De buen corazón

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Hacía frio, no le afectaba, pero hacia frio, al menos eso le decía el vaho que salía por su boca a cada respiración, también sabía que estaban celebrando algo, o al menos eso le decía el barullo lejano que llegaba a sus oídos, al fin y al cabo, entre el gentío podía oír los cantares desafinados de algunos borrachos.

Si, definitivamente hoy era un día para celebrar y no es para menos, el primogénito del rey de aquel reino había nacido. Miles de infantes habían nacido y fallecido aquel mismo día, pero para aquel pueblo, aquel era especial, tanto como para ignorar el cadáver sangrante de aquella mujer, pues por mucho que estuviera apartado del ajetreo y en un rincón oscuro de aquellas calles sin asfaltar, eran muchos los que lo habían visto.

"Los guardias se encargarán" pudo oír a algunos murmurar, "ya no se puede hacer nada, no dejes que te fastidie la celebración" excusaban otros. A veces la rubia no podía evitar sonreír ante la moral de aquellos que decían fervientemente seguir la palabra de aquella divinidad fallecida hace siglos, incluso en ocasiones no podía evitar carcajearse, pues luego tenían la desfachatez de asegurar que no se merecían caer al infierno.

-Honestamente, a veces ni se porque trabajamos tanto para manteneros vivos.

-Haré como que no escuché eso. - Aquella voz la sorprendió, no lo podía negar, pero no lo suficiente como para hacerla reaccionar. Miró a sus espaldas, pues era de dónde provino el sonido y al hacerlo se encontró con una silueta a contraluz. No podía detallar nada en ella a excepción de que se trataba de una figura femenina de penetrantes ojos que brillaban en diferentes colores.

- ¿Y tú eres? - Aquella figura suspiró.

-Obvio que no me recuerdas, estabas demasiado ocupada amedrentado a la líder de la ciudadela. - Ante aquella respuesta la rubia solo llegó a una conclusión, un ángel, de alta posición, además. Esto hizo que su leve asombro se sustituyera con claro incordio.

-Tanto no os molestaría si nadie hizo nada para pararme. - Masculló claramente mientras una clara sonrisa bañada en arrogancia se trazaba en su rostro. Aquella figura no pudo evitar tensarse ante su respuesta.

- ¿Qué haces aquí? - Pregunto con claro repudio, algo que consiguió poner de buen humor a la más alta.

- ¿No puedo? - Clara soberbia en sus palabras.

-El alma de esta mujer fue recolectada hace bastante, por un ángel, no tienes motivos para estar aquí. - Aquel ángel caído se encogió de hombros, con un desdén obvio.

-Solo paseaba. - Le miró con inocencia. - ¿Te vas a presentar en algún momento? Me gustaría poder detallas a la persona que me esta recriminando sin motivo alguno.

Pudo observar como aquellos brillantes ojos bicolor se entrecerraban, seguramente marcando una mueca llena de molestia, aun así, no hubo una respuesta clara, simplemente aquella figura comenzó a acercarse a la rubia hasta llegar a ser visible para ella y la mayor no pudo evitar fascinarse ante aquella mujer morena de rasgos y atributos felinos que había acabado frente a ella.

-Paciencia. - Aquella palabra consiguió que la rubia volviera a la realidad, encontrándose con una mano tendida hacia ella.

-Guerra. - Respondió mientras aceptaba aquel cordial agarre.

-Créeme, lo sé. - Fue su única respuesta ante la presentación de la más alta. - Ya te presentaste bastante bien en la reunión de los altos mandos. - Una sonrisa victoriosa se mostró en la rubia.

-Gracias. - Ambas se quedaron en silencio por unos segundos, sin saber cómo continuar esa conversación.

-Entonces ¿Me vas a decir que haces aquí?

De virtudes a pecados. (Catradora UA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora