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El pequeño azabache se había asegurado de que su madre descansara cómodamente en su nido, trayéndole lo que necesitara para luego irse a la escuela, su madre suele tener su celo durante tres días, y en esos días se encargo de quedarse a su lado para que se sintiera segura, vagamente podía sentir su aroma, aún era un menor pero presenciaba una esencia a manzanilla. 

Cuando caminaba hacia su instituto educativo, pudo escuchar algunos quejidos y rudeza de golpes, si era algún alfa hostigando a una omega no le importaba defenderla, pero cuando se acercó al callejón de donde provenía aquel bullicio, volvió a encontrar aquel curioso omega, estaba encima de otro chico mientras golpeaba su rostro, en una esquina estaban otros dos jóvenes, al parecer había llegado el celo de uno de ellos porque podía olfatear algo similar a colonia vagamente.

—¡Kazutora-kun, detente por favor!— Gritó uno de los chicos, tenía el cabello teñido a rubio y estaba ayudando al otro chico castaño que estaba en celo.

—¿Tan machito te crees? ¿Eh?— Hablaba toscamente golpeando el rostro del contrario, a pesar de que estuviera esparciendo sus feromonas, no le afectaban y lo aprovechaba para golpearlo por haber querido abusar de uno de sus amigos. —¡Llévate a Takuya a casa! ¡Ahora, Takemichi!— Gritó recibiendo algunos golpes del alfa, pero se los devolvía cuando bajaba la guardia. 

Baji trató de memorizarse el nombre que gritó el de cabello teñido, cuando su mirada se cruzo con el nombrado Takemichi, dejó su mochila tirada y fue hacia él para ayudarlo a levantar al pobre omega que entro en calor,  colocando sus brazos en sus hombros fueron a la casa del mayor para que el joven descansara y le diera supresores, mientras se alejaban del omega que golpeaba ferozmente al alfa no apartaba su vista hasta que desaparecían de su vista, cuando llegaron y dejaron en una habitación al omega en celo, se retiró al sofá de la sala porque algo en el no le dejaba irse, necesitaba ver al de ojos ámbar, queria hablarle. 

—Niño. ¿Aún sigues aquí?

Casi dio un brinco por la voz del mayor, estaba en el marco de la puerta apoyado y cruzado de brazos, su rostro estaba golpeado, tenía pequeños moretones y su labio sangraba, en sus nudillos podía ver como estaban rojos y con algunas salpicaduras de sangre, su cabello estaba alborotado con mechones parados y su ropa sucia y con su camisa arrugada. 

—¡Déjame curarte!— Gritó y segundos después se avergonzó por haberlo hecho. —Yo... yo... necesitas tratar tus heridas.— En completa confianza, se adentró al baño, buscó si había algún botiquín y sonrió al encontrarlo, lo tomó y corrió hacia el mayor para jalarlo hacia el sofá y comenzar a sacar lo necesario para atender sus heridas. 

El de mechas lo veía en silencio, el como limpiaba con algodón y alcohol sus heridas del rostro y untaba crema en ellas para luego ponerle curitas, a sus nudillos solo le echaba crema, cuando termino de hacerlo agarró su muñeca para que detuviera sus acciones. —¿No deberías de estar en la escuela? Agradezco que hayas ayudado a traer a mi amigo, pero debes irte. 

Baji intentó encontrar alguna excusa para poder quedarse un rato más. —¿Cómo esta él?— Nervioso miraba al mayor, su semblante frio lo hacía sentir tan inferior, pero prefería quedarse a irse. 

—No es de tu importan- —Kazutora había sido interrumpido por el chico de cabello teñido, había aparecido y saltó donde el de mechas abrazándolo y sollozando. 

—¡Muchas gracias Kazutora-kun!— Lloraba abrazándolo, aunque el otro lo alejara, seguía aferrándose al contrario. —Si no hubieras aparecido, no puedo ni imaginar que le hubiera pasado a Takuya.

—Lo entiendo, pero suéltame, me dejas mocos.— Asqueado alejaba el rostro del contrario de su cuerpo, no queria que lo ensuciara con sus lagrimas.

El pequeño pelinegro veía a ambos, no le gustaba que aquel rubio estuviera hostigando al mayor, con sus cejas fruncidas agarró de la manga al de mechas y este lo observó confundido, estaba por alejar su mano del menor pero el rubio ahora llevo su atención a él. 

—También gracias a ti por haberme ayudado a traerlo a casa.— Sonrió dándole palmadas en la cabeza al menor. 

—¡No hagas eso!— Se quejó golpeando la mano del rubio de su cabeza. —Dime Baji y me olvide mi mochila, por favor acompáñame.— Tiró un poco de la manga del omega, queria ser acompañado por él. 

Kazutora estaba por negarse pero Takemichi hizo que se levantara y lo boto de su casa, en regañadientes alejó su mano del pelinegro viéndolo con desagrado. ¿Por qué debía acompañar a un niño extraño? —Ya estas grande, corre solo y regresa a la escuela, hasta nunca.— Giró a un camino distinto y comenzó a caminar, pero su paciencia no duro tanto al escuchar pasos detrás de el. —¡Corre a la maldita escuela mocoso! 

—¡Quiero estar contigo! 

—¡No soy tu mamá, largo! 

Kazutora al ser más alto y teniendo largas piernas, apresuraba su caminar con largos pasos, esto se le dificultó al pelinegro porque tenía que apresurar su caminata hasta correr detrás de él, estuvieron minutos en una persecución, Baji al sentir que el aire le faltaba, no podía alcanzar al de mechas rubias y eso lo enojó, cuando ya no pudo más se detuvo y pateó el suelo, el ver como el mayor se alejaba le daba ganas de llorar, no sabía como volverse amigo de el y se deprimía sintiéndose rechazado, pero no iba a llorar.

—¿En serio vas a llorar? Por eso los niños son desagradables, ugh. 

Algo lloroso levanto la mirada encontrándose con el mayor, tenía sus manos en sus bolsillos mientras era observado, con su manga limpió bruscamente sus ojos, quitando el semblante lagrimoso y triste, ahora estaba avergonzado sin saber que hacer o decir. 

—Yo solo quiero ser tu amigo... eres alguien genial...

El mayor dio un gran suspiro rodando sus ojos, no le gustaba lidiar con niños, pero tampoco queria verlos llorar, llevó su mano hacia su cabellera pelinegra despeinándolo, luego comenzó a caminar hacia el lugar en donde hace media hora golpeó aquel alfa.

—Andando, te voy a despachar.

Baji tardó un poco en procesarlo, cuando el mayor comenzaba a alejarse otra vez corrió hacia él con una sonrisa en su rostro, sentía sus mejillas algo calientes, pensaba que era por la pequeña persecución de hace minutos.

Domar al Tigre. || 「BajiTora」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora