ᴠɪɪ

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Había terminado exitosamente su celo, el ultimo día le había dicho a Takemichi que no dejara entrar a nadie, ni en la habitación ni en la casa, suficiente tuvo con que aquel niño estuviera rondando cerca suyo durante dos días, necesitaba un descanso, aquel día tomo varios supresores porque se sentia mareado, no recordaba muy bien los momentos que estuvo con el niño, por eso no quería verlo, temía hacerle algo al no tener sus cinco sentidos, además de que era la primera vez en que no pudo controlar sus feromonas y desbordaban en abundancia, su omega ya no estaba tan inquieto.

Ahora que terminó ya no había necesidad de estar en la casa del beta, agradeció el que lo haya dejado quedarse y que lo haya cuidado, cuando mencionó el como tenía a un niño detrás suyo, se fue porque no quería hablar de eso, aún se le hacia absurdo, no comprendía porque un terco niño lo perseguía sin parar, era molesto.

Caminando por las calles pudo olfatear un aroma conocido, con las manos en sus bolsillos persiguió aquel aroma, cada vez haciéndose más fuerte y al llegar, se encontró con aquel alfa al cual le tenia cierto respeto, un hombre mayor a el, de cabello blanco despeinado, de mirada cansada y ojos de color morado con largas pestañas que adornaba su mirar.

Wakasa Imaushi, un alfa dominante, estaba saliendo de una tienda de conveniencia con una bolsa en su mano mientras comía una piruleta.

Kazutora fue animadamente hacia él.

—¡Wakasa-san!— Gritó y una vez cerca de él, lo abrazó de su brazo caminando a su lado. —¿A donde vas?

El mayor se sobresaltó un poco, pero al ver el conocido rostro del contrario se relajó y continuó caminando, ya estaba acostumbrado a la cercanía del de lunar.

—Habrá una pelea en el dojo, me encargaron las bebidas.— Movió su muñeca en la cual estaba colgada la bolsa con las bebidas.

La actitud de Kazutora era bien alegre y encantadora con las personas a las cual admiraba y respetaba, y como no si Wakasa era casi una leyenda, un alfa dominante que hacia temblar a cualquiera que se metiera con él, pero de la nada desapareció y ahora se mantiene sereno ante todo, además de que no tenia prejuicios, no trataba menos ni más a nadie por su género, Kazutora es un gran seguidor de él.

Ambos estuvieron platicando hasta llegar al dojo, Kazutora lo acompañó y ayudó a entregar las bebidas a los menores que estaban practicando, no le prestó atención a ningún menor, solo se apuraba en entregar todo para volver al lado del alfa, cuando vio que no quedaba ninguna más por dar, iba a dirigirse donde el albino, pero lo detuvieron de su muñeca haciendo que se volteara a ver, sentia que su suerte no estaba de su lado.

—¡¿Kazutora-san?!

Gritó el pequeño azabache, no quería soltarlo porque sentía que escaparía, no sabía como ni el porque de su presencia en el dojo, pero estaba feliz de volverlo a ver luego de días, estuvo enojado porque ese beta no le permitió entrar, ni los berrinches de Mikey fueron suficiente para que cediera, por lo que ahora estaba alegre de verlo que sus mejillas se ruborizaron y una sonrisa apareció en su rostro.

—Es bueno volver a verlo, Kazutora-san.— Lo abrazó lo suficientemente fuerte para que no huya.

El de mechones rubias estaba por golpearlo por no respetar su espacio personal, pero Wakasa se acercó a el junto a otro chico que parecía ser de su misma edad.

—Kazutora, no sabia que conocías a Baji.— Con una sonrisa los observó, le dio gracia como el menor lo aprisionaba desde su cintura.

El omega mordió su lengua, no podía golpear al menor porque no quería que pensara mal el alfa de su persona, se limitó a soportarlo, sonrió algo forzado, dando palmadas secas en la cabeza del menor.

—Un día apareció y no me deja en paz, ja ja.

Tomándolo en broma Wakasa rió, pero su acompañante suspiró moviendo la cabeza.

—No deberías ser tan apegado, Keisuke.

La otra persona que estaba al lado del albino, un hombre de cabello liso oscuro al igual que sus ojos, esbelto y que tenia un cigarrillo, Kazutora podía olfatear el aroma de Wakasa en él, y eso lo puso irritado.

—Perdón por no presentarme, mi nombre es Shinichiro, un gusto.— Acarició la cabeza del omega, revoloteando su cabellera.

Comportándose, también se presento, estuvieron hablando un poco, Kazutora sentia que no encajaba en la conversación, podía ver como Wakasa daba toda su atención aquel pelinegro, no quería estar parado y ver eso por lo que se despidió y decidió salir del dojo.

Era extraño ver a la persona que tanto admiras, ver como no despegaba su mirada de otra persona, debía aceptar que no era el único seguidor de ese alfa, él es genial y obviamente iban haber otras personas que pensaran lo mismo, pero pareciera que Wakasa también tenia a una persona a la cual seguir, necesitaba una bebida.

Estuvo tan distraído en sus pensamientos, que no se dio cuenta del pequeño niño que corría detrás suyo y saltó haciendo que ambos cayeran al suelo.

—¡¿Que mierda?!—Se quejó por el dolor en su cuerpo, se giró sintiendo como unos brazos torpes abrazaban su cuerpo, no podía soportarlo más y golpeó su cabeza ya harto de su comportamiento. —¡¿Cual es tu jodido problema?! ¿¡No sabes cuando las personas se sienten incomodas!?

Baji no se quejo por el golpe, tampoco lo soltó del agarre, se quedo quieto en el mismo lugar.

—Maldición.— Ahora se sentia mal por golpearlo, se rindió dejando caer sus brazos a ambos lados de su cuerpo, viendo el cielo tan brillante que le molestaba a sus ojos.

—Kazutora-san es genial.

—¿Eh?

—Kazutora-san es más genial que Shinichiro-kun, el es un alfa débil y tú un omega fuerte, eres mejor que él, Kazutora-san.

El de lunar no entendía el porque decía esas cosas el menor, pero no evito que una sonrisa apareciera en su rostro, aquel sentimiento de sentirse inferior aquel hombre estaba desapareciendo, no debía sentirse mal porque la persona a la cual admira, tuviera su persona al cual seguir, estaba algo agradecido por las palabras del azabache, tranquilo, llevó su mano a la cabeza de Baji, comenzando acariciar su corto cabello al punto de despeinarlo.

Baji levantó su vista, observando por primera vez la linda sonrisa del omega, al cual conoció tan reacio a su cercanía, estaba acariciando su cabello tan gentil con una bella y delicada sonrisa, volvió a esconder su rostro en el cuerpo del mayor, escondiendo su cara que hervía de vergüenza al tener a su corazón latiendo con tanta fuerza.

Ambos estuvieron en el suelo, donde Kazutora veía el cielo mientras le daba caricias al contrario, sin darse cuenta de que a su celular le llegaban mensajes de Hanma donde decía que debía dar presencia a una reunión urgente e importante. 

Domar al Tigre. || 「BajiTora」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora