Capitulo 2

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Un aroma a café recién hecho inunda mis fosas nasales y, haciéndome el remolón, abro un ojo para ubicarme en el tiempo y el espacio. Como puedo, extiendo el brazo para buscar mi móvil sobre la mesita de noche, lo palpo y veo que aún queda un minuto para que suene la alarma y me siento como si controlara el tiempo.

¡Menudo friki!

Me arrastro por la casa cual espectro mientras me froto el ojo derecho para intentar despertarme del todo. Al llegar a la cocina veo a mi padre sentado en unas de las tres sillas que rodean la mesa blanca que hay en el centro sujetando una taza de café.

-Buenos días, ratón.

-Buenos días, papá. –Me acerco a la mesa, dejo el móvil sobre ella y le doy un beso en la mejilla.

Me giro y abro uno de los armarios para coger una taza en la que verter el café, casi a la vez abro el frigorífico y agarro la leche.

-Sigo sin entender cómo te gusta el café con la leche directamente de la nevera. –Comenta con cara de asco.

-Otra de mis rarezas, supongo. –Respondo mientras me siento en otra de las sillas de manera que me quedo frente a mi padre.

- ¿Cómo fue lo de ayer?

-Bien, parece majo. –Digo intentando no entrar en muchos detalles sobre ascensores y chicles.

- ¿Y? –Insiste.

-Mi jefe dio un discurso con el que todos lloraron y luego me presentó a su hijo que, al parecer, será mi nuevo jefe. - Contesto apoyando la espalda en la silla.

- ¿Su hijo?

-Sí, a todos nos pilló por sorpresa. Pensábamos que su hijo dirigía la sede de Florencia, pero se ve que mi jefe le quiere por aquí para estar al tanto de las noticias de esta sede.

-Qué raro, ¿no?

-Supongo que me lo contará luego. –Digo concluyendo la conversación y tras dar un largo trago a mi taza de café me quedo en la inopia hasta que vuelvo a la realidad y desbloqueo la pantalla del móvil para ver la hora.

Dejo la taza en el fregadero de la cocina y camino hacia mi cuarto para elegir la ropa de hoy. Tras unos segundos de indecisión elijo unos vaqueros, una camisa blanca y una corbata azul marina, y aunque ayer no fuese vestido de esta guisa, porque no era necesario, hoy es día laboral y hay que ir bien vestido. Tras ello me acerco al cuarto de baño y me doy una ducha rápida para terminar de despertarme; al acabar, me acerco a la habitación y me coloco la ropa que había elegido. Vuelvo al cuarto de baño me seco el pelo con la ayuda del secador y lo peino con la mano.

Ahora parezco más una persona que trabaja en un bufete de abogados, no como ayer que iba vestido como cualquiera que va por la calle.

Al acabar, guardo mis cosas en la mochila del trabajo y busco las llaves del coche. No las encuentro, como siempre...

Busco y rebusco en todos los sitios posibles hasta que recuerdo que posiblemente estén el pantalón que llevaba puesto ayer.

- ¿Te espero a comer? –Pregunta mi padre desde la cocina.

-No lo sé, vamos hablando. –Respondo mientras abro la puerta. Camino hasta el Renault Clío de color azul oscuro con más años que el hilo negro y me monto. Cuando me recoloco, pongo el móvil en el adaptador del salpicadero y preparo el GPS porque, a pesar de llevar trabajando años en la empresa, sigo perdiéndome si no lo pongo.

La verdad es que mi casa está bastante lejos de la oficina. Bueno, más bien, vivo en un pueblecito alejado de la capital.

Poca gente ha oído hablar de Cienpinos, pero es el pueblo perfecto. Tiene todo aquello que uno necesita de la capital, pero con la tranquilidad de no ser la capital; lo único es que al ser un sitio pequeño no puedo dar dos pasos sin que nadie lo sepa, por eso cuando me contrataron en Moratti & Associates lo acepté sin pensarlo porque era una buena oportunidad de conocer algo más allá de Cienpinos.

SOY TODO TUYO - parte 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora