Cap 9. -Te quedarás con el rompecabezas-

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En Oracle Coven, era la hora de comer para el primer turno. La cocinera había preparado pollo y pudín. El olor a comida llegaba hasta la habitación de Luz y le hacía agua la boca. Enfundada en una bata, tomó a Ghost y salió del cuarto.

- Ven conmigo, gatita; te daré un poco de salsa.

No había muchas cosas buenas que contar sobre esa vida, pero la comida era una de ellas. Se alimentaban como reyes. Tenían a su disposición productos frescos, una vaca propia que dormía en un establo (¡después de todo, necesitaban mantequilla!) y toda la leche, crema, azúcar, papas, pudines y pasteles necesarios para mantener contento a un grupo de omegas confinados. Gwendolyn era una buena cocinera y no escatimaba en nada.

En la puerta de la cocina, Luz se encontró con Ember, una de las más jóvenes.

- ¿Qué haces tú aquí? -inquirió con expresión furiosa-. ¡Tienes prohibido estar aquí con nosotros! -Pasó junto a la pequeña omega adelantando primero un hombro, asegurándose de que ni siquiera el pelaje de Ghost rozara el brazo de Ember.

- Tranquila, Lucia, querida. Sólo he bajado a llenar mi recipiente de mantequilla.

- ¡Llénalo cuando te toque!

- ¡No eres la dueña de la cocina, puta!

- ¡Si lo fuera, tú no trabajarías aquí!

Existía una particular estratificación social que se hacía evidente a la hora de comer: los más jóvenes, especializados en el sexo oral, comían después de los convencionales, que despreciaban a los otros por lo que hacían en el piso de arriba. La tensión entre los dos grupos daba lugar, en el mejor de los casos, a mordaces enfrentamientos verbales y, en el peor, a muertes.

En el último burdel donde Luz había trabajado, uno de los convencionales, había puesto vidrio triturado en el agua del lavado vaginal.

Sin embargo, Luz tenía amigos en Oracle Coven... buenos amigos. Belle y Sebastian ya estaban sentados a la mesa cuando ella entró en la cocina con la gata en brazos. Kiki también estaba allí, pero Kiki nunca hablaba, sólo comía sin bajar la cabeza y abandonaba la habitación haciendo un eructo.

- Si fuera tu tendría cuidado con ese gato estando cerca Ember -le advirtió Sebastian-. Está celosa de que lo tengas.

- Si se le ocurre tocar un pelo de esta gata, se convertirá en una puta con un sólo pezón.

Todos rieron menos Kiki; luego comenzaron a almorzar. En el suelo, bajo la mesa, Ghost recibió su ración de pollo y pudín, mientras que alrededor de la mesa, tres omegas comían lo mismo, seguido de una porción enorme de pastel de chocolate relleno de caramelo y nuez y cubierto con crema. Animándolos a comer más y más estaba Gwendolyn, una alfa que los trataba a todos por igual, de modo que todos la querían. Gwendolyn era la madre que algunos jamás habían conocido, la abuela que algunos recordaban y el mayor consuelo en las sórdidas vidas de la mayoría, porque Gwendolyn era sinónimo de... comida. Almorzaban así todos los días, con voracidad. Al anochecer, poco antes de que comenzaran a llegar los clientes, prácticamente no probaban bocado.

- Estoy muy orgullosa de ustedes -dijo Gwendolyn mientras movía su enorme cuerpo alrededor de la mesa llenando de nuevo las tazas de café.

Kiki se puso de pie, eructó camino de la puerta y se marchó sin abrir la boca.

- ¿Alguna vez han visto sonreír a Kiki? -preguntó Belle a los demás.

- Nunca -contestó Sebastian.

- Un par de veces, mientras acariciaba a Ghost, pareció a punto de hacerlo -intervino Luz-, pero supongo que, realmente, no debían ser más que eructos.

CUANDO LAS LÁGRIMAS RUEDAN POR TU MEJILLA -BOSCHLOW ADAPTACIÓN- OMEGAVERSE -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora