-----Jamás podrás entender, que en esta relación somos tres... Y sobra quien menos crees-----
Luego de su dolorosa separación, México se ve comprometido a un acuerdo innegociable para salvar su vida y mantener el bienestar de su gente. Pero a la vue...
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———-Alemania-——— ❈
— Y bien Alemania. Cuéntanos. ¿Cómo te liberaste de tu gobierno? —me preguntó ONU sentada en su trono.
Sonreí y miré mi alrededor. Todos estaban reunidos solo para ver como me juzgaban. Menos cuatro representantes.
La silla a lado de Estados Unidos estaba vacía. Ella me miraba con odio y repudio. Nunca decepciona.
— Alemania— ONU me llamó de nuevo con voz protuberante— Habla. Ahora.
Observé las esposas en mis manos y piernas. Bueno, supongo que este es el final.
— No te llamaré otra vez— último ONU—. ¡Confiesa!
FBI la tomó de los hombros. Que bonito es el amor.
— No pierda los estribos mi estimada dama— hablé por fin—. No se desgaste. Ya le contaré y empezaré por mi gran error, que fue pedir las cosas por las buenas y no por las malas. Mas vale pedir perdón a pedir permiso, ¿no?
— Adelante— retomó la compostura, FBI me miro mal—. Todos te escuchan.
Asentí y comencé mi relato.
— Espero no se le escape ninguna...
Cuando el mundo le negó ayuda a México, vi la oportunidad perfecta. Si yo era la excepción, me ganaría su cariño, estaba seguro.
El testarudo fue Walter, que no quiso comprender.
—No pienses con el corazón Alemania, ¿Dónde están nuestras ventajas?
—Relaciones comerciales. Solo hay que ponernos creativos. Después de todo están ofreciendo una buena cantidad de dinero.
—¡No Alemania! —mi presidente se exaltó —. ¡NO!, ¡No necesitamos nada de ellos!, ¡Ni dinero!, ¡Ni tratos!, ¡Tenemos los suficientes!
—¡Pero es que no estás escuchando!
—¡Y tu no estas pensando!, ¡No entiendo tu capricho!
—¡No es capricho!, ¡Quiero ayudar!
—¡Pues no hay opción!, ¡El que manda aquí soy yo!, ¡Y para hacer lo que tú quieras tendrás que arrancarme el corazón primero!
Esa era la tercera vez que trataba de persuadirlo. Pero Walter no accedía.
Y tomé metafóricamente lo ultimo que me dijo.
¿Qué le arrancara el corazón? JA.
—¿Qué hiciste entonces, Alemania?
— ¿Pues que más? —pregunté obvio—. Le arranqué el corazón.
