IX | CABALLITOS DE MAR.

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MOON DANA

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MOON DANA.

Creo que estaba abusando de la comida y la generosidad de la señora Min. Jiyeon me había invitado a su casa y su madre nos había recibido con mucha comida; arroz, pollo, verduras, kimchi y pasteles de arroz. Tenía muy buena sazón y realmente era satisfactorio sentir todos esos sabores en mi boca.

— Oh, Dana, ¿te gustó lo que preparé?

— Mucho, señora, Min le agradezco mucho.
— ¿Tu madre cocina este tipo de platos?—preguntó con una sonrisa mientras recogía los platos y los vasos para llevarlos a lavar.

Me levanté y la comencé a ayudar por más que insistiera en que me quedara sentada— Mamá... mi mamá-carraspeé un poco mi garganta— ella suele comer cosas más saludables o caras, usted sabe; frutas, vegetales en vinagreta, salmón, langosta, sopas entre otras comidas.

— ¿Entones ella no cocinaba?—negué.

— La empleada era quién solía cocinar o pedía la comida desde los mejores restaurantes de Seoul, ella decía que era por falta de tiempo—me encogí de hombros.

— ¿Nunca preparan algo juntas? quizás unos pasteles o algunas galletas cuando eras niña—miré a Jiyeon y me quedé pensando.

— No, creo que nunca hicimos eso. Pero con mi abuela sí, recuerdo que hacíamos pan dulce o tartaletas de fresa—sonreí— la extraño mucho.

— ¿Hace cuanto se fue?

— Oh, no, ella no ha fallecido, solo está lejos, bueno ahora no tanto.

— ¿Por qué lo dices?—Jiyeon se ofreció a ayudarme con la losa.

— Ella está acá en Busan, solo que en un asilo para ancianos.

— ¿Qué hace ella en ese lugar?—la señora Min se acercó a nosotras y se posó a un lado de mí.

— Mis tíos decidieron que era buena idea de que estuviera ahí—fruncí un poco mi ceño al recordar las palabras que utilizaron— ella era una molestia para sus ocupadas vidas, pero no podían dejarla sola por miedo a la crítica pública—solté con amargura aumentando la presión en la esponja que pasaba sobre el plato sucio.
— Nunca entendí la bondad de mi abuela, pero tampoco la crueldad de sus hijos.

La mano de Jiyeon se posó en mi hombro, hacía presión, pero sin embargo era cálido su tacto, tomé aire y fuí bajando la tesión de mi mano, por otro lado la madre de ella estaba mirando hacía el comedor sin decir nada luego miró a su hija y después a mí.

— Te llevaremos a verla, solo dinos en que asilo está.

— No, no está bien, estoy esperando que me paguen para comprarle algunas cositas.

— Igualmente nos dices para llevarte, no pienses que sería alguna molestia ya eres parte de nuestra pequeña familia así que cuenta con nosotras—la señora Min pasó su brazo sobre mis hombros y me sonrió para luego envolverme en un abrazo tan cálido que desee que nunca me soltara.

¡No Eres Taehyung! | Jeon Jungkook ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora