al dormitorio y me dice que recoja mis cosas para poder irnos. Me quedo un momento pensando y caigo en la conclusión de que ayer vine con lo puesto, así que se lo digo y cuando está listo, me coge de la mano y me guía hasta el garaje.

Al llegar a la estancia, subimos a un coche con un una especie de tridente en el morro y deduzco que es nuevo por dos cosas: huele a nuevo y nunca había visto esa marca. Ángel acciona el mando para que se abra la puerta y podamos salir. Suena la radio y esbozo una pequeña sonrisa al identificar la música de Laura Pausini.

Mientras conduce me explica que la casa de sus padres está en un barrio residencial de la zona "rica" de la ciudad. Vale...eso lo he añadido yo porque sé perfectamente dónde está la casa del Señor Moratti, pero le dejo hablar aunque ya haya estado en esa casa antes.
Pasamos unas grandes urbanizaciones de chalés y al final reconozco el de sus padres. Ángel para el coche frente a la verja de color gris, y de pronto me pongo tenso. Conozco ya al Señor Moratti y sé que me tiene en gran estima o bueno... me tenía en gran estima, pero eso no quita que sea su padre.
Caminamos hacia la puerta de entrada y llama al timbre. Esperamos unos segundos y una esbelta chica, abre la puerta.

SOY TODO TUYO - parte 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora