Cap 21. -Cómo me hiere... cómo me lastima mi corazón-

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Con la pérdida de Boscha, la ilusión se había esfumado de la vida de Willow. Antes de que aquella mujer irrumpiera en su vida, Willow era una apasionada de su trabajo, que la llenaba de energía y la incitaba a superarse. Cualquiera que fuese el esfuerzo que requirieran de ella las exigencias de su oficio como editora, se imponía otras mucho mayores. Había sido una luchadora entusiasta, que a menudo embestía con la cabeza gacha y una vehemencia que no había sido consciente de poseer hasta que se hubo agotado.

En las semanas que siguieron a la boda de Luz y Amity su carácter cambió. Iba a la oficina todos los días, pero su trabajo allí dejó de tener importancia. Componía artículos, tipos y corregía pruebas, pero todo eso se convirtió en rutinario, carente de atractivo. Buscaba noticias, vendía anuncios y hacía reseñas de espectáculos, pero admitía que, a la larga, lo que hacía no influía demasiado en el desarrollo del mundo.

Una vez en casa, se retiraba temprano a la habitación, sintiéndose una intrusa en el piso de abajo, donde Luz y Amity, colmadas de felicidad conyugal, se acurrucaban en el sofá, entrelazaban sus manos y en ocasiones se besaban en silencio. Aunque Willow no contemplaba, ni mucho menos, con malos ojos esa dicha, presenciar la escena le hería.

En su habitación comenzaba artículos que con frecuencia dejaba a medias, mientras algún recuerdo fugaz le inspiraba un verso. A veces componía un poema entero; otras, todo se quedaba en ese único verso; a menudo volcaba los pensamientos de su soledad en su diario personal, o bien se quedaba mirando la cajita de madera hasta que su mano la recogía, la abría y retiraba el broche de compromiso para sostenerlo y frotarlo con un pulgar. Luego se cubría el rostro con las manos y reflexionaba sobre sus carencias como omega.

¿Quién podía enamorarse de un caparazón frígido incapaz de recibir afecto? Si no podía aceptarlo de la que consideraba su alfa ¿qué posibilidad tenía de superar esa faceta estéril? Se imaginaba buscando a Boscha, incitando una unión y llevándola a cabo hasta el final, simplemente para probarse a sí misma. Pero era demasiado tímida para visualizar el acto completo y tras hacer balance de sus conocimientos sobre el tema, acababa siempre por sentirse culpable y frustrada.

Qué irónico resultaba que una vez hubiera rechazado a Boscha gritando: "¡No, yo no soy como Luz!", y ahora rezara para parecerse a ella, concibiéndose, además, como un monstruo. Le parecía una gran crueldad que la naturaleza le hubiera dado la necesidad de ser amada y, en cambio, le negara la capacidad de aceptar la manifestación más profunda del amor.

Con frecuencia maldecía a su padre, el que alguna vez fue admirado por ser un pilar de corrección, cuyos viles actos eran la causa de que ella se encontrara metida en aquel tormento. Denigrar la memoria de Belos Wittebane sólo incrementaba su dolor, haciéndola más solitaria y distante en su hogar y más amargada e inquisitiva en el trabajo, donde, a diario, se veía obligada a usar las herramientas que alguna vez había valorado tanto por haber pertenecido a su padre.

Un día, a mediados de julio, cuando el calor y el olor a estiércol de la calle llenaban la oficina del periódico, Willow protagonizó una escena lamentable. Había estado contando las veces que Hunter sacaba la petaca para beber. También había estado escuchando la velocidad con que los tipos quedaban ordenados en el componedor. Parecía que la marcha se ralentizaba a medida que avanzaba la tarde. Oyó un golpe seco y el ruido de algo al caer a sus espaldas, seguidos de una maldición. Willow miró por encima de su hombro en dirección al ruido y vio a Hunter mascullando y recogiendo tipos desparramados por la bandeja de la galera. En lugar de empezar a ordenarlos, el alfa sacó de nuevo la petaca. Willow se volvió con brusquedad hacia él y le dio un manotazo, de tal manera que la petaca voló por los aires.

- ¡Eso es! ¡Sigue bebiendo! Eso ordenará los tipos desparramados, ¿eh? -gritó Willlw. La petaca cayó al suelo, dio un par de vueltas y el contenido se derramó.

CUANDO LAS LÁGRIMAS RUEDAN POR TU MEJILLA -BOSCHLOW ADAPTACIÓN- OMEGAVERSE -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora