14.- Porque ahora

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14.- Porque ahora



Aquel viernes llegaron a esa nueva casa, con la promesa de sus padres de que pronto conseguiría nuevos amigos y que cerca de sus primos tendría siempre con quien jugar.

Shisui le sonrió a su madre y aceptó de buena gana el cambio de ciudad, aunque allí todo fuese nuevo ciertos ánimos aventureros le provocaban mucha curiosidad. Fue ese mismo día que lo llevaron a casa de sus tíos; Fugaku y Mikoto.

Y que lo vio por primera vez.

Conocer a Itachi fue sin duda lo más memorable de ese momento, el pequeño niño más joven que él, fue bastante cortés, tan sólo tuvo que escucharlo unos instantes para darse cuenta de su increíble capacidad y aunque lo enviaron a jugar juntos se percató de que Itachi más parecía el guardián del aún más pequeño Sasuke.

Con paciencia y cariño le aclaraba cualquier duda, sonriéndole con la facilidad que solo alguien especial podía provocar.

Fue enternecedor.

Cuando comenzó a asistir al mismo colegio que ambos hermanos, sus demás hipótesis se confirmaron, Itachi era más que brillante. Los maestros parecían encantados cuando el inteligente niño hacía gala de cualquiera de sus múltiples habilidades y aunque Shisui siempre fue más que sobresaliente en clases, tenía que admitir que Itachi parecía ir un paso por delante.

Pero contrario a cualquier pronóstico, no le molestó.

Se dedicó entonces a ayudarlo a pulir cualquier pequeña falencia que pudiese e Itachi se mostró agradecido por tener alguien con quien al fin comparar notas.

En aquel ámbito pacifico fue sencillísimo hacerse cercanos, porque además de vivir a unas pocas calles compartían varios intereses, muchas tardes se la pasaron hablando de música o alguna película nueva, analizando detalles que nadie más notaría, descifrando algo nuevo cada día.

Shisui se sintió satisfecho.

A pesar de los infantiles celos de Sasuke cuando creía que estaba acaparando a su "nii-san" demasiado tiempo, solía divertirle provocar algún puchero en él, arguyendo falsamente que era mejor que Itachi para sacar a flote un inofensivo berrinche en el pequeñín que en consecuencia provocaría la sonrisa de Itachi. Adoraba verlo sonreír.

Como sus delgados labios se curvaban cuando algo lo hacía feliz.

Pero poco a poco deseó verlo más, apreciar esos espléndidos gestos con más frecuencia, poder provocarlos en todo momento, que su familiar fuera siempre feliz a pesar de lo imposible de su deseo.

Y con el paso del tiempo un pequeño piquete en su corazón fue incrementándose, con el que el simple hecho de ser familia ya fue siendo más incómodo, somos primos lejanos, solía repetirse cuando diminuta grima deseaba proliferar en su pecho.

Como fatalidad fue demasiado obvio que el sentimiento cambiase naturalmente a otro tipo de amor.

Sus sentimientos por Itachi ansiaban hallar alguna señal en su primo para desbordarse por cada fibra de su cuerpo al confesárselo, sin embargo él siguió comportándose como su primo, estudiando juntos y practicando baloncesto en los días soleados.

El cambio en la silueta de su primo al crecer fue una fantasía hecha realidad, con las facciones infantiles casi extintas y los redondos ojos negros atrás. Ahora con inigualable grácil elegancia y hermosos ojos oscuros rodeados por sus largas pestañas, como el aleteo de una mariposa con cada parpadeo.

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