30.- Está bien

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—Creo que estas confundido.

La expresión en Sasuke era bastante aterradora para alguien tan joven, el ceño fruncido y los labios presionados en una línea recta hicieron a Shisui prestarle más atención.

—Conozco a mi hermano y aunque es demasiado hábil para ocultar cosas, esta vez lo están sobrepasando. ¿Estas tomando los supresores?

Desde que Itachi había abandonado el hospital poco pudo hablar con él, sus padres y todos estaban de acuerdo en que su vínculo debía ser extinguido.

Por aquel nefasto lazo familiar.

Shisui quiso gritarles, asegurarles que aquel impedimento podía ser obviado, que podría hacer feliz a Itachi pese a ello.

¿Pero cómo hacerlo?

Si el mismo Itachi le había pedido que usase supresores, que ayudara para que su vínculo se rompiese.

¿Qué más podía hacer?

Seguro que escalando cuesta arriba sin el menor apoyo sería solo un suspiro, si contase con la certeza de que Itachi correspondía sus sentimientos.

Pero no era así.

Su primo le había repetido una y otra vez que amaba al Namikaze...

Lo había perdido.

Y solo los deseos de llorar lo plagaban, sintiéndose vacío por dentro, que todo su esfuerzo aplicado en aquellos años para presentarse frente a Itachi como alguien digno de su amor ya no importaban. La persona más importante en su vida había decidido entregar su corazón a alguien más.

Entonces, odió ser un Uchiha, Shisui renegó de su apellido, de aquel vínculo familiar que movió a su primo a olvidarlo en brazos de otro.

Era lamentable que aquel hecho jamás cambiaría. Así que solo pudo regresar y tratar de sonreírle, decirle que, si aquello era lo que deseaba, lo haría.

Porque no solo se trataba de aquella marca que de momento lo volvía su omega.

Itachi parecía en verdad aún roto.

Las secuelas del secuestro eran tan visibles que temía no pudiese recuperarse del todo.

Porque Shisui podría llegar a sentirse en un estado de ansiedad constante y una abstinencia que lo desesperaba hasta gritar por el dolor que sentía ante la ausencia de aquellos fármacos usados en él por esos meses. No obstante, no podía comparar ni por asomo aquel suplicio con el que seguramente su primo fue torturado cada día en su encierro.

Aun así...

Quiso volver con Naruto, con aquel alfa que tuvo la fortuna de conocerlo cuando Shisui no estaba.

Su lado racional entendía a la perfección.

Que no habría modo de recuperar aquellos vestigios de amor juvenil dejados de lado, pero era su lado alfa el que aún parecía aguardar una señal. Algo enterrado en las escasas palabras que Itachi le dedicaba cada día, algo que mantuviese su esperanza.

Y aunque debía visitar a su primo todos los días durante al menos cuatro horas, horas que todo el mundo estaba deseoso por reducir, Itachi guardaba silencio la mayor parte del tiempo, argumentando que tenía sueño.

Dándole la espalda reduciendo todo a mutismo.

Cuando lograba entablar una escasa conversación, Itachi hablaría lo menos posible, casi deambulando de un lado a otro en la habitación, nervioso y con eventuales cortes en las puntas de los dedos.

Intoxicación Donde viven las historias. Descúbrelo ahora