Capítulo 23

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. •. Celos y Recuerdos. •.
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———-Lidia-———


2024—[Años anteriores]

Ver de esa manera a mi señor me partía el alma.

El señor Rusia había estado hecho de todo para rebuscar pruebas y testimonios, pero digamos que no le estaba yendo muy bien.

—¿No quiere atole?, Doña Fati lo hizo especialmente para usted.

— No Lidia, con el té está bien— elevó un poco las comisuras de sus labios y volvió su vista al fondo de la taza.

Solté un suspiro de desanimo y apagando la estufa me serví una taza de atole para que no se desperdiciara; con cuidado caminé al comedor y me senté a lado de México.

Un proceso como este no es fácil señor...— hable dándole un sorbo a mi bebida— No se desanime rápido, el señor Rusia sabe lo que hace.

— Claro que sabe lo que hace— sonrió con amargura fugazmente— Pero aun así el cariño de mi pueblo no será el mismo...

— Pero usted no lo hizo con maldad señor...—musité viéndole y dejando mi taza con bebida caliente sobre la mesa.

El señor México alzó la vista a mi dejando de lado la taza entre sus manos y me sonrió efímeramente.

— No todos piensan como tu, Lidia... y aunque Rusia sabe lo que hace, dudo mucho que pueda comprobarle a mis tribunales que soy inocente, y mucho menos podrá regresarme todo lo que tenía, nada será como antes Lidia... ya nada será como antes.

Siempre era testigo de cómo México era reacio durante los interrogatorios de Rusia, así era como los llamaba el, "interrogatorios". Aunque creo que el señor Rusia los tomaba mas como citas terapéuticas.

Al parecer la mamá de Sonia arremetió contra México y le culpó por la perdida de su nieto. Cuando la noticia se difundió todo se desmoronó; su cargo como doctor se fue al caño, su prestigio e imagen social no eran para mas que aborrecerle.

Hubo marchas en contra de mi señor y otras defendiéndolo.

Era el juicio del pueblo el que estaba hiriendo a México, y eso era lo que realmente le importaba.

El señor Rusia siempre pareció empatizar con él. Durante sus charlas había un mutismo intermedio donde ambos se miraban a los ojos hasta que albergara la suficiente paz para intercambiar unas cuantas palabras y luego despedirse.

Pero luego de tanto, esta platica de cliente y abogado salió fuera lo común.

—Por lo menos antes me dabas las buenas tardes.

El y Yo ||R u s m e x||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora