-----Jamás podrás entender, que en esta relación somos tres... Y sobra quien menos crees-----
Luego de su dolorosa separación, México se ve comprometido a un acuerdo innegociable para salvar su vida y mantener el bienestar de su gente. Pero a la vue...
Entre los soldados ví al comandante de las fuerzas armadas. Todos se pusieron firmes cuando el les hizo un ademán poniendo la mano en alto.
No te alteres Bielo, no te alteres...-- me repito a mi misma. No puedo ser esclava de mis impulsos.
- Representante Bielorrusia -se presenta, toma mi mano y la besa de manera elegante.
Permanecí aturdida por unos segundos, sonreí tenuemente. Sentí la incomodidad y molestia de Aus a mis espaldas.
- Que anticuado -murmura Australia.
Le reprendí con la mirada, a lo que él solo gruño. La camioneta donde esta el cuerpo de mi hermano se aleja.
- ¿A dónde se llevan a mi hermano? - le pregunto al comandante.
- Al palacio de Kremlin.
- ¿Por qué?
- Venga conmigo, le explicaré lo que sucede.
Solté un suspiro con resignación. Me giré a Australia, que miraba de forma inquisitiva al comandante, lo analizaba, luego me miro y me rogó que no fuera, pero no podía hacerle caso, no podía abandonar a Rusia.
Se agachó resignado.
- Me tengo que ir Aus, luego hablamos - le apreté el hombro.
- Bielo... -me toma del brazo -. Por lo que mas quieras, no hagas nada, no aceptes nada, sin antes decirte como conseguí mi libertad.
Su expresión era preocupante, sincera y seria. Infle un cachete, ¿Qué era todo este misterio?
- De acuerdo. - asentí soltándome de su agarre - Te llamo luego, adiós.
- Adiós Bielo...
Me alejé de Australia y me puse enfrente del comandante.
- Vamos.
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