Prólogo

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. •. Tranquilo. •.
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——-Rusia-——
❄︎

Era una tarde fría, en la que nevaba, copos de nieve caían en nuestras narices. Era de lo mas usual en mis tierras, un clima al que ya estaba acostumbrado, pero mi acompañante no.

México tomaba mi mano fuertemente, venia con mas de cinco capas de ropa encima y dos abrigos míos. Su linda nariz se había tornado de un color rojizo lo cual lo hacía ver aún más adorable. Caminábamos rumbo a un parque de diversiones, íbamos bien cubiertos para evitar ser reconocidos, o al menos evitar que a mí me reconocieran.

Ser un representante hoy en día no es nada fácil, ni nada seguro.

Últimamente se habían presentado muchos ataques a representantes por grupos terroristas de países enemigos o de los mismos ciudadanos del país por desacuerdos con el gobierno al mando. Lo que no entienden es que nosotros no tenemos todo el control de eso, pero se les hace fácil culparnos.

—N-no mames wey – Mex tartamudea —S-Según yo me envolví mas que un tamal y aun siento un buen de frio; pero otro poco y muero en mi país, entonces mejor me aguanto — se queja.

Lo único que hago es darle un beso tierno en la frente, sus ojos dorados se cruzan con los míos y un bello sonrojo alberga sus mejillas.

-— Te acostumbraras al frío, no sabemos cuándo será seguro que vuelvas. Sigamos caminando – indico y proseguimos sin que el refunfuñe.

Se queja unas cuantas veces más, pero solo hace que suelte unas risitas.

Hace poco mas de una semana, unos locos de medio oriente atentaron contra la vida de México en su propio país, apoyados por grupos que odiaban a México debido al problema legal que del que recientemente, salió limpio y libre.

Claro que su ejercito lo defendió y el mismo se vio obligado a hacerlo. ONU lo reprendió por exponerse de esa manera: Ella siempre nos ha indicado que cuando suceda una situación de esa gravedad, debemos huir y dejar que el ejercito se encargue, no quedarnos ahí a combatir.

Pero México es guerrero por instinto y naturaleza.

Llegamos al parque de diversiones, México veía todo como niño chiquito, sus ojos se engrandecieron, denotaba ilusión en su rostro.

—¡Rusia! ¡Rusia! — brincaba emocionado jaloneando mi brazo.

-— Si Mex.

-— ¡Vamos a la montaña rusa wey! ¡quiero subirme antes de morir! -— suplicaba aun brincando. Solo asentí sonriendo de lado y nos dirigimos al juego, Mex me arrastró hasta la fila. Nos formamos el debido tiempo, tardo un poco en avanzar, pero después de alrededor de diez minutos, nuestro turno llego.

El y Yo ||R u s m e x||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora